Exclusiva: documento confidencial de la ONU revela plan para enviar soldados a Haití

La fuerza armada internacional que la ONU está tratando de formar para ayudar a Haití a desmantelar la amenaza a su estabilidad y asegurar el país para las elecciones podría es una combinación de unidades militares y policiales, pero debe tener el músculo, los activos y la capacidad de recopilación de inteligencia necesarias para luchar contra pandillas de secuestradores fuertemente armadas.

Pero lo más importante es que esa fuerza no sustituiría a la Policía Nacional de Haití (HNP), según un documento confidencial de la ONU obtenido por Miami Herald y que circula entre algunos estados miembros.

“Una fuerza internacional no debe sustituir a Policía Nacional de Haití, sino complementarla, y proporcionarle las capacidades, armas, equipos y conocimientos especializados adecuados”, afirma el documento. “Será fundamental una alta coordinación y división del trabajo entre la fuerza y HNP”.

El documento, titulado “Enhanced Security Support to Haiti, Non-paper”, lleva circulando entre los países miembros desde el mes pasado y ofrece varias opciones para que los países las consideren al sopesar la petición del secretario general de la ONU António Guterres, del gobierno de Haití y de la administración del presidente Joe Biden para dirigir la misión de seguridad en Haití. Estados Unidos, que no quiere liderar un despliegue de tropas en Haití, apoya la misión y es autor de una resolución ante el Concejo de Seguridad de la ONU, que aún no se ocupa del asunto.

El documento de siete páginas, en el que se subraya que no tiene fines de planificación, da una idea de lo que se piensa en la sede de la ONU, donde las naciones que podrían aportar soldados y policías han estado buscando una mayor claridad sobre cómo sería una misión de seguridad en Haití. Guterres escribió por primera vez al Concejo de Seguridad el 8 de octubre de 2022 solicitando ayuda internacional.

La carta de Guterres de octubre se envió en respuesta a una petición de ayuda del primer ministro de Haití, Ariel Henry, quien advirtió del “riesgo de una crisis humanitaria de grandes proporciones”. En aquel momento, una poderosa federación de pandillas había tomado el control del principal puerto marítimo y terminal de combustible del país en Puerto Príncipe, obligando a cerrar hospitales, escuelas y comercios en medio de una epidemia de cólera que se agravaba.

Aunque la terminal de combustible ya no está bajo el control de la pandilla, la situación en el país sigue inestable. El documento de la ONU deja claro que a medida que se intensifican la toma de escuelas por las pandillas, las violaciones de mujeres y niños y la brutalidad en general, la Policía no puede enfrentar la crisis por sí sola. La Policía, mal equipada y con escasos recursos, no solo es un objetivo de las pandillas, sino que “las muertes, los despidos y el aumento de las dimisiones” la han dejado con apenas 3,500 agentes de servicio en un momento dado en todo el país, informa el documento.

Hasta ahora, el secretario general, quien en los últimos días ha pedido “una fuerza internacional robusta” para Haití, no ha ofrecido muchos detalles sobre cómo funcionaría esa fuerza o en qué se centraría. Públicamente, solo ha dicho que no sería una fuerza de ocupación y que estaría compuesta por personal armado proporcionado por una o varias naciones, con un país que se encargaría de la planificación, el mando y las operaciones.

El documento, que responde a las preguntas de los países miembros que están pensando en ofrecer personal uniformado, trata de establecer los parámetros, las reglas de enfrentamiento y el uso de la fuerza, con la esperanza de conseguir que más países se sumen a la iniciativa. Al mismo tiempo, deja claro que Haití es un terreno difícil y que cualquier contratiempo “sería propenso a reacciones violentas”.

Reconoce tanto la reticencia de las naciones a dar un paso al frente como la oposición a que cualquier fuerza extranjera entre en Haití.

“Varios estados miembros han expresado su preocupación ante la posibilidad de que una fuerza de este tipo no sea bien recibida por la opinión pública” dada la larga historia de Haití con tropas extranjeras en su territorio. Las preocupaciones incluyen la opinión pública sobre la soberanía y las percepciones de ocupación, indica el documento.

Reconociendo que “es difícil evaluar exhaustivamente la opinión pública nacional”, el documento subraya que “una estrategia de información y comunicación pública sería esencial para trasmitir mensajes claros sobre el objetivo de la fuerza no perteneciente a la ONU y su obligación de adherirse a las normas de derechos humanos”.

El documento también subraya que, “aunque la transición política y la lucha contra las pandillas deben permanecer separadas, ambas están inextricablemente unidas”.

Desde hace nueve meses, la cuestión del despliegue de una fuerza armada internacional en Haití está en punto muerto, mientras la situación de seguridad, en palabras de Guterres, se vuelve “espantosa y las necesidades humanitarias se disparan”. Jamaica y algunos países africanos se ofrecieron como voluntarios para ayudar, pero están buscando un país lo suficientemente grande como para asumir el liderazgo de tal misión.

Expresando su frustración por la falta de voluntarios, Guterres dijo a los periodistas a principios de esta semana, mientras se preparaba para reunirse con líderes caribeños en Trinidad y Tobago, que “es hora de que todos los que tienen la capacidad de crear las condiciones básicas para que esta fuerza exista se ofrezcan de voluntarios para participar”.

“El problema más importante es que necesitamos contar con países que tengan una fuerza policial capaz y suficiente equipamiento y apoyo logístico para que también puedan ofrecerse de voluntarios”, dijo el lunes. “He visto países africanos que se ofrecen voluntarios, he visto a países del Caribe ofrecerse de voluntarios, pero la mayoría tiene una capacidad limitada”.

El nuevo documento se basa en intervenciones anteriores de la ONU en Haití, en las experiencias del organismo mundial en otros países y en las propias complejidades de la ONU, según una fuente familiarizada con el documento.

Por ejemplo, la mayoría de las naciones africanas que se ofrecieron a ayudar aportarían agentes policiales, pero los expertos en los problemas de las pandillas dijeron que Haití necesita medios militares para librar una guerra de guerrillas urbana. Esto incluye helicópteros y aviones, así como un hospital para atender a los heridos.

Fuerza militar es lo que Brasil, por ejemplo, aportó a la misión de mantenimiento de la paz que se desplegó en Haití en 2004 para estabilizar el país y ayudar a la policía a combatir a las pandillas, después que el entonces presidente Jean-Bertrand Aristide se vio obligado a exiliarse en medio de un sangriento golpe de Estado. Después que una unidad de policía jordana sufrió una emboscada en 2005, los militares brasileños fueron desplegados y acabaron recuperando el control de las pandillas de Cité Soleil y otros vecindarios marginales cercanos a la capital.

Actualmente la situación es mucho peor y mucho más compleja, según los expertos, quienes temen que cualquier despliegue de tropas extranjeras apuntale al gobierno provisional de Haití que llegó al poder luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse el viernes hace dos años.

El documento de debate no dice cuánto costaría la misión y añade que la estrategia de salida se basaría en las condiciones de Haití. Los parámetros incluyen que la Policía Nacional Haitiana tenga capacidad para mantener la libre circulación por las carreteras nacionales y las rutas de abastecimiento del país, una disminución “sustancial y sostenida” de la violencia de las pandillas, la capacidad de Haití para exigir responsabilidades a los grupos delictivos y “condiciones de seguridad propicias para la organización de elecciones”.

El documento también se centra en gran medida en la formación de la Policía haitiana, algo que la misión de mantenimiento de la paz de la ONU no logró antes de cerrar en 2017; también está claro que la operación propuesta no sería ni de lejos de la envergadura del anterior esfuerzo de mantenimiento de la paz, que duró 13 años y costó más de $7,000 millones.

Aunque se habla de la posibilidad de una nueva misión de mantenimiento de la paz de la ONU, tanto Guterres como Estados Unidos y Henry querrían evitarla; sin embargo, si la situación en Haití sigue deteriorándose y ningún país se ofrece voluntario, puede que no les quede otra opción.

Los partidarios de las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU argumentaron que no están pensadas para resolver los problemas de los países, sino para proporcionar el espacio y la estabilidad necesarios para que el gobierno pueda realizar las reformas necesarias y aprobar leyes que apuntalen la estabilidad.

El despliegue de soldados y policías en Haití sería autorizado por el Consejo de Seguridad, menciona el documento, pero, a diferencia de una fuerza de mantenimiento de la paz, tendría “una huella ligera, con baja visibilidad pero alta movilidad y preparación para llevar a cabo una labor policial proactiva conjuntamente con HNP para disuadir la violencia de las pandillas y, conjuntamente con HNP o unilateralmente, llevar a cabo operaciones contra las mismas”.

En el documento, el cuartel general de la ONU subrayó que “la reducción del nivel de violencia de las pandillas armadas es un facilitador necesario y urgente del proceso político y de los preparativos sin contratiempos para las elecciones, [además de que] depende del despliegue de una fuerza internacional especializada no perteneciente a la ONU, solicitada repetidamente por el gobierno haitiano desde octubre de 2022”.

El propio Guterres opinó en el mismo sentido esta semana al dirigirse a los líderes caribeños, los cuales por ahora no apoyan un despliegue de tropas extranjeras, aunque algunos expresaron su disposición a participar.

“Seamos claros: no puede haber seguridad duradera sin instituciones democráticas reforzadas y no puede haber instituciones democráticas fuertes sin una mejora drástica de la situación de seguridad”, dijo.