Fábricas búlgaras y fuerzas de tarea secretas: Occidente a la caza de armas soviéticas

El pequeño pueblo montañoso de Kostenets, Bulgaria, el cual pronto comenzará a producir proyectiles de artillería de la era soviética, el 20 de febrero de 2023. (Nikolay Doychinov/The New York Times)
El pequeño pueblo montañoso de Kostenets, Bulgaria, el cual pronto comenzará a producir proyectiles de artillería de la era soviética, el 20 de febrero de 2023. (Nikolay Doychinov/The New York Times)

KOSTENETS, Bulgaria— El trabajo es bastante claro, peligroso y pronto estará disponible para los solicitantes: llenar un cartucho de artillería de 122 milímetros estilo soviético con explosivos para convertirlo en un proyectil letal.

Para los residentes de Kostenets, un pueblo montañoso en decadencia en el oeste de Bulgaria, el trabajo representa una anhelada oportunidad a pesar del riesgo mortal. Significa que habrá más puestos de trabajo en la planta de municiones Terem, en las afueras de la localidad.

La fábrica dejó de ensamblar la artillería de 122 milímetros en 1988, cuando la Guerra Fría llegó a su fin. Pero pronto, las líneas de ensamblaje volverán a funcionar. La invasión rusa a Ucrania ha convertido a las armas y municiones de la era soviética en material de vital importancia en el esfuerzo de las naciones occidentales de suministrarle a Ucrania los recursos necesarios para frustrar la ofensiva de Moscú.

Es por eso que en enero, 35 años después de que los últimos cartuchos de 122 milímetros dejaran la planta Terem, la compañía retomó el proceso de producción.

Los pequeños pueblos búlgaros, con su nutrida población prorrusa, podrían no parecer ejes importantes en el esfuerzo militar de Ucrania. Pero tras un año de guerra y a pesar del flujo de armas occidentales sofisticadas, las fuerzas militares ucranianas todavía dependen primordialmente de las armas que utilizan municiones de estándar soviético. Estados Unidos y sus aliados de la OTAN no producen esas municiones y los pocos países fuera de Rusia que lo hacen se encuentran, en su mayoría, en la antigua órbita soviética.

Esa realidad tiene a los países occidentales haciendo grandes esfuerzos por encontrar fuentes alternativas. Están vertiendo millones de dólares en soluciones que mantengan las transacciones en secreto para así evitar las consecuencias políticas y las represalias rusas. Eso los ha llevado a algunas de las zonas más remotas de Europa del Este, como Kostenets y la pequeña ciudad costera de Sopot, a unos 80 kilómetros al noreste, que alberga otra fábrica de armas estatal.

La entrada a la fábrica de municiones VMZ en Sopot, Bulgaria, el 20 de febrero de 2023. (Nikolay Doychinov/The New York Times)
La entrada a la fábrica de municiones VMZ en Sopot, Bulgaria, el 20 de febrero de 2023. (Nikolay Doychinov/The New York Times)

Representantes de la Embajada de Estados Unidos asistieron de forma discreta a la inauguración el mes pasado de la nueva línea de producción en Kostenets, la cual se realizó fuera de la planta, un edificio pequeño y deteriorado que se encuentra en una esquina del pueblo. Con los nuevos empleos que está generando, la planta podría convertirse en uno de los mayores empleadores de Kostenets.

“Esto es muy importante para el pueblo”, afirmó la vicealcaldesa Margarita Mincheva.

Sopot también ha visto mejorar su suerte desde la invasión. La ciudad alberga a VMZ, una compañía de armas que le da empleo a gran parte de la fuerza laboral local. En un viernes reciente, el golpe seco de unas explosiones sacudió algunas ventanas: lo más probable es que fueran pruebas de municiones recién hechas, declaró el alcalde de la ciudad.

A través de los años, VMZ ha sido una fuente primordial de ingresos para los residentes de Sopot, afirmó el alcalde Deyan Doinov. “Es muy probable que no haya una sola familia aquí cuyos miembros no hayan trabajado o no estén trabajando en la planta”, afirmó. “Prácticamente, no tenemos desempleo. Los únicos que están desempleados son aquellos que no quieren trabajar”.

Históricamente, Bulgaria tiene estrechos lazos con Moscú, aunque ha sido parte de la Unión Europea y la OTAN desde principios de la década de los 2000. El verano pasado, la revelación de que Bulgaria le estaba suministrando armas a Ucrania, a pesar de una fuerte oposición a armar a Kiev, encendió el furor en la política del país.

Las exportaciones de armas previstas de Bulgaria el año pasado se dispararon. Superaron los 3000 millones de dólares, alrededor de cinco veces las ventas en el extranjero en 2019, según estimaciones gubernamentales de los datos recopilados en octubre.

Sin embargo, Bulgaria no es para nada el único país que está contribuyendo en silencio al esfuerzo bélico de Ucrania. Luxemburgo le está suministrando armas a Ucrania que provienen de la República Checa. Agentes con dinero de Estados Unidos están recorriendo diversas fábricas en Bosnia y Herzegovina, Serbia y Rumanía en busca de artillería. El Reino Unido ha formado una fuerza de tarea secreta para armar a Ucrania, según un documento obtenido por The New York Times y declaraciones de funcionarios familiarizados con el trabajo de este grupo especial.

La importancia de tales fuentes está creciendo a medida que Ucrania despacha municiones a un ritmo insostenible, uno que, según declaraciones de la semana pasada del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, “es muchas veces más alto que nuestra tasa de producción actual”.

“Esto pone a nuestras industrias de defensa bajo una gran presión”, agregó.

En los últimos meses, Ucrania ha disparado diariamente de 2000 a 4000 proyectiles de artillería, pero le gustaría disparar más para poder retomar el territorio capturado por Rusia. En un punto, el verano pasado, Rusia llegó a disparar hasta 50.000 proyectiles por día. Sin embargo, esa cifra ha disminuido desde entonces, y Rusia también está sufriendo de una escasez de municiones.

Estados Unidos está incrementando seis veces su propia producción de proyectiles de artillería para llenar los vacíos, pero principalmente fabrica municiones solo para los obuses estándar de la OTAN que ha enviado a Ucrania.

Tras el comienzo de la invasión el año pasado, Ucrania y sus aliados comenzaron a comprar armas de estilo soviético en cualquier lugar donde pudieran encontrarlas. Las compañías ucranianas estatales les solicitaron a agentes en Estados Unidos y otros países tanques, helicópteros, aviones y morteros, según documentos obtenidos por el Times.

Los potenciales proveedores emergieron de los recovecos del comercio mundial de armas para satisfacer la demanda. En junio, un vendedor de armas checo le ofreció a Ucrania municiones y una docena de aviones de ataque terrestre soviéticos construidos entre 1984 y 1990 por aproximadamente 185 millones de dólares, según muestran los documentos.

Tanto el Reino Unido como Estados Unidos han financiado acuerdos a través de países y agentes externos en los casos en los que los países fabricantes no quieren ser identificados públicamente como naciones que le proporcionan armas a Ucrania, contaron las personas familiarizadas con la iniciativa.

La fuerza de tarea creada por el Ministerio de Defensa del Reino Unido se centró en obtener municiones de estilo soviético, afirmaron las personas familiarizadas con el esfuerzo. Esta tarea se ha vuelto cada vez más complicada a medida que ha avanzado la guerra y los grandes proveedores se han quedado sin existencias.

En junio, el Reino Unido llegó a un acuerdo con Pakistán para comprar 40.000 proyectiles de artillería y cohetes hechos por las fábricas estatales de municiones de Pakistán. Bajo los términos del acuerdo, el Reino Unido le pagaría a un agente rumano para comprar las armas paquistaníes, según muestran los documentos. Según el papeleo oficial de la transacción, las armas serían transferidas de Pakistán al Reino Unido, sin hacer ninguna mención a Ucrania, según muestra un documento obtenido por el Times.

El acuerdo se desmoronó cuando el proveedor paquistaní no pudo entregar las municiones, afirmó Marius Rosu, jefe de exportaciones de la agencia rumana, Romtehnica.

Funcionarios del ministerio gubernamental que supervisa las fábricas estatales de municiones de Pakistán no respondieron a preguntas sobre el acuerdo propuesto.

Las lagunas burocráticas y los arreglos de transferencia les brindan a los funcionarios búlgaros una cubierta política mientras alimentan el esfuerzo bélico de Ucrania, aunque dicha cubierta está poco disimulada.

“Dado que la guerra en Ucrania sigue en apogeo, ¿a dónde creemos que se va a exportar la artillería?”, afirmó Lyuba, un vendedor de una tienda de comestibles de 41 años en Kostenets que se negó a dar su apellido. “No hace falta ser un genio para saber que su producción irá a Ucrania”.

c.2023 The New York Times Company