Europa tiene un vacío de liderazgo. ¿Cómo manejará a Trump?

El presidente electo de EE. UU., Donald Trump, a la izquierda, con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en el centro, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en París la semana pasada. (James Hill/The New York Times)
El presidente electo de EE. UU., Donald Trump, a la izquierda, con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en el centro, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en París la semana pasada. (James Hill/The New York Times)

Con Alemania y Francia sumidas en la agitación política, el nuevo gobierno de Donald Trump comenzará en un momento de inestabilidad para el continente.

Cuando el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se reunió con los líderes europeos para cenar en Bruselas el miércoles, la sombra del presidente electo Donald Trump se cernía sobre la reunión. Pero no es solo el regreso de Trump a la Casa Blanca lo que ha sacudido la respuesta de Europa a la guerra en Ucrania.

También es el desorden político en todo el continente: una oleada de inestabilidad que está despojando a Europa de un liderazgo sólido justo en el momento en que Trump está desafiando su profundo apoyo a Ucrania y su enconada resistencia a la agresión rusa.

Desde Alemania, donde el gobierno del canciller Olaf Scholz acaba de derrumbarse, hasta Francia, donde el presidente Emmanuel Macron se ha visto gravemente debilitado por meses de agitación política interna, las grandes potencias de Europa se encuentran en desventaja mientras se enfrentan al resurgimiento de Trump.

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“No estamos bien equipados, eso está claro”, dijo Wolfgang Ischinger, quien fue embajador de Alemania en Estados Unidos durante la guerra de Irak. “Es un momento horriblemente malo para que mi propio país esté en medio de una campaña electoral, con un debate político bastante polarizador”.

Ischinger, que presidió la Conferencia de Seguridad de Múnich hasta 2022, dijo que se sentía optimista respecto a que Alemania emergiera con un nuevo gobierno, probablemente dirigido por el candidato conservador Friedrich Merz, que pudiera entablar una relación constructiva con el gobierno de Trump.

Soldados ucranianos de la trigésima octava Brigada Separada de Infantería de Marina en una posición cerca de Pokrovsk en noviembre. (Tyler Hicks/The New York Times)
Soldados ucranianos de la trigésima octava Brigada Separada de Infantería de Marina en una posición cerca de Pokrovsk en noviembre. (Tyler Hicks/The New York Times)

Macron, a pesar de todos sus problemas internos, parece decidido a seguir desempeñando un papel enérgico en la respuesta europea a la guerra. Recientemente propuso la idea de enviar una fuerza europea de mantenimiento de la paz a Ucrania, aunque encontró poco apoyo inmediato por parte de otros funcionarios europeos.

Sin embargo, él y otros líderes están preocupados por otros asuntos, desde los problemas económicos hasta el auge de los partidos populistas de extrema derecha. Esto les deja en una situación difícil para responder de forma concertada a lo que podrían ser propuestas de Trump políticamente difíciles de aceptar sobre cómo poner fin a la guerra.

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Esta misma semana, surgieron informes de que los ayudantes de Trump estaban discutiendo un plan para crear una zona de amortiguamiento entre las tropas ucranianas y rusas que sería patrullada por 40.000 soldados europeos. Una propuesta de este tipo causaría indignación en Berlín y Londres, donde la negativa a enviar soldados ha sido un principio rector desde los primeros días de la guerra.

“La zona de amortiguamiento de 800 millas entre Ucrania y Rusia no se va a crear”, dijo Jeremy Shapiro, director de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos con sede en Berlín. “Europa no podría hacerlo sin el apoyo de EE. UU. Pero es una pieza de teatro político muy buena”.

El teatro político es una de las especialidades de Trump, por supuesto, y es probable que suelte otras ideas para poner fin al conflicto después de asumir el cargo. El reto, dijo Shapiro, es que los líderes europeos no se dejen provocar ni dividir por Trump, sino que se aseguren de que Europa tiene un lugar en cualquier negociación diplomática en la que participen Estados Unidos, Ucrania y Rusia.

Es más fácil decirlo que hacerlo, dadas las contracorrientes políticas internas. Alemania está inmersa en un acalorado debate sobre la economía, con su modelo basado en la exportación en peligro por la amenaza de aranceles de Trump. Francia ha caído en la parálisis desde que Macron convocó unas desacertadas elecciones parlamentarias el verano pasado. Un primer ministro, Michel Barnier, ya no está, y su recién nombrado sustituto, François Bayrou, ya está discutiendo con Macron.

Incluso en el Reino Unido, donde los votantes eligieron un gobierno laborista con una mayoría aplastante en julio, el país está sumido en problemas económicos, y además está la amenaza insurgente de un partido antiinmigración, Reform UK, cuyo líder, Nigel Farage, tiene vínculos con Trump.

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El primer ministro Keir Starmer ha expresado su deseo de acercar el Reino Unido al resto de Europa, pero el bréxit impide a cualquier dirigente británico desempeñar el tipo de papel de estadista que su predecesor laborista, Tony Blair, desempeñó a finales de la década de 1990.

Esto deja a Italia y Polonia como improbables abanderados de Europa. La primera ministra de derecha de Italia, Georgia Meloni, ha ganado influencia y los diplomáticos apuestan a que podrá tender puentes hacia Trump. El primer ministro polaco, Donald Tusk, un veterano, tendrá un papel visible cuando Polonia asuma la presidencia del Consejo de la Unión Europea el año que viene.

La Comisión Europea, brazo ejecutivo de la UE, quiere desempeñar un papel activo bajo su presidenta, Ursula von der Leyen. Pero la falta de líderes fuertes en las capitales europeas “sin duda reforzará aún más la actitud desdeñosa y despectiva de Trump hacia la UE, que recordamos de Trump I”, dijo Peter Ricketts, exasesor británico de seguridad nacional.

Gérard Araud, quien fue embajador de Francia en Washington durante el primer mandato de Trump, dijo: “Los tres principales países europeos nunca han estado tan débiles. E Italia y Polonia, que no tienen nada en común, no ocuparán el asiento del conductor, sean cuales sean sus pretensiones”.

Araud, quien participó en la infructuosa campaña de presión europea para persuadir a Trump de que no abandonara el acuerdo nuclear con Irán en 2018, dijo que los líderes europeos estaban reciclando el libro de jugadas que utilizaron durante el primer mandato al cortejar y adular al presidente electo para conseguir sus propios acuerdos.

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Macron colocó a Trump en primera fila en la reciente reapertura de la catedral de Notre Dame. Scholz dijo que le gustaría reunirse con él antes de dejar el cargo, lo que algunos en Alemania interpretan como una apuesta por una invitación a su toma de posesión. Los ayudantes de Starmer hablan muy bien de una cena que él y su secretario de Asuntos Exteriores, David Lammy, tuvieron con Trump en septiembre.

Starmer y Trump volvieron a hablar el miércoles, según el número 10 de Downing Street, que dijo en un comunicado que el primer ministro “reiteró la necesidad de que los aliados se mantengan unidos con Ucrania frente a la agresión rusa”.

Que eso ocurra depende en gran medida de Trump. “O juega con estas debilidades y divisiones”, dijo Araud, “u obliga a los países europeos a unirse, lo que no será una reacción natural e instintiva para ellos”.

Sin embargo, tras casi tres años de cruenta guerra, la política de Ucrania está cambiando también en Europa, de formas que podrían reducir la brecha con Trump. Aunque Merz y Scholz se comprometen a mantener el apoyo militar a Ucrania si son elegidos, han prometido a un público alemán cada vez más receloso que ellos también presionarán para poner fin al conflicto.

“Nos une la voluntad incondicional de hacer todo lo posible para poner fin a esta guerra en Ucrania lo antes posible”, dijo Merz el lunes, en un debate parlamentario antes de la disolución del gobierno.

A diferencia de 2016, cuando Angela Merkel, entonces canciller, tuvo un comienzo frío con Trump en materia de comercio y gasto militar, la Unión Cristianodemócrata de Merz, de tendencia derechista, ha intentado acercarse a personas de la órbita de Trump. El partido incluso envió a un representante, Jens Spahn, a la Convención Nacional Republicana.

El papel de Alemania en la alianza occidental sobre Ucrania es tan central que los diplomáticos estadounidenses dicen que cualquier plan de Trump para poner fin a la guerra tiene que incluirla. Pero las elecciones, previstas para el 23 de febrero, y las negociaciones de coalición que las seguirán, sugieren que la dirección de Alemania podría no estar clara hasta abril o mayo.

“Es un momento dramático”, dijo Amy Gutmann, quien fue embajadora estadounidense en Alemania desde 2022 hasta principios de este año.

“Se une al hecho de que Alemania es una partidaria de Ucrania más fuerte y más importante que nunca”, dijo. “También es más importante que nunca debido a los problemas económicos que aquejan a Europa, y Alemania ocupa un lugar destacado en ello”.

Algunos analistas, sin embargo, sostienen que centrarse en los vacilantes líderes europeos distrae de un problema estructural más profundo puesto al descubierto por Trump: su continua dependencia estratégica de Estados Unidos. Al sugerir simplemente que Estados Unidos no se compromete a prorrogar el apoyo del presidente Biden a Ucrania, dijeron, Trump ha desbaratado el debate europeo.

“Todos los europeos que quieran mantener su postura no podrán hacerlo si los estadounidenses se desplazan al otro extremo del campo”, dijo Shapiro. “Mi predicción es que se reconstituirán en torno a la nueva posición estadounidense”.


Mark Landler
es el jefe de la corresponsalía en Londres del Times. Cubre el Reino Unido así como la política exterior estadounidense en Europa, Asia y Medio Oriente. Es periodista desde hace más de tres décadas. Más de Mark Landler


Jim Tankersley
escribe sobre la política económica de la Casa Blanca y cómo afecta al país y al mundo. Ha cubierto el tema durante más de una docena de años en Washington, centrándose en la clase media. Más de Jim Tankersley

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