¿Estados Unidos elegirá alguna vez una mujer presidenta?

A lo largo de su campaña, la vicepresidenta Kamala Harris trató de desviar la atención de las preguntas sobre el significado histórico de su candidatura hacia su deseo de servir como presidenta para “todos los estadounidenses”. (Erin Schaff/The New York Times)
A lo largo de su campaña, la vicepresidenta Kamala Harris trató de desviar la atención de las preguntas sobre el significado histórico de su candidatura hacia su deseo de servir como presidenta para “todos los estadounidenses”. (Erin Schaff/The New York Times)

Después de que Kamala Harris se convirtiera en la segunda mujer en perder una elección presidencial frente a Donald Trump, algunas mujeres se preguntan si el techo de cristal se romperá algún día.

En la ardua escalada hacia el “techo de cristal más alto y duro”, las candidatas presidenciales persistieron y resistieron. Prometieron que no estaban compradas ni dominadas. Sobre todo, creían que el país estaba preparado para ellas. Y, una por una, se les demostró que estaban equivocadas.

Estados Unidos ha estado dirigido por hombres durante sus 248 años de existencia y así seguirá al menos durante cuatro años más. El miércoles, la vicepresidenta Kamala Harris se convirtió en la última mujer en no superar la barrera de género para llegar a la presidencia y la segunda en ser derrotada por Donald Trump.

En todo el país, en cadenas de mensajes de texto, durante viajes al trabajo, en oficinas, con amigos y familiares, las mujeres procesaban el dolor de otra derrota. Las madres consolaban a sus hijas. Otras intentaban averiguar cómo explicar lo que significaba, para sus seres queridos y para sí mismas, que Harris hubiera sido derrotada por un hombre como Trump, quien se había jactado de despojar a las mujeres de sus derechos, de agarrarlas por los genitales y a quien se había considerado responsable de abusos sexuales.

“Estoy aterrorizada por él, para ser honesta”, dijo Nicole Saylor, una votante independiente en Hendersonville, Carolina del Norte, quien ha votado por los demócratas en las últimas elecciones. “Me aterroriza vivir en un país en el que el 51 por ciento de la gente ha votado por quien es intolerante y misógino. Me aterra que la mitad del país piense que eso está bien”.

La derrota de Harris provocó en muchas mujeres una oleada de tristeza y dolor, sin duda. Pero esta vez, había otra emoción en juego. Cuando Hillary Clinton perdió ante Trump en 2016, la rabia y la conmoción habían sido tan palpables que desencadenaron un movimiento de protesta con gorros rosas. Ahora, ante la realidad de que Trump había vuelto a la presidencia con un mandato electoral más amplio que antes, las mujeres de todo el país expresaron una sombría resignación por el hecho de que su país acogiera mejor un segundo mandato de Trump que la idea de una mujer líder.

Las encuestas previas a las elecciones sugerían una división de género, con las mujeres más propensas a apoyar a Harris y los hombres más propensos a apoyar a Trump. (Hiroko Masuike/The New York Times)
Las encuestas previas a las elecciones sugerían una división de género, con las mujeres más propensas a apoyar a Harris y los hombres más propensos a apoyar a Trump. (Hiroko Masuike/The New York Times)

“No hay nada en mi cabeza. No puedo mirar hacia adelante”, dijo Abby Clark, de 42 años, quien hace trabajo de defensa del medio ambiente en Detroit. “No sé cómo planificar. No puedo imaginarme el mundo en el que estaremos ni cómo será realmente. Solo sé que será difícil y duro”.

Al pronunciar su discurso de concesión en la Universidad Howard, Harris no habló de su derrota en términos de género o raza. No habló del techo de cristal. En su lugar, Harris se dirigió directamente a los jóvenes votantes que se habían reunido para verla.

“No dejen nunca de intentar hacer del mundo un lugar mejor, ustedes tienen poder”, dijo Harris. “Tienen poder. Y nunca escuchen cuando alguien les diga que algo es imposible porque nunca se ha hecho antes”.

A lo largo de sus 15 semanas de campaña, Harris, una mujer negra y del sur de Asia, había tratado de desviar la atención de las preguntas sobre el significado histórico de su candidatura hacia su deseo de servir como presidenta para “todos los estadounidenses”, una estrategia que la liberó para desafiar a Trump en cuestiones de política y carácter. Cuando llegó el día de las elecciones, había eliminado por completo su género y el nombre de su oponente de su alegato final, presentando su lucha como una lucha por un futuro más unido.

Harris y su partido lo habían apostado todo por atraer a las mujeres atacando el carácter de Trump y recordándoles que estaba orgulloso de haber nombrado a tres jueces de la Corte Suprema que ayudaron a revocar el caso Roe contra Wade, poniendo fin al derecho constitucional al aborto.

Mostró vídeos del extraño comportamiento de Trump en sus mítines políticos y se centró en sus comentarios despectivos sobre las mujeres, las minorías y los oponentes políticos en la recta final. Invitó a mujeres que se habían visto perjudicadas por las prohibiciones restrictivas del aborto a subir al escenario en sus actos. Tanto ella como sus asesores esperaban que los mítines de Trump sirvieran para recordar su historial con las mujeres.

La senadora Elizabeth Warren, una demócrata de Massachusetts que se postuló para la presidencia en 2020, enmarcó la derrota como una que dolía, pero que aún representaba un progreso en la lenta marcha hacia una mujer en la Casa Blanca.

“Es enormemente decepcionante no cruzar la línea de meta en 2024″, dijo Warren, quien había competido por la nominación demócrata en un campo que incluía a la senadora Amy Klobuchar de Minnesota y a Harris. “Pero hemos recorrido un largo camino en solo una década, y no nos vamos a rendir”.

Por su parte, Trump hizo una jugada agresiva dirigida a los votantes masculinos, y en ocasiones utilizó un lenguaje misógino para describir a Harris, insultando su inteligencia y afirmando que carecía de la resistencia necesaria para liderar el país. En un mitin en Carolina del Norte en los últimos días de la campaña, se rió de un comentario gritado por un asistente que insinuaba que Harris había sido prostituta. “Este lugar es increíble”, dijo.

Harris no respondió a nada de eso.

Algunas mujeres que apoyaron a Trump argumentaron que la derrota de Harris tenía poco que ver con el género.

“Creo que Estados Unidos está listo para la presidenta adecuada”, dijo Fanchon Blythe, partidaria de Trump y miembro del comité republicano, dueña de un salón de uñas en Lincoln, Nebraska. “Kamala no era la adecuada”. Dijo que Tulsi Gabbard, una ex congresista demócrata que se hizo republicana y apoyó a Trump, sería una buena candidata.

Christian Ramírez, de 34 años, una asistente ejecutiva de la Universidad Estatal de Arizona que vive en Phoenix, dijo que había sido demócrata toda la vida hasta las elecciones de 2020, cuando “abandonó el barco” y votó por Trump. Volvió a votar por él en 2024, diciendo que los demócratas la habían perdido en varios temas.

“Estaban tratando de ponerlo como: ‘Oh, Trump está en contra de las mujeres. Kamala está a favor de las mujeres’”, dijo. “Pero no creo que se reduzca a eso. Se reduce a muchas más políticas que solo el aborto”.

Al final, más de 105 años después de que se aprobara la 19ª Enmienda para prohibir a los estados negar a las mujeres el derecho al voto, y 59 años después de que se aprobara la Ley del Derecho al Voto para garantizar que todas las mujeres negras y otras pudieran ejercer ese derecho, los estadounidenses volvieron a decidir en contra de enviar a una mujer a la Casa Blanca.

Harris había intentado deliberadamente que los estadounidenses la vieran en ese papel. Estuvo al lado del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, visitó a la población de los estados afectados por huracanes y pronunció el discurso de cierre de su campaña frente a la Casa Blanca.

Mientras analizaban los resultados de unas elecciones que habían mostrado un movimiento hacia Trump entre casi todos los grupos demográficos de votantes, los demócratas hacían examen de conciencia el miércoles, cuestionando hasta qué punto el género de Harris influyó en su derrota.

“Creo que todo importó”, dijo Jane Kleeb, presidenta del Partido Demócrata de Nebraska. “Raza, sexo, ciudad, zona rural, etc. Llevamos 20 años con una estrategia de campo de batalla. No ha funcionado”.

Estados Unidos va por detrás de otras naciones —Gran Bretaña, Alemania, Israel, India, Canadá y, este año, México— que han elegido a mujeres como líderes. A pesar de la larga espera, Estados Unidos no está ni mucho menos solo. Numéricamente, los hombres siguen gobernando el mundo. Solo un tercio de los países de las Naciones Unidas han tenido alguna vez una mujer al frente del gobierno. Solo 13 de los 193 países miembros del organismo están actualmente dirigidos por mujeres, según el Pew Research Center.

Hace ocho años, Clinton, ex primera dama, senadora y secretaria de Estado, ganó el voto popular, pero perdió el Colegio Electoral frente a Trump. En su discurso de concesión, Clinton dijo que esperaba que llegara una mujer y rompiera el techo de cristal “antes de lo que podríamos pensar ahora mismo”.

Esa espera continúa. Y, esta vez, el camino por recorrer parece más incierto.

Dionne Searcey colaboró con la reportería desde Omaha; Kate Selig desde Phoenix y Mesa, Arizona; Christina Morales desde Asheville, Carolina del Norte, y Julie Bosman desde Madison, Wisconsin.


Katie Rogers
es corresponsal en la Casa Blanca. Durante gran parte de la última década se ha centrado en reportajes sobre la presidencia, la familia del presidente y la vida en Washington, además de cubrir una serie de temas de política interior y exterior. Es autora de un libro sobre las primeras damas. Más de Katie Rogers

Dionne Searcey colaboró con la reportería desde Omaha; Kate Selig desde Phoenix y Mesa, Arizona; Christina Morales desde Asheville, Carolina del Norte, y Julie Bosman desde Madison, Wisconsin.

c. 2024 The New York Times Company

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