Esposos, científicos, inmigrantes: las mentes detrás de la vacuna contra el coronavirus

La Doctora Ozlem Tureci y su esposo, el Doctor Ugur Sahin. | Foto: BioNTech via The New York Times)
La Doctora Ozlem Tureci y su esposo, el Doctor Ugur Sahin. | Foto: BioNTech via The New York Times)

Hace dos años, Ugur Sahin subió al escenario en una conferencia en Berlín e hizo una predicción audaz. Al frente de una sala llena de expertos en enfermedades infecciosas, dijo que su compañía podría ser capaz de utilizar su llamada tecnología de ARN mensajero para desarrollar rápidamente una vacuna en caso de una pandemia mundial.

En ese momento, Sahin y su compañía, BioNTech, eran poco conocidos fuera del pequeño mundo de las empresas de biotecnología europeas emergentes. BioNTech, que Sahin fundó con su esposa, Özlem Türeci, se centraba principalmente en los tratamientos contra el cáncer. Nunca había llevado un producto al mercado. La COVID-19 aún no existía.

Pero sus palabras resultaron proféticas.

El lunes, BioNTech y Pfizer anunciaron que una vacuna para el coronavirus desarrollada por Sahin y su equipo era más del 90 por ciento efectiva en la prevención de la enfermedad entre los voluntarios del ensayo que no tenían evidencia de haber sido infectados previamente. Los sorprendentes resultados llevaron a BioNTech y Pfizer al frente de una carrera para encontrar una cura para la enfermedad que ha matado a más de 1,2 millones de personas en todo el mundo.

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“Podría ser el principio del fin de la era de la covid”, dijo Sahin en una entrevista el martes.

BioNTech comenzó a trabajar en la vacuna en enero, después de que Sahin leyera un artículo en la revista médica The Lancet que lo dejó convencido de que el coronavirus, que en ese momento se propagaba rápidamente en algunas partes de China, estallaría en una pandemia en toda la regla. Los científicos de la compañía, con sede en Maguncia, Alemania, cancelaron sus vacaciones y se pusieron a trabajar en lo que llamaron Proyecto Velocidad de la Luz.

“No hay demasiadas empresas en el planeta que tengan la capacidad y la competencia para hacerlo tan rápido como nosotros”, dijo Sahin en una entrevista el mes pasado. “Así que hacerlo no me pareció una oportunidad, sino un deber, porque me di cuenta de que podíamos estar entre los primeros en conseguir una vacuna”.

Después de que BioNTech identificara varias candidatas prometedoras para una vacuna, Sahin concluyó que la compañía necesitaría ayuda para probarlas rápidamente, obtener la aprobación de los reguladores y sacar al mercado a la mejor candidata. BioNTech y Pfizer han trabajado juntos en una vacuna contra la gripe desde 2018 y, en marzo, acordaron colaborar en una vacuna contra el coronavirus.

Desde entonces, Sahin, quien es turco, ha desarrollado una amistad con Albert Bourla, el director ejecutivo griego de Pfizer. El par dijo en entrevistas recientes que se habían unido por sus antecedentes compartidos como científicos e inmigrantes.

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“Sabemos que él es de Grecia y que yo soy de Turquía”, dijo Sahin, sin mencionar el antagonismo de larga data de sus países de origen. “Fue muy personal desde el principio”.

Sahin, de 55 años, nació en Iskenderun, Turquía. Cuando tenía cuatro años, su familia se mudó a Colonia, Alemania, donde sus padres trabajaron en una fábrica de Ford. Creció queriendo ser doctor. Se convirtió en médico en la Universidad de Colonia. En 1993, obtuvo un doctorado en aquella universidad por su trabajo en la inmunoterapia en células tumorales.

Albert Bourla, director ejecutivo de Pfizer (Bryan Derballa/The New York Times)
Albert Bourla, director ejecutivo de Pfizer (Bryan Derballa/The New York Times)

Al principio de su carrera, conoció a Türeci. Ella había querido ser monja y finalmente terminó estudiando medicina. Türeci, quien ahora tiene 53 años y es la jefa médica de BioNTech, nació en Alemania, hija de un médico turco que había inmigrado desde Estambul. El día que se casaron, Sahin y Türeci regresaron al laboratorio tras la ceremonia.

La pareja se dedicó inicialmente a la investigación y la enseñanza, incluso en la Universidad de Zurich, donde Sahin trabajó en el laboratorio de Rolf Zinkernagel, quien ganó el Premio Nobel de Medicina en 1996.

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En 2001, Sahin y Türeci fundaron Ganymed Pharmaceuticals, que desarrolló medicamentos para tratar el cáncer usando anticuerpos monoclonales.

Después de varios años, fundaron también BioNTech, en busca de utilizar una gama más amplia de tecnologías, incluyendo el ARN mensajero, para tratar el cáncer. “Queremos construir una gran empresa farmacéutica europea”, dijo Sahin en una entrevista con el Wiesbaden Courier, un periódico local.

Incluso antes de la pandemia, BioNTech estaba ganando impulso. La compañía recaudó cientos de millones de dólares y ahora tiene más de 1800 personas en plantilla, con oficinas en Berlín, otras ciudades alemanas y Cambridge, Massachusetts. En 2018, comenzó su asociación con Pfizer. El año pasado, la Fundación Bill y Melinda Gates invirtió 55 millones de dólares para financiar su trabajo en el tratamiento del VIH y la tuberculosis. También en 2019, Sahin fue galardonado con el Premio Mustafa, un premio bienal iraní para los musulmanes en ciencia y tecnología.

Sahin y Türeci vendieron Ganymed por 1400 millones de dólares en 2016. El año pasado, BioNTech vendió acciones al público; en los últimos meses, su valor de mercado se ha disparado más allá de los 21.000 millones de dólares, convirtiendo a la pareja en una de las más ricas de Alemania.

Los dos multimillonarios viven con su hija adolescente en un modesto apartamento cerca de su oficina. Van en bicicleta al trabajo. No tienen carro.

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“Ugur es un individuo muy, muy singular”, dijo Bourla, director ejecutivo de Pfizer, en una entrevista el mes pasado. “Solo le importa la ciencia. Discutir sobre negocios no es su especialidad. No le gusta nada. Es un científico y un hombre de principios. Confío en él al 100 por ciento”.

En Alemania, donde la inmigración sigue siendo un tema delicado, el éxito de los dos científicos de ascendencia turca fue motivo de celebración.

“Con esta pareja, Alemania tiene un brillante ejemplo de integración exitosa”, escribió la página web conservadora de negocios Focus.

Un miembro del Parlamento, Johannes Vogel, escribió en Twitter que si dependiera del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, “no habría #BioNTech de Alemania con Özlem Türeci y Ugur Sahin a la cabeza”.

“Si dependiera de los críticos del capitalismo y la globalización”, añadió, “no habría cooperación con Pfizer. Pero eso nos hace fuertes: ¡un país de inmigración, economía de mercado y sociedad abierta!”.

Sahin ha tenido poco tiempo para la política este año. BioNTech ha estado tan ocupada en el desarrollo de una vacuna que la compañía no ha finalizado los detalles financieros de su acuerdo de asociación con Pfizer.

“La confianza y la relación personal son tan importantes en este tipo de negocios, porque todo va muy rápido”, dijo Sahin. “Todavía tenemos un pliego de condiciones y no un contrato final sobre muchas cosas”.

Sahin dijo que él y Türeci se enteraron de los datos de eficacia el domingo por la noche y conmemoraron el momento preparando té turco en casa. “Lo celebramos, por supuesto”, dijo. “Fue un alivio”.

Christopher F. Schuetze colaboró con reportería desde Berlín.

David Gelles escribe la columna Corner Office y es reportero de Negocios. Síguelo en LinkedIn y en Twitter @dgelles.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company

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