El escarnio de Trump hacia los haitianos se remonta a años atrás
WASHINGTON — El expresidente Donald Trump llevaba menos de seis meses en el cargo cuando dejó en claro su desprecio por la gente de Haití, y ofreció un revelador preludio de su reciente aceptación de falsos rumores sobre haitianos que se comían a las mascotas en un pueblo de Ohio.
Insistió una tarde de 2017 en que los inmigrantes de Haití no deberían entrar en Estados Unidos, escandalizando a su jefe de gabinete, secretario de Estado, secretario de Seguridad Nacional y otros reunidos en el Despacho Oval al declarar que los habitantes de la atribulada nación “tienen todos sida”.
Ahora, mientras se postula para un segundo mandato, Trump vuelve a denigrar a los haitianos, parte de un patrón que se remonta años atrás y parece tener sus raíces en los primeros años de la década de 1980, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) estigmatizaron a los haitianos como una amenaza particular en la propagación del sida, lo que provocó años de pánico ante la recién descubierta enfermedad.
Trump, quien dice ser un germófobo, ha persistido en esa creencia desacreditada, a pesar de que fue formalmente abandonada por los CDC hace casi cuatro décadas.
“Tenemos cientos de miles de personas que vienen de Haití. Haití tiene un tremendo problema de sida”, dijo el expresidente a Sean Hannity, presentador de Fox News, en octubre de 2021. “Muchas de esas personas probablemente tengan sida, y están llegando a nuestro país. Y no hacemos nada al respecto”.
En su debate contra la vicepresidenta Kamala Harris la semana pasada, Trump señaló a los haitianos para ridiculizarlos. “En Springfield, esa gente que llegó se está comiendo a los perros. Se están comiendo a los gatos”, dijo. “Se están comiendo... se están comiendo las mascotas de la gente que vive allí”. Prometió llevar a cabo deportaciones masivas de haitianos si vuelve a la Casa Blanca.
Trump y su compañero de fórmula, el senador JD Vance, de Ohio, siguen amplificando los rumores, a pesar de que el gobernador de Ohio ha calificado las declaraciones de “basura” y muchos residentes las tachan de ridículas. El furor ha provocado decenas de amenazas de bomba en Springfield, trastornando la vida en la ciudad.
Pero para Trump, hacer esas declaraciones no es nada nuevo.
A principios de 2018, Trump dijo a un grupo de legisladores republicanos que no tenía intención de apoyar la legislación bipartidista que proporcionaría nuevas formas para que los haitianos inmigraran legalmente a Estados Unidos.
“Un momento”, los sermoneó en una reunión en el Despacho Oval. “¿Por qué queremos aquí a gente de Haití?”. Dijo que Haití formaba parte de una serie de “países de mierda” cuya gente tenía poco que ofrecer. Qué no podemos dejar a Haití fuera, preguntó a los legisladores. La legislación nunca se aprobó, y Trump trabajó para dificultar la inmigración de los haitianos.
Su gobierno canceló el estatus de protección temporal, un programa que busca proporcionar refugio a las personas que huyen de la violencia y los desastres naturales, para decenas de miles de haitianos. Y sus funcionarios dejaron de proporcionar visados de trabajo temporales para los haitianos justo antes del final del mandato del presidente.
La opinión de Trump no cambió cuando Haití se sumió en la violencia de las bandas y el caos tras el asesinato de su presidente en julio de 2021. En la entrevista con Hannity, que se produjo apenas tres meses después del asesinato, Trump dijo de Haití: “Dejamos entrar a todo el mundo. Sean, es como un deseo de muerte. Es como un deseo de muerte para nuestro país”.
Pero las preocupaciones infundadas sobre los haitianos y el sida parecen estar en el corazón del deseo de Trump de mantenerlos fuera.
Trump vivía en Nueva York a principios de la década de 1980, cuando aparecieron en Estados Unidos los primeros informes sobre una misteriosa enfermedad que afectaba el sistema inmunitario. En 1982, los CDC advirtieron de que la enfermedad desconocida estaba causando cáncer y muerte en cuatro categorías principales de personas que llegaron a conocerse como las “cuatro H”: personas homosexuales, hemofílicos, consumidores de heroína y haitianos. La agencia señaló que un grupo de inmigrantes recientes de Haití había contraído la enfermedad, junto con los otros grupos.
El impacto en Haití y su gente fue rápido. El turismo cayó en picada. Los inmigrantes haitianos en Estados Unidos fueron rechazados y temidos. La cobertura informativa de la crisis sanitaria se centró a menudo en los haitianos, incluso después de que el CDC diera marcha atrás en 1985 y retirara a los haitianos de la lista de personas con especial riesgo de contraer la enfermedad. Resultó, según los médicos, que los haitianos contraían la enfermedad de la misma forma que los demás: a través de relaciones sexuales sin protección, transfusiones de sangre y agujas contaminadas.
La cuestión siguió debatiéndose durante algunos años, especialmente en Nueva York, donde Trump estaba construyendo su imperio inmobiliario.
No hay constancia de que Trump mencionara públicamente a los haitianos y el sida en aquella época. Pero sus comentarios mientras era presidente y desde que dejó el cargo sugieren que no ha olvidado las preocupaciones de hace décadas.
“Si nos fijamos en las estadísticas, si nos fijamos en los números, si nos fijamos en lo que está sucediendo en Haití, hay un tremendo problema con el sida”, dijo a Hannity en la entrevista de 2021.
De hecho, las autoridades sanitarias afirman que alrededor del 2 por ciento de la población de Haití, es decir, unas 180.000 personas, tiene VIH, el virus que causa el sida. Se trata de un porcentaje superior al de Estados Unidos, pero muy inferior al de muchos países africanos. Hay pocos indicios de que varios infectados estén emigrando a Estados Unidos.
c.2024 The New York Times Company