España sí paga rescates y son millonarios

Los últimos han sido Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López. Pero antes de ellos fueron Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova en 2014, Ainhoa Fernández y Enric Gonyalons en 2012, Roque Pascual, Albert Vilalta y Alicia Gámez en 2009 o el buque Alakrana y el Playa de Bakio también en 2009 y 2008 respectivamente.

Todos ellos comparten el mismo pasado: el haber sido secuestrados en distintas zonas del mundo (Siria, campamentos de refugiados de Tinduf, Somalia…) por grupos terroristas y haber terminado logrando la liberación tiempo después.

Pampliega, López y Sastre a su llegada a España (Reuters).

¿Cómo? Con el pago de sus rescates. Una investigación del New York Times entre 2008 y 2014 descubrió que España había pagado en ese periodo de tiempo 8,19 millones de euros a Al Qaeda. Un hecho que es extensible al resto de Europa, ya que las estimaciones del rotativo estadounidense apuntan a que el pago de los países europeos a los grupos terroristas es de 123 millones en ese plazo de 7 años.

Los rescates cada vez son más caros

La siguiente pregunta lógica que hay que realizarse es cuánto cuestan estos rescates y cómo se hacen. Lo cierto es que en la última década el precio ha variado sustancialmente. Siendo conscientes los grupos terroristas que estos países pagan, han ido subiendo las tarifas radicalmente.

Si para resolver el secuestro del Playa de Bakio y del Alakrana fueron necesarios 750.000 euros y 2,7 millones respectivamente, en el caso de Fernández y Gonyalons o en el de Pacual, Villalta y Gámez la cifra se fue hasta los 7,5 millones de euros. García Vilanova, Espinosa, Pampliega, Sastre y López se estima que han podido costar hasta 10 millones.

Sin embargo, la mayoría de los Gobiernos democráticos suelen negar u obviar el tema de los rescates. Ellos no pagan directamente, sino que lo hacen a través de terceros países. De cara a la opinión pública es controvertido admitir que se negocia con terroristas y además en el caso de España no hay una partida destinada a ello, por lo que estos gastos se suelen disfrazar como ‘ayuda al desarrollo’ a un tercer país y este es el que efectúa el pago. En el caso de los tres periodistas que acaban de ser liberados ha sido crucial la ayuda de Catar y de Turquía para lograr un final feliz a la situación.

Pero el caso de España no es el único. En los últimos años Alemania (2003, 5 millones), Francia (43 millones de euros en 6 años), Suiza (9,2 millones) o Austria (más de 2 millones) también han optado por la fórmula de pagar para evitar que la sangre de sus locales apareciera en las pantallas de televisión del mundo entero.

Pagar o no pagar, he ahí el dilema

El peligro de hacer caso de las demandas de los terroristas tiene una doble vertiente peligrosa. Por un lado, el secuestro de ciudadanos europeos se ha convertido en una importante fuente de financiación para estas organizaciones terroristas. Los Gobiernos, al pagar rescates, están fortaleciendo las cuentas de los grupos provocando que sea más difícil eliminarles definitivamente.

Por el otro, provoca que los terroristas tengan preferencia por apresar a personas de determinadas nacionalidades por encima de otras. De hecho, el caso de las distintas ramas de Al Qaeda es paradigmático: en los últimos 5 años, un tercio de los capturados han sido franceses.

También es reseñable que un 20% de los secuestrados vienen de países pequeños que no tienen una gran colonia de expatriados, mientras que por ejemplo en el caso estadounidense solo es el 5%.

¿La razón? Que Estados Unidos no paga rescates, aunque ha suavizado su postura en este aspecto en los últimos tiempos, con el caso de James Foley, fotoperiodista asesinado en 2014 por el Estado Islámico, todavía muy presente en la memoria.

James Foley antes de ser asesinado por el Estado Islámico (Reuters).

Javier Taeño (@javiertaeno)