Estudio revela que pacientes con COVID-19 prolongado tienen más probabilidades de padecer problemas gastrointestinales

Una fotografía combinada sin fecha proporcionada por Minami Tokuyama//MehandruLab en la Facultad de Medicina Icahn en el Hospital Monte Sinaí muestra ACE2, el receptor para SARS-CoV-2 (el virus que causa COVID-19), mostrado en verde, con células epiteliales intestinales en rojo y núcleos celulares en azul. (Minami Tokuyama//MehandruLab en la Facultad de Medicina Icahn en el Monte Sinaí vía The New York Times)

Dolor de estómago, estreñimiento, diarrea, vómito y distensión abdominal, estos son los síntomas que las personas con COVID-19 prolongado informan con frecuencia.

Ahora, un nuevo estudio a gran escala revela que los pacientes con COVID-19 eran mucho más propensos a sufrir problemas gastrointestinales un año después del contagio que las personas que no se infectaron.

El estudio, publicado el martes en la revista Nature Communications, comparó los historiales médicos de 154.068 pacientes con COVID-19 del sistema de la Administración Sanitaria de Veteranos con los de unos 5,6 millones de pacientes con edades y otras características similares que no habían contraído el coronavirus. Los pacientes con COVID-19 tenían un 36 por ciento más de probabilidades de padecer problemas gastrointestinales a largo plazo que no tenían antes del contagio y 9605 de ellos experimentaron problemas que afectaron su aparato digestivo, los intestinos, el páncreas o el hígado.

Los diagnósticos más frecuentes fueron trastornos relacionados con la acidez, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (conocida como ERGE) y la úlcera péptica, que se detectaron en más de 2600 pacientes.

“Al parecer hay cierta desregulación que indica un desequilibrio importante en la producción de ácido”, afirmó el autor principal del estudio, Ziyad Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo del VA St. Louis Health Care System e investigador clínico de salud pública de la Universidad de Washington en San Luis.

Las enfermedades inflamatorias graves (como la pancreatitis aguda y la colangitis, que es la inflamación del sistema de conductos biliares) afectaron a un porcentaje mucho menor de pacientes, no obstante, eran más frecuentes entre los que habían padecido COVID-19 que entre aquellos que no.

“Con todos estos trastornos, hay un aumento del índice de probabilidades, lo que significa que las personas que tuvieron COVID-19 y sobrevivieron 30 días o más tenían más riesgo de presentar uno de estos trastornos”, señaló Saurabh Mehandru, profesor de Gastroenterología en la Facultad de Medicina Icahn en el Hospital Monte Sinaí en Nueva York, quien no participó en el estudio.

Los pacientes con COVID-19 prolongado también tuvieron un mayor riesgo de presentar síntomas gastrointestinales, de los cuales los más frecuentes fueron el estreñimiento, el dolor abdominal y la diarrea.

El estudio, al igual que otros realizados a partir de la base de datos de veteranos, se refiere a una población de pacientes mayoritariamente blancos y varones con una edad promedio de unos 61 años; sin embargo, después de contagiarse de coronavirus se observaron los mismos patrones entre los 37.000 pacientes negros y las casi 17.000 mujeres del estudio, según Al-Aly.

Los pacientes se infectaron durante las primeras olas de la pandemia y dieron positivo en las pruebas de coronavirus entre el 1 de marzo de 2020 y el 15 de enero de 2021, la inmensa mayoría antes de que las vacunas estuvieran disponibles. Al-Aly y Mehandru señalaron que quizá la experiencia era diferente para las personas que se contagiaron en fechas más recientes. Las nuevas variantes del virus podrían tener efectos diferentes, afirmaron, y algunas investigaciones sugieren que las vacunas pueden reducir el riesgo de presentar varios síntomas de COVID-19 prolongado.

Hay varias razones por las que las infecciones por coronavirus pueden provocar problemas gastrointestinales a largo plazo. Mehandru, que ha estudiado algunas causas posibles, dijo que su equipo y otros habían descubierto que una proteína a la que el virus se adhiere en algunas superficies celulares, llamada receptor ACE2, era abundante en el revestimiento del intestino delgado. Esos receptores podrían proporcionar al virus una vía de entrada directa en el sistema digestivo, dijo Mehandru. También es posible que algunos fragmentos víricos permanecieran una vez resuelta la infección, manteniendo activado el sistema inmunitario de los pacientes y generando síntomas relacionados con la inflamación.

Otra posibilidad es la “conexión neurointestinal”, dijo Mehandru, y explicó que “cuando estamos estresados, presentamos síntomas intestinales”, y añadió que “algunos de estos también podrían deberse a un estado generalizado de malestar o enfermedad en otras partes del cuerpo, lo que podría repercutir en el movimiento intestinal o hacer que nos sintamos inflamados o tengamos reflujo ácido”.

Al-Aly afirmó que la mayoría de los pacientes con COVID-19 prolongado presentaban otros síntomas además de problemas gastrointestinales, lo que sugiere que la afección era “demasiado compleja para tener un único mecanismo que la explique toda”.

El estudio nuevo no identificó si determinadas afecciones previas, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, aumentaban el riesgo de sufrir problemas gastrointestinales pos-COVID-19. Al igual que muchos otros estudios de COVID-19 prolongado, este estudio sí reveló que las personas cuyas infecciones iniciales eran lo bastante graves como para justificar cuidados intensivos u otro tipo de hospitalización eran más propensas a padecer síntomas a largo plazo. No obstante, las personas con infecciones iniciales leves (que constituyen la mayoría de los pacientes de COVID-19) corrían un riesgo mayor que las que no se habían contagiado.

Subrayando la importancia de los síntomas posteriores al COVID-19, el estudio descubrió que los pacientes con COVID-19 prolongado corrían un mayor riesgo de padecer problemas gastrointestinales que casi 6 millones de personas de la base de datos de veteranos antes de la pandemia. También reveló que las personas hospitalizadas por una infección por coronavirus tenían más probabilidades de desarrollar problemas gastrointestinales a largo plazo que las hospitalizadas por influenza.

Al-Aly dio una nota de optimismo. Aunque algunos síntomas del COVID-19 prolongado, como la fatiga y la niebla mental, pueden ser intratables durante meses a pesar de las distintas terapias, muchos síntomas gastrointestinales sí son tratables.

“Obviamente, no hay un tratamiento único para todo esto”, dijo, “pero creo que son diagnósticos, signos y síntomas que podrían tratarse”.

c.2023 The New York Times Company