Para un eurodiputado de la ultraderecha alemana, la Argentina de Milei “está en el camino correcto”

El eurodiputado alemán Markus Buchheit, de AfD, de visita por Buenos Aires
El eurodiputado alemán Markus Buchheit, de AfD, de visita por Buenos Aires - Créditos: @DIEGO SPIVACOW / AFV

En el panorama político alemán, el crecimiento en el voto popular del partido de ultraderecha Alternative für Deutschland (AfD) es visto por algunos analistas como un fantasma que evoca el neonazismo y una “amenaza para la democracia”. AfD ya obtuvo la mayoría en las elecciones parlamentarias de septiembre pasado en Turingia y Sajonia, lo que sumó un nuevo revés para los tres partidos de la coalición gobernante en Alemania (socialdemócratas, verdes y liberales), antes de las elecciones legislativas de septiembre de 2025.

De visita en Buenos Aires, donde se reunió con legisladores y empresarios, el diputado del Parlamento Europeo Markus Buchheit, un bávaro de religión católica de 41 años, graduado en Ciencias Políticas y Derecho, reconoció que algunas voces pueden resultar extremistas en su partido. Pero en una entrevista con LA NACION abordó sin vueltas su posición sobre los temas más controversiales: las acusaciones de islamofobia, las propuestas para la deportación masiva de inmigrantes, la salida de Alemania de la Unión Europea, los choques de su partido con la “prensa mentirosa” (Lügenpresse) y la definición de qué es la identidad alemana que la AfD busca defender.

También habló de los cambios político-económicos en la región y la decisión de Uruguay y del gobierno del presidente Javier Milei en la Argentina de “achicar el Estado”. “Me impresiona que no haya sido solo una decisión de Milei o del gobierno, sino de todo el pueblo argentino que vio que no había otro camino. Acá no hubo presión de Estados Unidos ni nada. Fue una decisión de la gente”, dijo.

En septiembre pasado ya había publicado en su cuenta de X un mensaje entusiasta sobre el Presidente titulado “Desregulación en vez de redistribución. Javier Milei te muestra cómo hacerlo”.

Buchheit, legislador del Parlamento Europeo por AfD desde 2019, reelegido este año por un nuevo periodo de cinco años, trabaja en cuestiones de comercio internacional, política industrial y protección del consumidor a nivel de la UE. Está casado con una uruguaya a quien conoció en Bruselas, y tienen una hija pequeña, por lo que visita seguido ambas orillas del Río de la Plata. Habla español con bastante fluidez, usa el voseo y tiene acento rioplatense -aunque no le gusta el mate-, pero para fijar sus posiciones políticas, se siente más seguro hablando alemán o inglés.

Una manifestación de la AfD sobre seguridad energética e inflación, en las afueras del edificio del Reichstag en Berlín .Credito: Christoph Soeder/DPA, vía Associated Press
Una manifestación de la AfD sobre seguridad energética e inflación, en las afueras del edificio del Reichstag en Berlín .Credito: Christoph Soeder/DPA, vía Associated Press

—Abordemos primero una de las cuestiones por las que AfD es más criticada. ¿Qué piensa sobre el tema de la inmigración en Alemania?

—A partir de 2015 hubo en toda Europa, no solo en Alemania, una verdadera invasión. A nuestro país llegaron entre 2,5 millones y 3 millones de inmigrantes. Yo sé que cuando miran la situación desde la Argentina o Uruguay piensan en la gran cantidad de venezolanos o personas de países vecinos que vinieron a estas tierras en los últimos años. Pero la gran diferencia es que ellos comparten una cultura común con ustedes. En general son cristianos, tienen una misma herencia española, hablan su mismo idioma y buscan integrarse a la cultura local. En cambio, la gran mayoría de la gente que vino a Alemania habla árabe, son islámicos y no solo se resisten a integrarse a nuestros hábitos y costumbres sino que buscan imponernos los suyos. Además, el 65% de ellos depende económicamente de nuestros programas de bienestar social aunque ni ellos ni sus padres hicieron jamás ningún aporte económico. Sinceramente, yo siento compasión por la situación de ellos, pero su llegada afectó todo el sistema. Desde las enormes demoras que tenemos ahora para conseguir un turno médico, hasta el aumento de la delincuencia en lugares que históricamente fueron tranquilos. Un periodista decía: ‘Si dejamos que toda la gente de Calcuta venga a Alemania, no mejoramos a Calcuta, sino que convertimos a Alemania en Calcuta’.

—Pero qué hacer ahora. Estamos hablando de millones de personas.

—En primer lugar, necesitamos que cada país europeo recupere el pleno control de sus fronteras. No funciona esto de que sea la Unión Europea la que se encargue del tema fronterizo cuando cada país vive una realidad diferente. Y en segundo lugar, hay que comenzar a deportar inmigrantes.

—¿Usted habla de deportar masivamente a gente cuyos países de origen están en guerra?

—Fue el propio canciller socialdemócrata Olaf Scholz quien en una entrevista con Der Spiegel de hace un año dijo que “hay que deportar personas con mayor frecuencia y más rapidez”. O sea que en Alemania hay un consenso de que estamos en una situación de emergencia que requiere medidas especiales. Muchos de ellos vinieron de Siria y el propio presidente Bashar al-Assad dijo que habrá amnistía para los que regresen. Necesitamos por lo menos poder deportar a los que cometen delitos.

—Uno de los argumentos más repetidos es que los inmigrantes están quitando trabajo a la población local y afectan la economía. Pero lo cierto es que en 2015, el año en que Alemania recibió un récord de inmigrantes, el PBI creció más de lo esperado por la cantidad de trabajadores que se sumaron al mercado laboral.

—Hay dos datos. Ese año muchos de los inmigrantes sirios fueron profesionales calificados con títulos universitarios. Y esa ya no es la situación con la inmigración actual. En segundo lugar, siguiendo su argumentación, ahora estamos teniendo un récord de solicitantes de asilo y migrantes, y el PBI ya no está creciendo. ¿Podemos responsabilizar de eso a la migración o hay muchos otros factores en juego en el manejo de las estadísticas?

"No somos una amenaza para la democracia", sostuvo Markus Buchheit, eurodiputado alemán - Créditos: @DIEGO SPIVACOW / AFV
"No somos una amenaza para la democracia", sostuvo Markus Buchheit, eurodiputado alemán - Créditos: @DIEGO SPIVACOW / AFV

—Muchos acusan también a su partido de ser xenófobo.

—El problema es que usted está hablando con un político casado con una uruguaya que tiene su familia viviendo en Uruguay. Difícilmente podría ser xenófobo.

—¿Islamófobo?

—El hecho de que ustedes en la Argentina sean un país de mayoría cristiana que quiere defender sus raíces, no los hace islamófobos. Nosotros tenemos más de un milenio de historia cristiana, y los valores cristianos que queremos defender están en los cimientos de nuestra cultura y de nuestra identidad.

—¿Cómo definiría entonces la “identidad alemana”?

—Hay muchísimas definiciones. Los Verdes afirman que no existe una “identidad alemana”, otros dicen que “alemán” es “lo que suena alemán”. Pero entonces tenemos la cuestión de varios países y regiones vecinas germanoparlantes que no son hoy Alemania. Yo creo que básicamente la identidad tiene que ver con nuestros valores judeo-cristianos, europeos y democráticos, y por supuesto tenemos todo el bagaje cultural que hicieron nuestros artistas, nuestra música y nuestra literatura. Y definitivamente vemos un declive en estos valores.

—¿Y cree que la gente que viene de países islámicos significan una amenaza a esa identidad?

—No. De ninguna manera. Pero es una cuestión de proporciones. Yo ahora estoy tomando un Gin tonic. Si le pongo un poco de agua, va a seguir siendo Gin Tonic, pero si el 90% es agua, va a dejar de ser Gin Tonic. La población islámica tiene muchos hijos, y ahora hay escuelas donde la mayoría de los chicos son musulmanes. Está el caso de una alumna alemana a la que sus compañeros musulmanes le hacían bullying diciendo que era “comedora de cerdos” porque llevaba sandwiches de jamón. Yo no quiero que mi hija se tenga que vestir con ropa islámica para no tener conflicto con la mayoría de sus compañeros.

—Vamos a otro tema controversial de la AfD. ¿Ustedes impulsan la salida de la Unión Europea?

—La Unión Europea fue un proyecto muy exitoso hasta el Tratado de Lisboa, que entró en vigencia en diciembre de 2009. Cada vez hay más competencias que se resuelven en Bruselas en lugar de ser decisiones de los propios países, por ejemplo la Educación, o ahora estamos discutiendo incluso la Defensa. Eso traba las decisiones políticas propias de cada país. Nosotros los alemanes queremos decidir si está bien o no que haya un crucifijo en las escuelas. No queremos que lo decidan en Bruselas.

Markus Buchheit habla en el Parlamento Europeo
Markus Buchheit habla en el Parlamento Europeo

—¿Pero eso significa que la AfD quiere salir de la UE?

—Eso no es una opción en este momento. Hoy pienso que las diferencias se pueden resolver mediante negociaciones. Por ejemplo, que desde Berlín podamos recuperar y decidir cuál es la mejor política para nuestra agricultura. Nosotros lo podemos hacer mucho mejor que alguien en Bruselas. La salida de la UE sería una ultima ratio si fracasan todas las negociaciones, pero no es algo que estemos pensando ahora.

—Su partido es también definido como “prorruso” ¿Cuál es su posición respecto de la guerra en Ucrania?

—Primero hay una cuestión económica. Fue una decisión del gobierno de Angela Merkel, en vez de diversificar, depender del gas de Rusia. Esa es la situación actual. Y hoy nosotros no podemos arriesgarnos a que Rusia nos corte el suministro de gas.

—Usted analiza el tema desde un perfil económico, pero el conflicto de Ucrania es básicamente una cuestión de valores. No se puede permitir que un país invada impunemente a otro.

—No hay ninguna duda de que Rusia es el agresor que invadió Ucrania. Eso es indiscutible. Pero Alemania no tiene un ejército en condiciones de enfrentar a Rusia. Y la Realpolitik tiene una larga historia en nuestro país. Coincido totalmente sobre la cuestión de valores en la guerra en Ucrania. Pero la gente no “come” valores. Y no podemos poner la economía de los alemanes en riesgo.

—Su partido tiene también un largo enfrentamiento con la prensa a la que acusa de “mentirosa”. ¿Apoya algún tipo de regulación sobre la prensa?

—Los medios de comunicación pública alemanes, radio, televisión y agencias informativas, tienen el mayor presupuesto mundial para el sector. Y el 80% de los periodistas de los medios públicos alemanes son de izquierda o directamente comunistas, algo que no representa el amplio arco político de nuestro país. Que cada periodista haga lo que quiera y piense como quiera. Pero yo no deseo seguir pagando unos 25 euros por mes de mi salario para que ellos hagan propaganda partidista en mi contra con mi dinero. Por eso creo que es necesario recortar el presupuesto de los medios públicos. Ya lo hizo Gran Bretaña con la BBC y no afectó su calidad.

—¿Cómo ve el proceso de cambio en la Argentina bajo el gobierno de Milei?

—Creo que varios países de la región comparten una historia de nepotismo en la administración del gobierno que ha hecho crecer enormemente el Estado. Pero me impresiona que en la Argentina fue la propia gente la que decidió que había que achicar el Estado. La misión del Estado es poner un marco donde se desarrolle una economía liberal. Pero no se puede tener al Estado pagando sueldos a familiares o amigos de cada funcionario. En este sentido creo que Uruguay y la Argentina están por el camino correcto.

—La última pregunta. Algunos consideran que su partido en una amenaza a la democracia especialmente por sus posiciones respecto de la inclusión y la igualdad. ¿Qué dice al respecto?

—Respecto de la igualdad, yo creo más en la igualdad de oportunidades que en el igualitarismo. En cuanto a la inclusión, como le dije, primero hay una cuestión de proporciones. Y eso es lo que está en riesgo ahora en Alemania. Además, si usted defiende la inclusión, qué hacer cuando hay gente que no quiere ser incluida sino que quiere imponer sus valores sobre todos nosotros. De todas maneras, en ningún caso la AfD es una amenaza para la democracia. Es más, nuestro ideal sería una democracia más directa, al estilo suizo, donde la gente tenga mayor participación en las decisiones comunes. Ese es nuestro modelo de democracia.