La estrella del music-hall que se convirtió en activista y trabajó como espía en la IIGM

Josephine Baker está considerada como una de las más grandes estrellas del music-hall parisino de los denominados como ‘locos años 20’ (década de 1920), convirtiéndose en todo un referente para miles de mujeres de su época que contradiciendo a las normas sociales de aquellos tiempos decidieron exponer sus cuerpos al sol con el fin de tostarse (ponerse morenas) y lograr tener un tono de piel oscuro como ella.

Josephine Baker fue una de las estrellas más grandes del music-hall parisino de los años 20, pero también trabajó como espía en la IIGM o activista por los derechos civiles (imagen vía Wikimedia commons)
Josephine Baker fue una de las estrellas más grandes del music-hall parisino de los años 20, pero también trabajó como espía en la IIGM o activista por los derechos civiles (imagen vía Wikimedia commons)

Evidentemente, el color de piel de la artista no era debido a exponerse al sol sino por su ascendencia afroamericana.

Nacida en San Luis (Misuri, Estados Unidos) en 1906, su verdadero nombre era Freda Josephine McDonald. Contrajo matrimonio, con tan solo 13 años de edad, que tan solo duró un año, coincidiendo con un concurso de baile local al que se presentó y ganó y recibiendo la oferta para irse de gira por el país con una pequeña compañía.

A pesar de ser una adolescente, la muchacha decidió embarcarse en aquella aventura que la llevó por diversas capitales estadounidenses. En 1921 (con quince años) conoció en Filadelfia al músico William Baker, con quien contrajo matrimonio y adoptó su apellido, pasando a ser llamada desde entonces Josephine Baker (se separarían un par de años después).

Durante los siguientes años siguió trabajando como bailarina, consiguiendo cada vez mejores contratos y llegando a actuar en salas de fiestas de Broadway (Nueva York), en donde le surgió la oportunidad de viajar, en 1925, hasta Francia donde debutaría en París el 2 de octubre de aquel mismo año, causando furor entre los espectadores parisinos, quienes se enamoraron de inmediato de esta jovencísima artista (acababa de cumplir 19 años).

Los artistas e intelectuales de la época adoraban a Josephine Baker y muchos de ellos la convirtieron en su musa, posando como modelo en numerosos retratos e incluso inspirando canciones, poemas o todo tipo de relatos.

Josephine se había convertido en un soplo de aire fresco en un París que estaba en plena ebullición, siendo uno de los mayores referentes del music-hall y teatro de variedades de la época.

En 1929, durante una gira por Yugoslavia, conoció a Giuseppe Abatino, un falso conde llamado familiarmente ‘Pepito’ y del que se enamoró perdidamente (en realidad se trataba de un albañil siciliano). Este se convirtió en su representante (además de amante) y, según opinan los expertos, fue quien hizo despegar su carrera como una estrella internacional.

En 1936 tuvo la oportunidad de realizar una gran gira por Estados Unidos, regresando a su país de origen como una gran estrella, pero, inexplicablemente, fue criticada y la prensa estadounidense no la trató como estaba acostumbrada que lo hiciera la francesa o de otros muchos países europeos por los que había actuado. Una de las cosas que más le criticaron sus compatriotas fue el acento afrancesado que había tomado en la década que había estado en Francia.

Se ejerció cierta campaña en contra de la artista, llegando a ser acusada de provocadora y de protagonizar un espectáculo con un alto contenido sexual y aquella mala publicidad por parte de los medios llevó a que muchos teatros cancelasen las representaciones, por lo que decidió regresar a París, donde sabía que era tratada con respeto y admiración.

De regreso a Francia, en 1937 Josephine conoció al empresario Jean Lion, con quien se casó (era su tercer matrimonio) y mediante el mismo consiguió la nacionalidad francesa. Dos años después, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la estrella del music-hall sería fichada por la agencia de inteligencia militar del ejército francés con el fin de trabajar como espía y sacar información a los militares alemanes y sus aliados cuando fuese invitada a actuar en embajadas, fiestas o eventos organizados por los nazis o en los que estuviesen invitados.

Tenía una personalidad tan arrolladora que no despertaba sospechas y mientras actuaba y alternaba con personalidades del Reich podía ir consiguiendo todo tipo de información sobre planes y enclaves estratégicos.

Además, Josephine Baker realizó una gran labor durante la IIGM colaborando con la Resistencia francesa, donde se encargó de facilitar la salida del país o poner a salvo a numerosas personas perseguidas por los invasores alemanes.

Esto le valió el reconocimiento tras finalizar la guerra, siendo distinguida con varias de las medallas y títulos otorgados por el ejército y gobierno francés.

Ya en tiempo de paz le surgió la oportunidad de volver a realizar una gran gira internacional, volviendo a visitar los Estados Unidos. Esperaba en aquella ocasión ser recibida con menos hostigamiento por parte de la prensa estadounidense. Tenía la doble nacionalidad y sus dos países (de nacimiento y de acogida) habían sido aliados durante el conflicto bélico, además de haber sido condecorada por los servicios prestados.

El viaje a los EEUU no fue lo bien que le hubiese gustado, viendo cómo todavía existía una gran discriminación racial, no permitiéndole actuar en según qué locales (por su ascendencia afroamericana) o en los que sí podía hacerlo veía como no era permitida la entrada a espectadores negros.

En aquellos momentos entró en contacto con la NAACP (acrónimo de la asociación en defensa de las personas de color), con quienes mantuvo un estrecho contacto y colaboró como activista en numerosas ocasiones. Pero nuevamente la prensa se cebó con ella y llegó a ser acusada de comunista y antiamericana, algo que la obligó a tener que salir del país precipitadamente, el cual no pudo visitar a lo largo de la siguiente década.

En los años 60, una vez levantado el veto hacia su persona en los EEUU siguió visitándolo, pero no como artista sino para colaborar con la NAACP y realizar activismo por los derechos civiles de las personas negras. Se involucró de tal modo que incluso fue una de las oradoras invitadas en la famosa Marcha de Washington de 1963, junto a Martin Luther King.

Como nota anecdótica, tras el asesinato de Luther King en 1968, su viuda llegó a ofrecerle a Josephine Baker ser la líder de la NAACP en sustitución de su fallecido esposo, algo que la artista (y cada vez más activista) tuvo que rechazar, debido a que en aquellos momentos quería centrar su vida en sus hijos adoptados (llegó a tomar la adopción de 13 y a casarse una vez más).

Mucho se ha escrito sobre la vida artística de una de las estrellas más grandes del music-hall y que revolucionó el mundo del espectáculo hace un siglo, pero poco de su faceta como activista, defensora de los derechos civiles y, sobre todo, del importantísimo y arriesgado trabajo que realizó como espía durante la IIGM.

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

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