Los efectos catastróficos de una política ambiental promovida por los países europeos (y que involucra a EEUU)

Transformar el consumo energético global para reducir las emisiones de carbono, sustituir los hidrocarburos por energías renovables y en general propiciar el cuidado de los ecosistemas son premisas de enorme importancia y pertinencia, máxime cuando el mundo enfrenta un proceso de cambio climático en marcha y de consecuencias potencialmente perturbadoras.

Pero una estrategia de la Unión Europea para incidir en ello ha sido criticada porque, en aras de consumir más “energía renovable”, está motivando la quema de enormes subproductos de las explotaciones forestales en Estados Unidos, Canadá y el este europeo.

Residuos de madera son acumulados para ser convertidos en combustible. El uso de biomasa forestal, que algunos consideran una energía renovable, ha sido criticado. (Bloomberg)
Residuos de madera son acumulados para ser convertidos en combustible. El uso de biomasa forestal, que algunos consideran una energía renovable, ha sido criticado. (Bloomberg)

Un reportaje publicado en Vox plantea esa punzante contradicción. Como parte de sus compromisos en el Acuerdo de París sobre el cambio climático, la Unión Europea se comprometió a que el 20% de su energía provenga de fuentes renovables en 2020 y colocó a la biomasa como una de esas opciones. Ciertamente, la biomasa es una fuente renovable por provenir, en buena medida, de materiales vegetales. Pero la inclusión de la biomasa como una fuente de energía renovable, indica Vox, abrió un enorme mercado para la explotación y consumo de subproductos forestales que, afirman críticos, han producido una distorsión singular: las plantas de energía europeas están quemando materiales provenientes de bosques extranjeros en cantidades enormes, lo que en lugar de ayudar a la preservación medioambiental y a frenar el cambio climático estaría elevando los riesgos en la materia.

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La explotación de bosques para madera deja muchos residuos que no resultan aptos para otros usos, como ramas, hojas, cortezas, malezas y serrín. Pero ahora, esos materiales son comprimidos y procesados de modo que se convierten en combustible para plantas de energía. Son ciertamente materiales renovables, pero su consumo intensivo, sustituyendo al carbón para la generación de electricidad, ha desatado las alarmas de científicos y ambientalistas que señalan que la quema de esos remanentes de la explotación de áreas boscosas anula toda ventaja de la reducción de las emisiones contaminantes implícitas en el uso de esa biomasa en lugar de carbón.

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La merma de bosques, que recapturan naturalmente el bióxido de carbono y liberan oxígeno, en realidad altera todo el esquema y hace que el uso energético de biomasa proveniente de los residuos de la explotación forestal no resulte necesariamente benéfico, pues podría catalizar la tala, perpetúa el uso extensivo de combustibles contaminantes y a la larga afectará negativamente el balance de carbono atmosférico, señalan los detractores de esta práctica.

En contrapartida, los defensores del uso de biomasas forestales, comenta Vox, señalan que no se realiza necesariamente tala adicional para generar ese subproducto sino que la industria forestal simplemente está aprovechando material que de otro modo se desperdiciaría, se dejaría en el lugar donde se pudre o se retiraría de todos modos. Y añade que la limpieza extensiva de bosques talados, al retirar la biomasa residual, ayuda a la reforestación y al crecimiento más rápido de nuevos árboles. De ese modo, se afirma, las emisiones de la quema de esa biomasa se compensan, a la larga, con la aparición de nuevos bosques más amplios que los anteriores.

La tentación de utilizar esa biomasa es considerable. Por ejemplo, una sola planta en el norte de Inglaterra consume cerca de una cuarta parte de toda la producción de biomasa forestal comprimida y cerca del 60% de ella es proveniente de bosques estadounidenses. Con ella genera electricidad, sustituyendo al carbón, que alimenta el 10% de la red eléctrica británica y recibe subsidios públicos sustantivos, de cerca de 1,200 millones de dólares anuales.

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Situaciones similares se dan en otros países europeos y se espera que para el año 2020 la biomasa provea el 60% de la energía renovable en la Unión Europea. Una situación que, señala Vox, Estados Unidos podría comenzar a emular. Por ejemplo, activistas han criticado que la Agencia de Protección Ambiental estadounidense esté planteando que la biomasa es una fuente de energía neutral en términos de emisión de carbono, afirmación que ellos cuestionan, de acuerdo a The Nature Conservacy.

Así, la biomasa se ha vuelto una opción muy atrayente, pero que en todo caso levanta punzantes preguntas: ¿se seguirá quemando combustible para producir energía, así sea con un substituto menos nocivo que el carbón y los hidrocarburos, y con ello liberando más dióxido de carbono a la atmósfera justo cuando es necesario recortar esas emisiones? ¿No es esa biomasa una salida fácil que frenará el desarrollo de energías renovables más limpias como la solar o la eólica? Son preguntas de gran calado.

Se alerta que la tala podría incrementarse motivada por la producción de biomasa para alimentar plantas de generación eléctrica. (Getty Images)
Se alerta que la tala podría incrementarse motivada por la producción de biomasa para alimentar plantas de generación eléctrica. (Getty Images)

Y aunque un eventual crecimiento de bosques compensase en años futuros las emisiones de la quema de biomasa, como se afirma, muchos científicos señalan que las emisiones extra de hoy serán de un peso decisivo en el balance climático global y, por ende, el posible balance futuro llegaría demasiado tarde o sería de un impacto mucho menor.

En todo caso, el uso de esa biomasa forestal como combustible “renovable” en la producción de energía está generando ingresos atractivos para los productores y, gracias a los subsidios, se vuelve una opción económicamente atractiva para la generación eléctrica en Europa. Pero aunque hay elementos que consideran a ese proceso comparativamente menos nocivo que el uso de otras energías más contaminantes, científicos citados por Vox consideran que todo el asunto es un camino equivocado y que topa con pared. Y que por añadidura podría convertirse en un factor negativo más en el contexto del cambio climático.

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Por ello, muchos llaman por abatir el uso de biomasa para esos fines, pues la consideran un riesgoso espejismo. Otros, en cambio, insisten en verla como una alternativa neutral en cuanto a la emisión de carbono, renovable y económicamente atractiva. El debate al parecer no hará sino intensificarse.

Al grado de que el pasado lunes se presentó una demanda en contra de la Unión Europea, ante la Corte Europea de Luxemburgo, con participantes de Eslovaquia, Estonia, Francia, Irlanda, Rumania, Suecia y Estados Unidos que demanda sea eliminada a la biomasa como una fuente renovable, por considerar que al ser considerada de ese modo no se tomó en cuenta evidencia científica sobre los efectos nocivos para el clima de la explotación y quema de materiales forestales, informó el portal Euroactiv.

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