Espía de Cuba que será liberada estaba dispuesta a revelar planes de guerra de EEUU en Afganistán

Ana Belén Montes, la espía cubana convicta que saldrá de prisión en enero, estaba dispuesta a pasar secretos militares sobre la guerra de Estados Unidos en Afganistán si sus jefes en La Habana se lo pedían, incluso si eso resultaba en la muerte de soldados estadounidenses en el terreno, según dijo a los investigadores del FBI después de su arresto en septiembre de 2001.

Montes, quien antes de su arresto era la principal analista de las fuerzas armadas cubanas en el Departamento de Defensa, también pasó información clasificada sobre un programa satelital secreto estadounidense que era tan sensible que a los fiscales se les prohibió usarla si el caso llegaba a juicio. Esa información no estaba relacionada con Cuba, y los investigadores creen que Fidel Castro probablemente se la pasó a otros adversarios extranjeros como el iraquí Saddam Hussein.

“Esa fue la inteligencia no humana más dañina que proporcionó a los cubanos y probablemente a otros adversarios. Y yo la encontré”, dijo el agente retirado del FBI Peter Lapp, quien dirigió la operación encubierta para ingresar al departamento de Montes y copiar el contenido de su computadora.

Montes, quien pasó de ser un analista muy respetada en la Agencia de Inteligencia de la Defensa durante casi 17 años a ser sentenciada a 25 años en una prisión federal por conspiración para cometer espionaje, saldrá de prisión el 6 de enero.

La noticia de su esperada liberación ha ido acompañada de nueva información proporcionada por algunos de los principales actores en el notorio caso de espionaje, que arroja luz sobre el alcance real del daño que ella causó.

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Lapp, coautor con la periodista Kelly Kennedy del libro “Queen of Cuba: The Inside Story on How the Perfect Spy Evaded Detection for 17 Years” (La Reina de Cuba: La verdadera historia sobre como una espía perfecta evadió la detección por 17 años), dijo que cree que la principal motivación de Montes para espiar para Castro no fue, como ella afirmó, un sentido de la injusticia de las políticas estadounidenses hacia la isla y América Latina. En cambio, dijo, cree que nació de un profundo anti americanismo, probado por el hecho de que ella transmitió información que no ayudó principalmente a proteger a Cuba de una posible agresión de Estados Unidos, sino que Castro probablemente trasmitió a otros enemigos de Estados Unidos para su beneficio.

“Ella es antiamericana; ella odia nuestro país”, dijo Lapp. “Cuba era solo el conducto de ese odio”.

Lapp encontró pruebas en su computadora Toshiba de que en 1997 Montes comunicó información a sus contactos cubanos que comprometían un “programa de acceso especial” multimillonario y altamente restringido administrado por la Oficina Nacional de Reconocimiento de Estados Unidos, una agencia independiente tan secreta que ocultó su existencia hasta 1992. La agencia está a cargo de desarrollar y operar los satélites espías de Estados Unidos.

“En un mensaje separado parcialmente recuperado del disco duro de la computadora portátil Toshiba de MONTES, el mensaje revela detalles sobre un Programa de Acceso Especial (SAP) en particular relacionado con la defensa nacional de Estados Unidos”, dice la denuncia penal original contra Montes.

Muy pocas personas conocían ese programa y Montes les dijo a sus jefes en La Habana que ella era una de ellas, según la acusación. Pero ni el nombre de la agencia ni lo que compartió con Cuba se mencionaron en la denuncia debido a su naturaleza clasificada.

La Oficina Nacional de Reconocimiento nunca fue mencionada en relación con el espionaje de Montes hasta que finalmente ese detalle fue desclasificado para una revisión del 2005 por parte de la Oficina del Inspector General del Departamento de Defensa que analizó cómo las agencias federales manejaron la investigación del caso.

Lapp dijo que Montes proporcionó información sobre el Programa de Acceso Especial satelital que habría puesto en peligro sus capacidades de inteligencia. “No tengo ninguna duda de que los cubanos habrían compartido esa inteligencia con otros gobiernos extranjeros hostiles a Estados Unidos,” aseguró.

Confrontada con la evidencia, Montes admitió ante Lapp que sabía que pasar ese material podría tener consecuencias para ella, incluso la pena de muerte. Antes de que pudiera ser informada sobre el programa, en mayo de 1997, Montes firmó un “Acuerdo de no divulgación de información confidencial compartimentada”, que aclaraba que revelar sin autorización tales detalles podría causar “daños irreparables” a Estados Unidos.

“‘Me dio qué pensar‘, me dijo Ana”, recordó Lapp. “Ella dijo: ‘Sé lo grave que era y lo malo que sería para mí legalmente, pero si era tan importante para el gobierno estadounidense, creo que Cuba debía saberlo‘”.

Solo tres meses antes, en 1997, había recibido el Certificado de Distinción de Inteligencia Nacional de manos de George Tenet, el entonces subdirector de Inteligencia Central.

Esa no fue la única instancia en la que Montes estuvo dispuesta a robar secretos estadounidenses que Castro pudo haber vendido o intercambiado y que no ayudaron directamente a Cuba a “defenderse”, como ella afirmó durante su audiencia de sentencia en octubre de 2002.

En 2001, Montes sostenía una relación romántica con otro oficial del Pentágono que ella pensó se estaba tornando seria. Ella le dijo a los interrogadores del FBI, Lapp y su compañero Steve McCoy, que estaba considerando “seriamente” decirles a los cubanos que quería parar de espiar y dejar la agencia. “Ella sabía que no podía tener las dos cosas”, dijo Lapp.

Luego ocurrieron los ataques del 11 de septiembre y Montes asumió nuevas funciones que la colocaron en posición de conocer los planes militares de Estados Unidos para invadir Afganistán. Según el libro de Scott Carmichael “True Believer”, el equipo de vigilancia del FBI la observó tratando de ponerse en contacto con sus contactos cubanos el 14 de septiembre de 2001.

Los principales líderes de la Agencia de Inteligencia de Defensa pensaron que el riesgo de no arrestarla y mantenerla bajo vigilancia era demasiado alto, escribió Carmichael, un ex agente de contrainteligencia de la DIA que ayudó a identificar a Montes como el topo perseguido por el FBI.

Ella fue arrestada el 21 de septiembre en su trabajo, solo 10 días después del ataque a las Torres Gemelas.

Montes admitió más tarde que las sospechas no estaban equivocadas.

Durante los interrogatorios, le dijo a Lapp que a pesar de sus dudas sobre el impacto de su espionaje en su vida personal, si los servicios de inteligencia cubanos se lo hubieran pedido habría seguido espiando para La Habana y pasando secretos militares de la guerra en Afganistán “porque Cuba tenía derecho a saber cómo Estados Unidos libra una guerra moderna”, dijo Lapp.

Cuando él la confrontó con la posibilidad de que las tropas de combate estadounidenses pudieran haber muerto como resultado, ella respondió: “Ese es el riesgo que ellos tomaron”, según el relato de Lapp sobre el intercambio.

“Su insensible desprecio por sus vidas muestra la profundidad de su sentimiento anti americano y el riesgo que habría representado si no hubiera sido arrestada”, dijo Lapp al Miami Herald.

¿Adónde irá?

Montes, conocida como ‘la Reina de Cuba’ en la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, fue una de las espías más dañinas jamás atrapadas. Nacida en 1957 en Alemania de padres puertorriqueños, fue reclutada para espiar para Cuba en 1984 mientras trabajaba en el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Más tarde, buscó empleo en la DIA, donde ascendió de rango y ganó reconocimientos. Pero durante casi 17 años, usó su posición para robar secretos estadounidenses para La Habana. Compartió información sobre los planes militares de Estados Unidos y minimizó la amenaza de Cuba a la seguridad nacional en un informe del Pentágono de 1998 al Congreso ampliamente difundido que concluyó que Cuba representaba “una amenaza insignificante para Estados Unidos o los países vecinos”—informe que años después siguió siendo citado en los medios y utilizado por los legisladores.

Los investigadores del caso concluyeron que Montes reveló las identidades de al menos cuatro agentes de inteligencia estadounidenses y podría haber sido responsable de la muerte de un boina verde estadounidense en El Salvador en 1987.

Era metódica y disciplinada. “Su decisión de espiar fue deliberada fríamente”, concluyó el informe del Inspector General del Pentágono.

Montes no mostró arrepentimiento, defendiendo su decisión de espiar como motivada por su “conciencia”.

“Creo que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta”, dijo en su audiencia de sentencia en 2002. “Y me sentí moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por imponerle nuestros valores y nuestro sistema político”.

Haciéndose eco de la propaganda cubana, agregó: “Nunca hemos respetado el derecho de Cuba a hacer su propio camino hacia sus propios ideales de igualdad y justicia. No entiendo por qué debemos seguir dictando cómo los cubanos deben seleccionar a sus líderes, quiénes no pueden ser sus líderes y qué leyes son apropiadas en su tierra”.

Veinte años después, ella está a punto de salir libre.

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Como parte de su sentencia, será supervisada durante cinco años. Además, el juez le ordenó realizar 500 horas de servicio comunitario, permitir registros aleatorios de sus dispositivos por parte de la policía e incluso pagarle al FBI por un software de vigilancia para monitorear sus actividades en línea si fuera a usar una computadora.

Su oficial de libertad condicional también debe aprobar su uso de Internet y algunas transacciones financieras.

A medida que se acerca la fecha de enero, crecen las especulaciones sobre si ella huirá a Cuba en una muestra final de lealtad.

Pero a lo largo de los años, las autoridades de la isla se han mostrado tibias en el apoyo público a su informante estadounidense.

En un chat de internet en 2002, el entonces ministro de Relaciones Exteriores del país, Felipe Pérez Roque, escribió que sentía “profundo respeto y admiración por la señora Ana Belén Montes”.

“Su accionar estuvo movido por la ética y por un admirable sentido de la justicia”, dijo.

Pero con el paso de los años, los funcionarios de alto rango y los medios estatales nacionales rara vez la han mencionado, y el gobierno cubano no se ha pronunciado públicamente sobre su inminente liberación.

De vez en cuando, su nombre reaparece en los blogs cubanos, y grupos marxistas de “solidaridad” en Cuba y otros lugares han firmado peticiones y cartas pidiendo su liberación. Fidel Castro, sin embargo, nunca convirtió su liberación en una prioridad de política exterior, en marcado contraste con la costosa campaña de propaganda que orquestó durante años para excarcelar a los llamados “Cinco Héroes”, como calificó a cinco de los varios agentes cubanos que integraban la red de espionaje Avispa capturados en Miami en 1998.

El hermano de Castro, Raúl, finalmente llegó a un acuerdo con la administración de Barack Obama para liberar a los tres espías que seguían encarcelados en 2014. Los tres fueron intercambiados por el contratista estadounidense Alan Gross y, en un giro inesperado, por Rolando Sarraf, un ex oficial de inteligencia cubano que se cree pasó secretos criptográficos a las agencias de inteligencia estadounidenses que ayudaron a desmantelar la red Avispa y arrestar a la propia Montes.

Pero a diferencia de los espías cubanos, Montes no era una oficial de inteligencia cubana, y finalmente traicionó a La Habana al cooperar con las agencias de inteligencia de Estados Unidos, ofreciendo información sobre las técnicas de espionaje de Cuba como parte de un acuerdo con la fiscalía.

Para su familia inmediata, su liberación marca un momento difícil, a medida que resurge el tema en los medios de la Florida, donde viven los hermanos y la anciana madre de Montes.

Una declaración de su hermana, Luz Montes, obtenida por el Herald, indica que la familia aún se diente dolida por lo que ella hizo.

“Nuestra hermana cometió traición contra este país y el pueblo de nuestra nación”, dice el comunicado. “Ninguno de nosotros fue consciente de sus acciones en ese momento, y nunca estuvimos de acuerdo ni apoyamos su posición de ninguna manera. Seguimos negando lo que hizo y cualquier declaración que haya hecho o pueda hacer”.

Luz Montes, conocida como Lucy, y uno de sus dos hermanos han trabajado para el FBI, y la agencia los absolvió de cualquier delito relacionado con el espionaje de su hermana. La oficina del FBI en Miami contrató a Luz Montes como traductora, donde ayudó a descubrir la red Avispa.

En su declaración, los hermanos también rechazaron las versiones que ponen demasiado peso en la infancia de Montes y la marca dejada por los enfrentamientos con el padre “muy estricto en cuanto a la disciplina”, como lo describió su madre, Emilia Badillo, en un artículo del Miami Herald publicado en el 2002.

“Todos fuimos criados para ser ciudadanos respetuosos de la ley, con un fuerte sentido moral del bien y del mal”, dice la declaración de la familia Montes. “La decisión de Ana de cometer espionaje se basó únicamente en sus propias convicciones y de ninguna manera fue una reacción o un reflejo de nuestros padres”.

Pero fuera de Florida, Montes no está del todo sin apoyo.

En Puerto Rico, sus acciones han sido enmarcadas de manera bastante diferente por algunos familiares y activistas independentistas, quienes la retratan como una luchadora antiimperialista.

Su prima Miriam Montes-Mock, autora y colaboradora del diario de San Juan El Nuevo Día, dijo en las redes sociales que Montes fue encarcelada “por intentar proteger al pueblo cubano de las agresiones planificadas y perpetradas por el gobierno estadounidense.”

El 28 de febrero, la prima insinuó que Ana sería bienvenida en Puerto Rico.

“Este es el último cumpleaños que ‘celebrarás’ detrás de unas rejas,” escribió Montes-Mock en una publicación de Facebook. “Te espera una vida para rehacer tus días bajo un cielo azulito y sin barreras, con la conciencia más limpia que nunca, repleta de abrazos de tantos que te aman”.

El Herald no pudo comunicarse de inmediato con Montes-Mock. Ella no respondió a una solicitud de comentario enviada a través de Facebook. Un hombre que se identificó como su socio de negocios respondió a un número de teléfono de la agencia de publicidad para la que ella trabaja y dijo: “la instrucción que nos han dado es que no hagamos comentarios”.

Mientras Montes está a punto de continuar su vida fuera de la prisión, su liberación ha llamado nuevamente la atención sobre la penetración del gobierno de Estados Unidos por parte de los servicios de inteligencia cubanos, que Lapp cree que continúa hasta el día de hoy.

“En el momento en que obtuvimos información sobre Montes, había varios casos de UNSUB [Sujeto desconocido] que se examinaron y se abrieron como resultado”, dijo Lapp. “Y la mayoría de ellos nunca han sido identificados. No tengo absolutamente ninguna duda de que los cubanos hasta el día de hoy tienen agencia en el gobierno de Estados Unidos”.

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