El fútbol argentino vuelve después de 228 días: lo que se viene en un torneo que, de arranque, suma desprolijidades

Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Filipuzzi
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A las 19 de este viernes, cuando Gimnasia y Patronato comiencen a jugar en La Plata, habrán pasado 228 días sin fútbol oficial. En ese tiempo exacto pudieron haberse jugado 3648 partidos. Uno a continuación del otro. El escenario cambió: ya no hay Superliga autónoma, sino una Liga Profesional subordinada a la AFA. No hay, tampoco, jugadores suspendidos en ninguna categoría.

En nombre de la pandemia de coronavirus, el fútbol argentino barajó y dio de nuevo. Armó un certamen indescifrable con dos premios: un pasaje a la Copa Libertadores 2021 y otro a la Sudamericana de...2022. Tuvo idas y vueltas con el ministerio de Salud antes de aprobar el protocolo médico que deberá respetarse en todos los estadios. Futbolistas y entrenadores, que no iban a ser testeados, ahora tendrán que presentar un PCR-antígeno con una antelación mínima de 36 horas a los partidos. Pero recién a partir de la segunda fecha. Para la jornada inaugural bastará una declaración jurada de salud que acredite que ningún integrante de las delegaciones presenta síntomas.

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Algo parecido sucedió con el libro internacional de pases. Estaba cerrado, pero una gestión de la AFA permitió una apertura "excepcional" por parte de la FIFA para todos los clubes argentinos. Podrán inscribir jugadores entre el 30 de octubre y el 4 de noviembre. Es decir que siete meses después del último partido oficial, los planteles de los equipos argentinos podrán modificarse con el torneo ya empezado.

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La última semana, una polémica dominó la agenda: el pedido de River para hacer de local en el River Camp, su centro de entrenamiento en Ezeiza. Los reglamentos son claros: la Liga Profesional exige una capacidad mínima de 16 mil personas (River Camp tiene para cerca de 1500). Y es la propia entidad que encabeza Marcelo Tinelli la encargada de auditar los estadios y elevar informes de cumplimiento.

Sin embargo, la señal para que el equipo millonario pueda disputar sus partidos rodeado de verde y de los aviones que llegan y parten del aeropuerto internacional fue política. La dio Claudio Tapia, el presidente de la AFA. "Están dadas las condiciones", dijo el máximo dirigente del fútbol argentino, luego de recorrer el predio acompañado por Rodolfo D'Onofrio, presidente de River.

Un caso testigo

El "caso River Camp" ilustra la realidad que vive el fútbol argentino. A comienzos de año, y luego del cambio de gobierno, los presidentes de los cinco grandes más Nicolás Russo, titular de Lanús, se reunieron con Claudio Tapia en la casa de Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados. Allí se firmó el certificado de defunción de la Superliga. Tinelli quedó como presidente de la Liga, que pasaba a cobijarse en la AFA. Tapia, por su parte, sería reelecto meses después en una Asamblea con permiso especial durante la pandemia. Y todos contentos.

Los dirigentes de la primera división quisieron volver a tener la manija de las decisiones. Por eso descartaron a la Superliga y se alistaron con Tapia. En estos meses, las oficinas de Puerto Madero fueron remodeladas y las comisiones de la liga redactaron reglamentos, que fueron aprobados en forma virtual. Hubo trabajo de escritorio. Pero la oficina de la calle Olga Cossettini funcionó como la Quinta de Olivos: la Casa de Gobierno está en Viamonte. Ahora, más que nunca en los últimos tres años.

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Prueba de ello es que la ya famosa notificación notarial que rescindió el contrato de TV con Fox Sports tiene el sello de la AFA. La Liga Profesional, en rigor, no tiene personería jurídica. Y ese documento, en definitiva, no hace más que responder a una iniciativa de 20 de 24 clubes de la primera división. A las reuniones que derivaron en esa cancelación anticipada del contrato acudieron casi siempre Tapia y su ladero omnipresente, Pablo Toviggino, secretario ejecutivo de la presidencia de AFA.

Millonarios y xeneizes

River y Boca, las dos locomotoras del fútbol argentino, nunca se fueron. Sabían todo, pero no participaban de "la rosca", como le dicen los propios dirigentes a la cocina del fútbol. El teatro de operaciones fue el edificio de la AFA, en la zona de Tribunales. Boca y River se plantaron cuando se tomó la decisión de quitar a Fox (que es Disney) del medio. Lo mismo hicieron Talleres de Córdoba y Estudiantes de La Plata. Tapia leyó el tablero e invitó a los grandes a su oficina. Aprobó el River Camp y contó cómo se había cancelado el acuerdo con Fox. Boca y River pusieron a sus abogados a disposición. Los tres se dieron la mano. En Puerto Madero vieron esa foto, publicada en redes sociales y replicada hasta el hartazgo. Toda una señal.

A menos de 24 horas del comienzo del nuevo campeonato, la televisación de los encuentros no está confirmada. TNT Sports tenía hasta las 16 de ayer para hacer una oferta formal por la mitad de los derechos que tenía su (ex) socia Fox Sports. No llegó a la AFA ni a la Liga Profesional.

En la noche del jueves, desde Viamonte se intentaban comunicar con los ejecutivos de Disney para concertar una reunión, que podría darse hoy a la mañana. Traducido: la misma AFA que canceló en forma unilateral el contrato con Fox Sports se juntaría con esa empresa para... resolver el problema de la TV del fútbol.