El experimento más reciente de Madonna: la retrospección

Madonna actúa en el Barclays Center de Brooklyn en Nueva York el miércoles 13 de diciembre de 2023. (The New York Times).
Madonna actúa en el Barclays Center de Brooklyn en Nueva York el miércoles 13 de diciembre de 2023. (The New York Times).

NUEVA YORK — Durante cuarenta años, la evolución, la rebeldía y la resiliencia han sido el sello distintivo de Madonna, pero el ímpetu de avance es su fuerza vital. Ha sido la vaca sagrada de la música pop y ha operado casi en movimiento perpetuo: ¿para qué se detendría a regocijarse o ver en retrospectiva, con el riesgo de perder oxígeno?

Por eso hay toques comprensibles tanto de rebeldía como de renuencia en la gira Celebration, su primer espectáculo itinerante dedicado a sus éxitos y no a un álbum nuevo. La gira retrospectiva comenzó con su etapa por Norteamérica en el Barclays Center de Brooklyn el miércoles por la noche con todos los elementos clásicos de un espectáculo de Madonna. Pero a diferencia de sus once giras anteriores a esta escala, los fantasmas acecharon a esta; algunos recibieron su invitación, y otros no.

La lista de canciones comenzó con un momento de nacimiento —no el comienzo de la carrera de Madonna, sino la llegada de su primera hija— con la canción “Nothing Really Matters”, de su álbum “Ray of Light” (1998), acerca de cómo convertirse en padre reorganiza las prioridades. “Nunca olvides de dónde vienes”, le aconsejó a un bailarín que fungió como avatar de su yo más joven, a quien después le dio un abrazo maternal.

La primera parte del concierto, que se dividió en siete capítulos, fue la más despreocupada (“Everybody”, “Holiday”, “Open Your Heart”). Pero esa alegría surgió del esfuerzo. Antes de que Madonna subiera al escenario, el maestro de ceremonias de la noche, Bob the Drag Queen, les recordó a los asistentes que la cantante venía a la Ciudad de Nueva York desde Detroit con 35 dólares en el bolsillo y algunos billetes falsos.

Ataviada con un corsé azul cerceta, una minifalda negra y una chaqueta adornada con cadenas, Madonna, de 65 años, invocó aquella energía animosa proveniente del centro de la ciudad a finales de la década de 1970, donde encontró almas gemelas creativas por primera vez. Dijo, con una serie de groserías, que era un alivio estar de vuelta, y se colgó una guitarra eléctrica para presentar una versión llena de acordes roqueros de “I Love New York” combinada con “Burning Up”. En las pantallas se observaron fotografías clásicas de CBGB, un club emblemático del punk rock y la new wave, donde se presentó una de las primeras veces.

La alegría pronto se vio opacada por la devastación: la comunidad de artistas que le dieron un hogar a Madonna quedó diezmada por el SIDA, y cantó “Live to Tell” como un poderoso tributo a ese momento. Las pantallas que se encontraban suspendidas por todo el escenario, el cual se extendía a lo largo de casi todo el piso en una serie de pasarelas, en un principio mostraron rostros individuales. Luego se multiplicaron las imágenes para mostrar la escala de la epidemia. Sí, había demasiadas historias que contar.

Madonna actúa en el Barclays Center de Brooklyn en Nueva York el miércoles 13 de diciembre de 2023. (The New York Times).
Madonna actúa en el Barclays Center de Brooklyn en Nueva York el miércoles 13 de diciembre de 2023. (The New York Times).

Por más de dos horas, Madonna evitó los caminos más sencillos para contar su historia. Después de la primera sección, el concierto se tomó libertades cronológicas, y en su lugar se basó en temas: su sexualidad audaz (“Erotica”. Presentada en un ring de boxeo, así como “Justify My Love”, escenificada casi como una orgía); su búsqueda de amor (una versión lasciva de “Hung Up”, y una favorita de los aficionados “Bad Girl”); su rebeldía aguerrida (la destacada desde siempre “Don’t Tell Me”, con su estilo vaquero). Condimentó el espectáculo con referencias a giras y videos del pasado, pero evadió las más obvias (“Papa Don’t Preach”, “Express Yourself”) para presentar en cambio “Die Another Day”, el tema del agente 007 con un arreglo particular, además de una versión acústica y mordaz de “I Will Survive”, originalmente interpretada por Gloria Gaynor.

El número más espectacular del espectáculo fue “Like a Prayer”, que cantó en un dramático carrusel junto a bailarines sin camisa que posaban imitando la crucifixión de Jesucristo. El bajo eufórico del remix ofrecía tensión, y un corte rápido a “Unholy” de Sam Smith y Kim Petras subrayó la influencia perdurable de la pista original.

Madonna nunca antes se había entregado a la nostalgia, y en este concierto quedó claro por qué. En la década de 1980, Madonna modificó las expectativas de lo que podía lograrse con una carrera en el pop. En la década de 1990, probó hasta qué punto podía expresar explícitamente sus deseos. En los 2000, encontró libertad de nuevo en la pista de baile. En la década de 2010, introdujo nuevas voces en su órbita. Pero, en una gira que celebra el pasado, es imposible ignorar el paso del tiempo. Ahora hay menos futuro ante Madonna, y no está claro cómo lo afrontará.

Hasta hace poco, su innovadora carrera era una demostración de fuerza física al parecer imposible. Pero hacia el final de los espectáculos de 2020 para apoyar su último álbum de estudio, “Madame X”, las graves lesiones le pasaron factura. El cuerpo antes inagotable de Madonna le falló pocos días antes del inicio de la gira Celebration, prevista para julio, y fue hospitalizada por una infección.

En el Barclays, dejó que sus bailarines hicieran gran parte del trabajo pesado, aunque ella siguió encargándose de la coreografía —la mayoría de las veces con tacones— durante la mayor parte del espectáculo. A veces, saltando por la pasarela con su melena rubia volando por detrás, parecía la despreocupada novata que puso patas arriba el mundo del pop. Otras veces, un poco rezagada en el ritmo, se convertía en la veterana del escenario que ha soportado décadas de arduo trabajo físico.

Madonna, una notable perfeccionista desde hace mucho tiempo, se mostró más suelta y conversadora durante toda la noche. Hizo varias pausas para dirigirse al público, y se mostró eufórica durante un juguetón homenaje al entorno de los salones de baile que incluyó en “Vogue”, con su hija Estere, de 11 años, como dueña de la pasarela. Durante “Ray of Light”, Madonna pareció divertirse bailando en los confines del ascensor rectangular que la transportó por encima del público.

Madonna conoce desde hace mucho tiempo el poder del video, y la encapsulación más eficaz de su impacto se produjo en un montaje antes del penúltimo acto del espectáculo, que hilvanó los titulares y noticias sobre su incomparable capacidad para conmocionar al mundo y los usó como narrativa. “Lo más controvertido que he hecho es seguir siendo relevante”, dijo en un discurso pronunciado en 2016 en el que destacaba cómo había tenido que luchar continuamente contra los lastres del sexismo y la discriminación etaria.

A los neoyorquinos, señaló en el escenario, no les gusta que les digan lo que tienen que hacer. Pero finalmente ver en retrospectiva quizá le haya mostrado otro camino hacia delante: su bien ganada era del legado. “Algo se acaba”, cantó en “Nothing Really Matters” mientras revoloteaba sola por el escenario, “y algo comienza”.

c.2023 The New York Times Company