Esto es lo que dicen los expertos sobre cómo lidiar con Putin

Oleh Spodin y su esposa, Oleksandra Kabanova, en el Centro Superhumanos en Leópolis, Ucrania, en julio de 2023. (Kasia Strek/The New York Times)
Oleh Spodin y su esposa, Oleksandra Kabanova, en el Centro Superhumanos en Leópolis, Ucrania, en julio de 2023. (Kasia Strek/The New York Times)

VILNA, Lituania — Muchos estadounidenses y europeos se congratulan entre sí porque ven la guerra de Ucrania a través de un lente falso.

Con demasiada frecuencia, pensamos que nosotros nos hemos sacrificado por los ucranianos. Nos damos palmaditas en la espalda por proporcionar armas caras y pagar facturas de calefacción más elevadas para ayudar a los ucranianos a recuperar su libertad... y deseamos que hagan lo que les toca.

De hecho, lo que está claro aquí en los países bálticos es que es al revés: son ellos los que nos hacen un favor, al degradar al Ejército ruso y reducir el riesgo de una guerra en Europa que costaría la vida de nuestros soldados.

“Con nuestro apoyo a Ucrania nos hemos defendido”, afirmó Egils Levits, que concluyó este mes su mandato como presidente de Letonia. En su última entrevista completa antes de dejar el cargo, sostuvo que Occidente debería proporcionar a Ucrania más armas para asegurarse de que recupere todo su territorio, incluida Crimea, de modo que el ataque de Vladimir Putin quede desacreditado por completo.

La cumbre de la OTAN celebrada aquí esta semana se encaminó hacia la incorporación de Suecia al redil, mantener la unidad y, en general, salió bien; el único perdedor fue Rusia. Pero la verdadera prueba no es si se pronuncian las palabras adecuadas ante las cámaras, sino si los países occidentales aumentan sus transferencias de armas a Ucrania para aumentar las posibilidades de que la guerra pueda terminar de verdad.

“Todos tenemos que hacer más”, me dijo la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. Tiene razón y no estoy seguro de que todos en Occidente lo entiendan. El presidente Joe Biden ha realizado un excelente trabajo para gestionar la alianza — una de las razones por las cuales la cumbre salió tan bien— , pero creo que ha sido demasiado cauto y reactivo a la hora de proporcionar el armamento que Ucrania necesita, como misiles de precisión de largo alcance y aviones de combate.

Yevhen Tiurin, de 30 años, se ejercita en la piscina en el Centro Superhumanos en Leópolis, Ucrania, en julio de 2023. (Kasia Strek/The New York Times)
Yevhen Tiurin, de 30 años, se ejercita en la piscina en el Centro Superhumanos en Leópolis, Ucrania, en julio de 2023. (Kasia Strek/The New York Times)

Si repasamos las dos últimas décadas, muchos en Alemania y en toda Europa occidental y Estados Unidos se dejaron llevar por la ficción de que la Rusia poscomunista era un oso más manso. Por el contrario, los países bálticos — Lituania, Letonia y Estonia— fueron pioneros en sus advertencias sobre Putin, así que en vísperas de la cumbre viajé por las tres naciones para conocer su opinión sobre Ucrania y Rusia.

Para ser honestos, todavía piensan que somos algo ingenuos.

“Deberíamos dar más apoyo ahora para que Ucrania pueda imponerse”, insistió Levits, y advirtió de que sería un gran error poner fin a la guerra con un acuerdo que entregue Crimea u otras partes de Ucrania a Rusia.

“Esta es una idea realmente mala, porque provocaría la próxima guerra”, dijo. “La conclusión para Moscú sería clara: Occidente es débil”.

Los países bálticos tienen las cosas claras respecto a Rusia debido a su historia. Los soviéticos se apoderaron de los tres países durante la Segunda Guerra Mundial y los gobernaron con crueldad hasta que consiguieron la independencia en 1991. La propia madre de Kallas fue deportada en vagones de ganado a Siberia.

A pesar de ello, Rusia nunca se ha enfrentado del todo a esta historia y puede que sea por eso por lo que el 70 por ciento de los rusos dijeron en una encuesta de 2019 que aprueban a Josef Stalin y por lo que hoy dicen en las encuestas que aprueban a Putin.

Kallas afirmó que para romper este ciclo es importante hacer que Putin pierda y que rinda cuentas en un juicio por crímenes de guerra.

Si Putin acaba la guerra con un trozo de Ucrania, dijo, los dictadores recibirían el mensaje de que la agresión rinde frutos y “nadie podría sentirse de verdad seguro”.

A los países bálticos los motiva el temor de que, si Ucrania cae, ellos podrían ser los siguientes en la palestra. Estonia ha contribuido más que ningún otro país al esfuerzo bélico de Ucrania en porcentaje del producto interno bruto: desde obuses hasta unidades móviles de sauna (a los estonios les encantan sus saunas). Kallas desearía que otros países hubieran hecho más por acelerar sus transferencias de armas a Ucrania, en lugar de enviarlas con cuentagotas.

“A veces, pienso: ¿el resultado habría sido diferente si hubiéramos dado toda la ayuda militar que estamos dando ahora desde marzo” del año pasado, reflexionó Kallas. “Porque entonces quizá Rusia se habría dado cuenta antes de que cometió un error”.

Una de las razones por las que Biden ha tardado en enviar misiles de largo alcance y aviones de combate a Ucrania es la preocupación por motivar a Putin a usar armas nucleares tácticas. Tanto Levits como Kallas descartan ese argumento y vale la pena escucharlos dado su historial de aciertos.

“A Rusia o a Putin los motiva la debilidad, no la fuerza”, comentó Levits. Señaló que, aunque todavía no conocemos toda la historia, parece que cuando el jefe mercenario Yevgeny Prigozhin cruzó todas las líneas rojas y desafió directamente a Moscú, la respuesta de Putin fue negociar, conciliar y disminuir el conflicto.

Kallas también quiere que Occidente proporcione más armas —incluidas las bombas de racimo— para ayudar a Ucrania a ganar.

“Si enviamos el mensaje de que amenazarnos con una bomba nuclear conseguirás lo que quieres, todos los dictadores querrán tener una bomba nuclear”, añadió. “Eso es despertar para encontrarnos con un mundo mucho más peligroso”.

Hacemos bien en celebrar el éxito de la cumbre de la OTAN. Pero, sobre todo, si Ucrania lucha por recuperar grandes partes de territorio en este contraataque, en las capitales occidentales habrá quejas irresponsables sobre el precio que estamos pagando y los favores que le estamos haciendo a Ucrania. Cualquiera que esté tentado de pensar así debería escuchar a los líderes bálticos, porque han aprendido por las malas la mejor manera de lidiar con osos revoltosos.

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