Fútbol, ferias y fortunas: En las elecciones afganas, manda el dinero

En la imagen, un hombre afgano coloca un poster de un candidato a las elecciones parlamentarias en Kabul, Afganistán, 18 de octubre de 2018. REUTERS/Omar Sobhani

Por Hamid Shalizi

KABUL (Reuters) - Javid Jaihoon, quien empezó vendiendo agua en las calles de Kabul de pequeño, es uno de los empresarios afganos cuya fortuna multimillonaria, construida en los años de auge económico tras la caída de los talibanes, alimenta ahora una carrera hacia el parlamento.

Además de ocupar un lugar destacado en el aluvión de carteles de la campaña que se encuentran en las calles de cara a las elecciones del sábado, los políticos empresarios están puliendo su imagen con anuncios en la televisión, patrocinios de equipos de fútbol o regalos como la entrada gratuita a parques de atracciones.

"No son los trajes lo que te hacen diferente", dijo a Reuters Jaihoon, conocido como "Lala" ("Hermano") Javid, mientras cepilla su propia chaqueta Armani. "El propio nombre 'Lala Javid' es ya una marca que se conoce en todo el país".

Después de una infancia vendiendo vasos de agua y plátanos, Jaihoon se encontró entre una clase de empresarios lo suficientemente ágil y sin escrúpulos como para aprovechar su oportunidad durante la década salvaje después de 2001, cuando llegaban a Afganistán el dinero y los contratos occidentales con pocas preguntas.

Con una fortuna de 200 millones de dólares, según sus propios cálculos, Jaihoon posee la fábrica de cemento más grande de Afganistán, un banco y una compañía de seguridad que en total dan empleo a más de 8.000 personas.

"Cualquiera puede convertirse en millonario si trabaja mucho y cree que puede lograr algo", dijo.

A pesar de que los talibanes han ampliado sus territorios desde su base rural hasta las afueras de las principales ciudades como Kabul, hay una clase social que está ganando dinero en Afganistán y el ascenso de este tipo de empresarios subraya el indudable poder de la riqueza en la política local.

Aunque a menudo están estrechamente vinculados con la élite política, estos hombres representan un cambio respecto a la antigua clase de hombres fuertes y exlíderes muyahidines, varios de los cuales tienen hijos que se postulan para el parlamento.

DE TAL PALO TAL ASTILLA

Los hijos del líder de Hizb-i Islami, Gulbuddin Hekmatyar, y de los excomandantes antisoviéticos Ismail Khan, Mohammad Moheqeq y Karim Khalili, son candidatos y utilizan el aura de su apellido para impulsar sus campañas.

Parece probable que todos ganen escaños y continúen con las dinastías creadas por sus padres en los turbulentos años que comenzaron con el asesinato del expresidente Daud Khan y la llegada de los soviéticos a finales de los años setenta.

Pero para muchos miembros de la nueva clase empresarial, las elecciones son menos una cuestión de poder político que de protección de sus intereses.

"Como empresario, básicamente tienes que pagar y llenar los bolsillos de mucha gente si obtienes un contrato", dijo Habibullah Esmati, un candidato que posee un popular parque de atracciones cerca del zoológico de Kabul. "Pero si soy elegido para el parlamento, seré inmune al pago del dinero para protección. Será un seguro para mis negocios e inversiones".

Los críticos dicen que para los que tienen dinero y conexiones, un escaño en el parlamento ofrece excelentes oportunidades para obtener lucrativos contratos gubernamentales, además de protección contra enjuiciamientos. Hay un gran incentivo para comprar votos ya sea directamente o a través de promesas y favores, y al parecer los límites de gasto en las campañas son abiertamente ignorados.

"En Afganistán, el primer criterio para los votantes es el dinero, y después las conexiones étnicas y familiares", dijo Naeem Ayubzada, directora de la Fundación de Elecciones Transparentes de Afganistán.

Ayubzada dice que una candidata que no disponía de los medios de algunos rivales había acudido a su oficina llorando porque la gente exigía 50 dólares por su voto.

"NO NECESITO DINERO"

Sin embargo, al igual que muchos hombres de negocios que se han convertido en políticos en los países occidentales, los empresarios afganos suelen prometer que su riqueza les permitirá resistir la corrupción que envenena el parlamento.

"Mi lema electoral es 'Luchar contra la pobreza y el desempleo'. Pero para apoyar a los jóvenes y proporcionarles empleos, tengo que estar en el parlamento", dijo Jaihoon.

"No soy como otros parlamentarios que piensan que estar en el parlamento es un negocio lucrativo. No necesito dinero (...). Llamaré a los ministros y me aseguraré de que hagan su trabajo". Él dijo.

Exjugador de fútbol, Jaihoon ​​también patrocina un equipo en la liga de Afganistán, una fórmula contrastada para aumentar la popularidad.

La liga misma fue rescatada de los problemas financieros el mes pasado por otro rico empresario reconvertido en candidato llamado Ajmal Rahmani, conocido popularmente como "Acorazado Ajour" por su negocio de venta de autos blindados a la élite de Kabul.

Los carteles de la campaña de Rahmani adornan ahora los terrenos donde los espectadores reciben bolsas de regalos con su imagen en el día del partido, una versión actualizada de las fiestas tradicionales y la hospitalidad que ofrecen los políticos afganos en los mítines con sus partidarios.

Esmati, quien abrió su feria de atracciones al público durante la campaña, seduciendo a casi 10.000 electores con un día gratis, también ve el valor de las propuestas innovadoras para ganar votos.

"Otros parlamentarios organizaban fiestas y daban comida a la gente", dijo. "Pero yo les di entretenimiento y creo que el entretenimiento es más importante que la comida".

(traducido por Tomás Cobos en la redacción de Madrid)