¿Por qué los estudiantes se están conectando a sus clases virtuales a 11.000 kilómetros de distancia?

Max Rodriguez posa para un retrato frente a su casa en Elizabeth, Nueva Jersey, el miércoles 31 de marzo de 2021. (Bryan Anselm/The New York Times)
Max Rodriguez posa para un retrato frente a su casa en Elizabeth, Nueva Jersey, el miércoles 31 de marzo de 2021. (Bryan Anselm/The New York Times)

Faiqa Naqvi, una estudiante de 15 años de primer grado en un bachillerato público de Nueva Jersey, se conecta a sus clases remotas todas las noches desde Pakistán, ubicado en una zona horaria que está 9 horas adelantada.

Max Rodriguez, quien también va a la escuela en Nueva Jersey, se unió a su clase de Ubicación Avanzada de Historia durante aproximadamente 2 meses desde Guayaquil, Ecuador, una ciudad portuaria en la costa de América del Sur.

La compañera de clases de Max, Naobe Maradiaga, de 16 años, participó en las clases desde el norte de Honduras.

En medio de la pandemia, en un año en el que casi nada referente a la escuela ha sido normal, los administradores y profesores están lidiando con nueva complejidad: estudiantes que acceden a las clases virtuales desde fuera de Estados Unidos.

Debido a problemas económicos en casa relacionados con la pandemia o a las necesidades médicas de familiares en el extranjero, algunos estudiantes de comunidades de inmigrantes están conectándose a la escuela desde miles de kilómetros de distancia.

No se sabe con certeza cuán extendida está la práctica. Pero los inicios de sesión desde fuera del país se han vuelto cada vez más comunes desde finales del otoño, cuando mejoraron los niveles de comodidad y accesibilidad de los viajes aéreos y se acercaron las fechas populares vacacionales para las visitas al extranjero, según educadores en Nueva York y Nueva Jersey, así como en lugares más lejanos como Florida y California.

Algunas familias dijeron haber aprovechado la nueva movilidad otorgada por la educación virtual para planificar visitas prolongadas a familiares que no habían visto en años.

Max Rodriguez posa para un retrato frente a su casa en Elizabeth, Nueva Jersey, el miércoles 31 de marzo de 2021. (Bryan Anselm/The New York Times)
Max Rodriguez posa para un retrato frente a su casa en Elizabeth, Nueva Jersey, el miércoles 31 de marzo de 2021. (Bryan Anselm/The New York Times)

Otros han abandonado temporalmente el país para cuidar a familiares enfermos y algunos les han dicho a directores y maestros que enviaron a sus hijos al extranjero porque necesitaban que alguien los ayudara a cuidarlos para poder seguir trabajando en empleos que no se pueden realizar desde casa.

“Los inmigrantes recién llegados son los que la tienen más difícil”. dijo Aixa Rodriguez, quien enseña Inglés como nuevo idioma en una secundaria en la ciudad de Nueva York. “No tienen a nadie aquí que los ayude”.

Durante los últimos meses, al menos uno de sus estudiantes inició sesión desde fuera de Estados Unidos.

Nate Floro, un maestro de bachillerato en la ciudad de Nueva York, dijo que tres de sus estudiantes se habían estado conectando a clases desde Yemen, Egipto y la República Dominicana.

La práctica, dijo Rodriguez, es un secreto a voces entre los profesores mientras los padres luchan por manejar el número limitado de días y horas en que los estudiantes pueden asistir en persona a las clases y la amenaza constante del cierre de las escuelas por el COVID-19.

“La realidad es que los padres no puedan manejar esta inconsistencia”, dijo Rodriguez, quien vive en el Bronx y lidera MORE, Movement of Rank and File Educators (Movimiento de Educadores de Base), un grupo de defensa de la justicia social dentro del sindicato de maestros. “Estos padres tienen que trabajar y no tienen opción”.

La disposición de poner a un hijo bajo el cuidado de un familiar en otro país en medio de una pandemia, dijo Rodriguez, “te habla de una necesidad y desesperación que no han sido resueltas”.

Al agregar un nivel de complicación a la educación remota, la tendencia tiene el potencial de agravar la pérdida de aprendizaje, dicen los expertos, en particular en las comunidades pobres y de minorías que ya de por sí están plagadas de brechas en el rendimiento.

“Una cosa es decir que los niños pueden conectarse en cualquier momento, desde cualquier lugar”, dijo Mike Magee, director ejecutivo de Chiefs for Change, una red nacional sin fines de lucro de líderes educativos. “Pero si se han ido a un lugar donde tienen que iniciar sesión a las dos de la mañana, eso no suena para nada ideal”.

Danielle Filson, portavoz de las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York, el distrito más grande del país en el que las aulas ya están abiertas a estudiantes de todas las edades, dijo que no podía proporcionar datos sobre los estudiantes que podrían estar conectándose desde el extranjero.

En Nueva Jersey, los funcionarios de dos de los distritos más grandes del estado, Paterson y Elizabeth, pudieron proporcionar una muestra de los estudiantes que estaban conectándose desde direcciones IP fuera de Estados Unidos. Las escuelas de ambas ciudades han estado cerradas durante más de un año y toda la enseñanza se ha ofrecido de forma remota; Elizabeth espera reabrir sus puertas a algunos estudiantes la próxima semana, pero Paterson tuvo que revertir un plan para reiniciar la instrucción presencial el 3 de mayo y no ha establecido una fecha de regreso.

En Paterson, una muestra reciente de un día de 5400 estudiantes, reveló que 306 de ellos se conectaron desde fuera del país, dijo la superintendente adjunta, Susana Peron. El distrito educa a casi 25.000 estudiantes desde el jardín de infantes hasta el último grado de bachillerato y el número real de estudiantes que están recibiendo clases desde el extranjero podría ser mucho mayor.

“Por supuesto que no lo alentamos”, dijo Peron. “Pero las familias aquí se han enfrentado a tantos desafíos durante la pandemia, que prefiero que aprendan desde cualquier lugar a que no reciban nada”.

Elizabeth, una ciudad de 129.000 habitantes unos 30 kilómetros al suroeste del centro de Manhattan, es una de las comunidades con más inmigrantes en el estado. Más del 75 por ciento de las familias hablan otros idiomas además del inglés en casa y cerca de uno de cada cinco residentes reportan tener ingresos por debajo del nivel de pobreza, según muestran datos del censo.

Según el portavoz Pat Politano, un día a principios de marzo, 679 de los casi 28.000 estudiantes de escuelas públicas se conectaron desde fuera de Estados Unidos. Varias semanas después, días antes del comienzo de las vacaciones de primavera de una semana, 767 estudiantes —cerca del 2,7 por ciento de los estudiantes— se conectaban a las clases desde 24 países, según muestran los registros.

La mayoría fueron registrados desde países del Caribe; la República Dominicana fue el lugar más común. Sin embargo, también hubo 3 estudiantes en otros 3 países: Kenia, Moldavia y Bangladés. Cinco estudiantes —incluyendo a Faiqa— estaban en Pakistán.

“Tuve algunos problemas en casa, así que tuve que venir a Pakistán por un tiempo”, dijo Faiqa en uno de una serie de correos electrónicos.

Ella, su hermana y sus padres salieron de Nueva Jersey a principios de marzo y planean regresar el 20 de abril. Debido a la diferencia horaria en un país que está a 11.000 kilómetros de distancia, Faiqa termina sus clases virtuales cerca de las 9:30 p. m. todos los días.

“Eso me cuesta”, dijo. Aún así, un profesor dijo que Faiqa, que espera convertirse en médica, siempre estaba entre las primeras en responder preguntas.

Los estados tienen reglas de residencia que obligan a los estudiantes a vivir en el distrito en el que asisten a clases.

Sin embargo, ser flexible con la ubicación física de un estudiante durante las clases virtuales es apropiado y legal, siempre y cuando el menor tenga una residencia en el distrito y tenga planes de regresar, afirmó Bruce Baker, experto nacional en financiamiento educativo, que da clases en la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad Rutgers.

Varios profesores dijeron que el problema más común que enfrentan con los estudiantes en el extranjero es una conexión de wifi errática.

Sin embargo, Floro dijo que los estudiantes lo contactan con frecuencia una vez que recuperan el acceso a internet, en busca de orientación o instrucciones sobre la tarea; dos de los tres estudiantes que se conectan desde fuera de Estados Unidos van tan bien o mejor que sus compañeros de clase en Brooklyn, aseguró.

“Con muchos de ellos me sucede que, si no me lo hubieran dicho, ni me habría enterado”, dijo Floro, quien enseña inglés como nuevo idioma y árabe para hablantes nativos en un bachillerato en Bensonhurst.

Funcionarios en la ciudad de Nueva York afirmaron que era posible que los estudiantes se conectaran desde cualquier parte del mundo sin una autorización especial.

“Reconocemos que los desafíos de la pandemia pueden haber cambiado temporalmente las circunstancias de nuestras familias y las escuelas de la ciudad de Nueva York están brindando una sólida enseñanza virtual a quienes han optado por aprender de forma remota”, dijo Filson, portavoz del distrito, a través de un comunicado.

En Carteret, Nueva Jersey, un distrito diverso de 4000 estudiantes en el centro de Nueva Jersey, entre 20 y 30 estudiantes iniciaron sesión desde el extranjero de manera regular durante los últimos meses, dijo la superintendente, Rosa Diaz.

Pero tras una serie de “bombas de Zoom” —interrupciones de extraños que hackearon varias clases en línea— el distrito comenzó a bloquear el acceso a direcciones IP fuera de Estados Unidos a mediados de marzo, dijo Diaz. Además de asegurar la red, también hubo el deseo de alentar a los estudiantes a que regresen a las clases presenciales.

“Queremos que la gente sepa que ya estamos abierto al público y que esperamos que estos estudiantes regresen o al menos estén aquí en el área”, dijo.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company