Familia honra a abuelo tras encontrarlo muerto y crean conciencia sobre el Alzheimer: Cuida a tus mayores

En los años previos a perder la memoria, José Arévalo, de 83 años, aún dedicaba algunas de sus melodías norteñas favoritas a su esposa.

“La Prieta Linda”, comentó su esposa, Berta Ruiz, de 64 años, con una suave sonrisa.

Aunque Arévalo, o Don Lupe, como la mayoría lo llama, perdió la memoria a lo largo de los años, nunca la olvidó: la mujer que conoció hace casi 50 años y la que lo cuidó en las buenas y en las malas.

El abuelo de 11 nietos fue diagnosticado con la enfermedad de Alzheimer en 2014. Aunque progresó lentamente, los últimos dos años fueron extremadamente difíciles para la familia, dijo su esposa. Pero ni una sola vez se les pasó por la cabeza ponerlo en un asilo de ancianos.

“Lo queremos mucho y dije que lo cuidaría hasta que no pudiera más”, contó Ruiz.

El martes por la mañana, Don Lupe fue encontrado muerto en North Riverside tras desaparecer el 1 de diciembre, cuando salió por la puerta trasera de su casa en Berwyn. La comunidad de todo Berwyn y hasta La Villita se unieron para buscarlo después de que sus hijas suplicaran al público que ayudara a encontrarlo.

A pesar del trágico final de la búsqueda y su dolor, la familia dijo que Don Lupe ya ha dejado una huella en este mundo: un llamado desesperado por ayuda creó conciencia sobre la enfermedad de Alzheimer y la forma en que afecta a las familias. Eso le ha dado a su familia consuelo y fortaleza para lidiar con su pérdida.

“En cierto modo, nos ha dado algo de paz”, comentó Amanda Arévalo, una de sus hijas. “¿Quién hubiera sabido que tal tragedia podría ayudar a otras familias a lidiar con la enfermedad?”

En las primeras etapas de la enfermedad, Don Lupe accedió a donar su cerebro al Rush Alzheimer’s Disease Center, mencionó su esposa. Ahora su familia planea donar el dinero que quede de su recaudación de fondos para los costos del funeral a esa organización. Según el médico forense, Don Lupe murió de una enfermedad cardiovascular, y su forma de muerte fue natural.

“Es una enfermedad cruel”, dijo Ruiz. Fue doloroso perder a su compañero de vida poco a poco y mientras él se sentaba a su lado, dijo. Había noches de insomnio en las que tenía que vigilarlo y asegurarse de que no saldría de casa ni se lastimaría.

Sin embargo, la mayoría de las veces, Don Lupe decía que necesitaba irse a casa.

“‘Esta es nuestra casa’, le decía”, relata Ruiz, pero Don Lupe insistía en irse.

Mientras estuvo desaparecido, la familia pensó rastrear sus pasos hasta el garaje de La Villita que sirvió como su taller mecánico durante más de una década y el lugar donde pasaba la mayor parte de su tiempo.

La Villita se convirtió en hogar para él y su familia -Ruiz y sus tres hijas- después de que él emigró a Chicago desde Monterrey, México, en 1974. Pero hace más de 20 años, la familia se mudó a Berwyn.

Incluso después de que le diagnosticaron Alzheimer, Don Lupe todavía intentaba arreglar autos y jugar a la lotería, dijo su esposa. Se negó a aceptar la nueva realidad. Con la pérdida de memoria, todavía sonreía.

“Siempre hacía bromas, sobre todo”, dijo Arévalo. Eso es algo que aprendió de él, dijo. “Tomar la vida a la ligera y trabajar duro”.

Mecánico autodidacta, Don Lupe siempre alentó a sus hijas a ir a la escuela y obtener un título. Era uno de sus objetivos, dijo Ruiz.

Sus tres hijas asistieron a la universidad y tienen un trabajo que disfrutan.

Pero Don Lupe no solo se preocupó por sus tres hijas, sino que también fue mentor de jovencitos en La Villita, tomándolos bajo su protección y enseñándoles lo que pudo sobre la reparación de automóviles.

Le preocupaba la cantidad de niños chicos que se unían a las pandillas, así que hizo lo que pudo para evitar que se metieran en problemas, dijo Arévalo.

Aunque siempre fue un buen hombre, dijo su esposa, todavía estaba sorprendida por la cantidad de personas que han apoyado a la familia, primero en la búsqueda y ahora mientras se preparan para dejarlo descansar.

Pero el apoyo va más allá de la familia Arévalo. La memoria de Don Lupe ahora está ayudando a otros a aprender a amar a las personas con Alzheimer y a ser más empáticos y comprensivos con ellos y quienes los cuidan, dijo Arévalo.

“Cuida a tus mayores”, recomendó.

Después de años de intentar irse, Ruiz dijo que está contenta de que su compañero de vida, Don Lupe, esté finalmente en su casa, descansando.

larodriguez@chicagotribune.com