Estudio revela que el tratamiento farmacológico para las adicciones es más breve en los pacientes negros e hispanos

Suboxone, una versión de patente de la buprenorfina, que se receta para tratar el trastorno por uso de opioides, en Tahlequah, Oklahoma, el 26 de octubre de 2017. (Ruth Fremson/The New York Times)
Suboxone, una versión de patente de la buprenorfina, que se receta para tratar el trastorno por uso de opioides, en Tahlequah, Oklahoma, el 26 de octubre de 2017. (Ruth Fremson/The New York Times)

Los investigadores saben desde hace tiempo que las minorías raciales y étnicas tienen menos probabilidades que los pacientes blancos de que se les receten tratamientos vitales para las adicciones.

Incluso cuando los pacientes negros e hispanos empiezan un tratamiento con buprenorfina (el medicamento más popular para ayudar a quienes están en recuperación para combatir el ansia) la duración habitual de este es más corta que la de los pacientes blancos, según un nuevo análisis de datos publicado el miércoles en la revista JAMA Psychiatry.

El análisis, que clasificó 15 años de datos de recetas por raza y etnia, también reveló que el porcentaje de pacientes de minorías que se trataron con buprenorfina durante más de 180 días (la duración mínima recomendada) fue significativamente inferior al de los pacientes blancos.

De acuerdo con los investigadores, las diferencias raciales y étnicas en cuanto a la duración del tratamiento han aumentado de manera sistemática, sobre todo en los últimos años. La brecha refleja las barreras estructurales (como la inconsistencia en el empleo o la atención médica) a las que se enfrentan algunos grupos incluso después de empezar a trabajar en la recuperación.

El análisis nuevo es parte de un proyecto de investigación en curso cuyo objetivo es “profundizar en los datos desagregados para obtener medidas de eficacia muy específicas (como la duración del tratamiento) que puedan sentar las bases para eliminar las diferencias”, afirmó Mohammad Jalali, profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard, coautor del artículo con varios colegas.

El tratamiento asistido con medicamentos para el trastorno por consumo de opiáceos ha sido objeto de debate en Estados Unidos, ya que fármacos como la buprenorfina (también conocida por la marca Suboxone) y la metadona también son opiáceos. A algunos funcionarios les preocupa que este enfoque fomente el consumo de drogas.

Los investigadores aseguran que los medicamentos, que no producen efectos narcóticos en las dosis recetadas, son vitales para satisfacer la ansiedad y reducir los síntomas de abstinencia cuando los pacientes tratan de recuperarse de las adicciones. Se ha demostrado que los medicamentos reducen al menos a la mitad el índice de mortalidad entre las personas adictas a los opioides.

Suboxone, una versión de patente de la buprenorfina, que se receta para tratar el trastorno por uso de opioides, en Vallejo, California, el 30 de mayo de 2018. (Brian L. Frank/The New York Times)
Suboxone, una versión de patente de la buprenorfina, que se receta para tratar el trastorno por uso de opioides, en Vallejo, California, el 30 de mayo de 2018. (Brian L. Frank/The New York Times)

Según los autores del estudio, la duración del tratamiento es una manera de medir la calidad de la atención al paciente, ya que los tratamientos más prolongados (sobre todo los que duran más de seis meses) se asocian a mejores resultados clínicos a largo plazo.

No obstante, muchos de los resultados de las investigaciones disponibles sobre las adicciones y su tratamiento usan datos que combinan grupos raciales y étnicos, “un problema crónico en la bibliografía médica”, dijo Jalali.

“Si solo analizas los datos agregados, vas a pasar cosas por alto”, añadió.

En un esfuerzo por desarrollar un análisis que estudiara el tratamiento con buprenorfina en estos grupos a lo largo del tiempo, los investigadores utilizaron los datos de recetas a largo plazo de IQVIA, una empresa de tecnología de la información de la salud, para estudiar una muestra aleatoria de 11 millones de recetas de buprenorfina surtidas entre enero de 2006 y diciembre de 2020.

Los investigadores encontraron unos 867.000 episodios durante el tratamiento, es decir, ocasiones en las que un paciente que ya no estaba tomando buprenorfina empezó a tomarlo. (Cada vez que un paciente resurtía una receta de buprenorfina sin un lapso intermedio largo, se le consideraba el mismo episodio del tratamiento).

Pronto descubrieron que las diferencias entre los datos demográficos de los pacientes con acceso a la buprenorfina eran muy marcadas: alrededor del 8,1 por ciento de los pacientes eran personas negras, el 6,3 por ciento eran hispanas y el 84,1 por ciento eran blancas (alrededor del 1,5 por ciento pertenecían a otras razas y etnias).

“No debería sorprendernos”, comentó Ayana Jordan, profesora adjunta de psiquiatría en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, quien estudia la relación entre raza y adicciones. Jordan no participó en el estudio, pero revisó el análisis para The New York Times.

Gracias a más de una década de mensajes públicos en torno a la crisis de los opioides que tenían una “estrategia dispar” en las personas blancas de clase trabajadora, dijo, “estos grupos no tenían idea de que eran parte de la crisis de los opioides, ni se dieron cuenta de que la buprenorfina era un tratamiento adecuado para ellos”.

Los pacientes de las minorías que habían accedido a la medicación también eran menos propensos a seguir resurtiéndola. Cuando los investigadores analizaron la duración promedio de las recetas de buprenorfina de varios grupos, descubrieron que la duración habitual de los pacientes blancos había aumentado desde 2017, pero había disminuido de manera sistemática entre los pacientes negros desde el 2014 y entre los pacientes hispanos desde 2009.

Cuando los investigadores localizaron gráficamente la proporción de episodios durante el tratamiento que duraron al menos seis meses en cada grupo, descubrieron otra brecha: a partir de 2011, todos los grupos raciales experimentaron un aumento en el porcentaje hasta 2016, cuando el porcentaje entre los pacientes negros se invirtió.

Los investigadores batallaron para explicar esos ejes en las entrevistas y dijeron que requeriría especulación o “un análisis muy controlado, algo que claramente que va más allá de este breve análisis descriptivo”, comentó Huiru Dong, coautora e investigadora postdoctoral adjunta en la Facultad de Medicina de Harvard.

Sin embargo, los investigadores externos se complacieron en formular hipótesis. Por ejemplo, Medicaid se expandió en 2014 y el acceso a la buprenorfina aumentó de manera desproporcionada en los códigos postales con mayores porcentajes de habitantes blancos, según Bradley Stein, director del Centro de Políticas de Opioides RAND e investigador principal de políticas médicas en RAND Corp.

Jordan, investigador de las adicciones en la Universidad de Nueva York, le atribuyó las disparidades raciales en la duración del tratamiento a una serie de factores, como la parcialidad de los médicos e incluso las estrategias de comercialización de la buprenorfina.

La duración óptima del tratamiento con buprenorfina es una fuente de “debate muy vivo y activo” entre médicos e investigadores, aseveró Erin Stringfellow, una de las coautoras del estudio. Algunos instan a los pacientes a dejar de tomar el opioide en algún momento, pero otros creen que es mejor continuar con un plan de tratamiento asistido con medicación de manera indefinida.

Aun así, la duración mínima recomendada para el tratamiento con buprenorfina es de seis meses, por lo que todos los expertos coincidieron: las cifras de tratamiento para todos los grupos durante 2020, el año más reciente disponible, eran demasiado bajas.

Para los pacientes blancos, el promedio de la duración del tratamiento era de unos 53 días; para los pacientes negros, de unos 44; y para los pacientes hispanos, de menos de 40.

“Aquí no hay debate. Cincuenta días no es suficiente para nadie", concluyó Stringfellow.

© 2022 The New York Times Company