Europa también enfrenta a Musk por el manejo de X y la disputa puede desatar una catástrofe

Elon Musk, dueño de Twitter, y Thierry Breton, comisario de Mercado Interior y Servicios de Europa
Elon Musk, dueño de Twitter, y Thierry Breton, comisario de Mercado Interior y Servicios de Europa - Créditos: @Agencia AFP

PARÍS.- Además del enfrentamiento de Elon Musk con la justicia brasileña que llevó al bloqueo de X en Brasil, desde hace meses, el multimillonario sudafricano y la Unión Europea (UE) avanzan vertiginosamente en una trayectoria de colisión que, en poco tiempo, puede provocar una catástrofe de dimensiones planetarias.

Si faltaba alguna prueba, el empresario libertario aportó la última evidencia el 12 de agosto cuando dialogó en directo con su nuevo ídolo Donald Trump por su red social X. Pocas horas antes, el comisario europeo Thierry Breton le había recordado a Musk las obligaciones de moderación que define la nueva reglamentación europea DSA (Digital Services Act) y la necesidad de suprimir las cuentas ilícitas que alberga X para evitar la “difusión de contenidos peligrosos”. Vigente desde agosto de 2023 y ampliado en febrero de 2024, ese texto –sin precedentes en el mundo– también impone a las redes sociales condiciones de mayor transparencia.

¿Qué razones justificaban la intervención de la autoridad europea en un diálogo que se desarrollaba en Estados Unidos? Breton publicó su carta en un contexto particular: desde comienzos de agosto, Gran Bretaña estaba convulsionada por un vendaval de disturbios, alimentados por intensas campañas de desinformación que circulaban por las plataformas sociales y por X en particular.

Breton temía que la entrevista Musk-Trump pudiera provocar nuevos derrapes susceptibles de agravar la ola de violencia social. La respuesta a esa pregunta es que un tercio de los 600 millones de usuarios de X son europeos. “Por eso vigilamos los riesgos potenciales que puede tener en la UE la diseminación de contenidos (…) de incitación a la violencia, el odio y el racismo en conjunción con acontecimientos políticos o societales” de importancia en el mundo, dijo.

Con su tacto habitual, Musk respondió con un insulto de inusitada grosería, que encontró el apoyo de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE: la presidenta Ursula von der Leyen y otros comisarios tomaron prudente distancia y se negaron a solidarizarse con Breton. La razón de fondo no es ideológica ni económica, sino una sórdida querella que subsiste desde hace años entre esas dos personalidades fuertes que manejan virtualmente la UE.

Aunque no parezca grave a simple vista, ese enfrentamiento representa un conflicto geopolítico de primera magnitud. En caso de faltas graves y repetidas, la directiva europea DSA puede bloquear el acceso de una red social a Europa. Los 27 miembros de la UE también –en forma individual o colectiva– pueden solicitar una indemnización diaria por un monto que puede llegar hasta el 6 % de los ingresos mundiales de la empresa.

En diciembre de 2023, la UE abrió una investigación contra X por incumplimiento de sus obligaciones de lucha contra la desinformación. Como prueba de sus afirmaciones, los investigadores pusieron de relieve el desmantelamiento del equipo de moderadores, el restablecimiento de cuentas prohibidas y el sistema poco eficaz creado por la plataforma para señalar los contenidos ilícitos. X reafirmó su “compromiso” de “respetar la reglamentación”, pero hasta ahora no mostró ningún resultado concreto.

Musk no parece haber tomado en serio esa investigación, pero la UE demostró en el pasado su decisión de combatir los excesos de todo orden de las multinacionales del sector digital. En 2018, Google fue condenada a pagar una multa de 4340 millones de euros por abusar de su posición dominante con Android. Y Microsoft acumuló desde 2004 sanciones por 2198 millones de euros por prácticas monopólicas y abusos de posición dominante en el mercado de sistemas operativos.

Si fue capaz de medirse con Google y Microsoft, dos gigantes que figuran en el top 10 de las principales capitalizaciones bursátiles del planeta, no hay razones para que la UE baje la mirada si tiene que enfrentarse con X.

La sede de Google Irlanda
La sede de Google Irlanda

Europa mostró indirectamente sus músculos a través de Irlanda, país donde X instaló hace años la sede europea del grupo por conveniencia fiscal. En agosto, el gobierno de Dublin lanzó una acción judicial contra el grupo por una utilización de datos que viola las disposiciones de la directiva DSA. El fallo obligó a la plataforma a suspender la colecta de datos de usuarios europeos generados por la inteligencia artificial. La justicia europea, por lo demás, condenó a X a pagar una multa récord de 550.000 euros por despido abusivo de un exempleado.

Inversiones en la zona

El gran problema reside en que Elon Musk no es solo el propietario de la red social X, sino que también dirige el fabricante de automóviles eléctricos Tesla (en el cual controla 13% del capital), Space X, de tecnología de cohetes y transporte espacial; la constelación Starlink, que reúne 4700 satélites de telecomunicaciones y una serie de empresas consagradas a innovar en diversas tecnologías como el tren “Hyperloop” de alta velocidad; y Neuralink, que aspira a crear interfaces cerebro-computadora implantables para mejorar la simbiosis entre humanos y la inteligencia artificial, además de otras iniciativas destinadas a desarrollar tecnologías transformadoras y futuristas.

Con esa plataforma de empresas innovadoras y una fortuna estimada entre 150.000 y 200.000 millones de dólares, ese simple Bachelor of Sciences graduado en la Universidad de Pensilvania es –por sí solo– una potencia mundial más poderosa que un país. Nacido hace 53 años en Pretoria (Sudáfrica), casado y divorciado tres veces, y padre de 11 hijos, tiene poderosas razones para inspirar temor a la UE en su conjunto o en forma individual.

La planta de Tesla en Grünheide, cerca de Berlín (Katrin Streicher/The New York Times)
La planta de Tesla en Grünheide, cerca de Berlín (Katrin Streicher/The New York Times) - Créditos: @KATRIN STREICHER

Alemania no puede ser insensible a los argumentos de Musk, que eligió Grünheide, cerca de Berlín, para instalar la única giga-planta europea de ensamblado de vehículos eléctricos Tesla y producción de baterías, que emplea a 12.000 personas. Ese detalle explica, acaso, la prudencia de la alemana Ursula von der Leyen.

En el contexto actual, ningún país europeo se atreve a enfrentarse con el multimillonario que proyecta construir una nueva giga-factoría en el viejo continente. Ese anuncio le valió ser inmediatamente cortejado por la presidenta del Consejo italiano, Giorgia Meloni, y el presidente francés Emmanuel Macron, que lo recibió cuatro veces desde mediados de 2023. No es fácil ser insensible al charme de una empresa que posee una capitalización de 655.000 millones de dólares.

Breton confía en que la respuesta de Musk no sea más que una reacción –por cierto violenta– pero pasajera, después de un periodo particularmente difícil. Luego de una fuerte caída de ventas, Tesla tuvo que despedir 14.000 empleados en el mundo, es decir 10% de su plantilla. Musk tampoco terminó de cicatrizar las heridas a su amor propio causadas por una huelga de los obreros del grupo, lanzada en Suecia a mediados de año y que se extendió luego a Dinamarca, Finlandia y Noruega.

Emmanuel Macron con Elon Musk, durante una reunión en el Palacio del Elíseo
Emmanuel Macron con Elon Musk, durante una reunión en el Palacio del Elíseo - Créditos: @Agencia AFP

Casi al mismo tiempo de su enfrentamiento con Musk, la UE abrió una serie de encuestas sobre Meta, propietaria de Facebook, e Instagram, por violar las normas de uso por parte de menores, así como contra la plataforma de intercambio de videos TikTok por un plan ilícito de recompensas.

Para Jan Philipp Albrecht, presidente del grupo de expertos Heinrich-Böll-Stiftung y exlegislador de la UE, la ofensiva de Breton contra X no es una iniciativa aislada, sino que forma parte de una ofensiva general contra las redes sociales para demostrarles que con el bloque no se juega: “No podemos quedarnos sentados –dijo– y esperar a que Musk vuelva a tener un comportamiento maduro. Tenemos que asegurarnos de que adhiera al estado de derecho”.