El escalofriante testimonio de la mujer que asesinó a su hijastro de 8 años en España

MADRID.- Un sollozo y una palabra: "Sí". Eso fue lo primero que se le escuchó a Ana Julia Quezada, al reconocer haber matado a Gabriel Cruz, el hijo de ocho años de su pareja, y de haber ocultado el cadáver mientras fingía integrar los equipos que durante ocho días lo buscaron por el campo.

Ana Julia Quezada (c), autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, al comienzo de la vista en la Audiencia de Almería. EFE/ Carlos Barba
Ana Julia Quezada (c), autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, al comienzo de la vista en la Audiencia de Almería. EFE/ Carlos Barba

El caso, que ocurrió en febrero del año pasado, conmovió a España y ahora resurge con nuevos detalles y el escalofriante testimonio de Quezada, entonces la pareja de Angel Cruz, el padre del pequeño.

Durante el juicio en su contra, Quezada contó que el día del asesinato, había visto al niño con un hacha en la mano y ella le pidió que la soltara. Entonces comenzó una discusión. "Empezó a gritar: 'a mí no me mandas que no eres mi madre. Eres negra, fea, tienes la nariz fea, no quiero que estés con mi padre. Quiero que mi padre se case con mi madre. Quiero que te vayas a tu país'", continuó Quezada, de nacionalidad dominicana y oficio de peluquera, en su relato.

"Yo simplemente le tapé la boca, no quería hacerle daño al niño. Solo quería que se callara. No quería matar al niño", rememoró, en un duro testimonio.

Captura de video de la señal institucional de la Audiencia de Almería, de Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño <b>Gabriel</b> Cruz, durante su declaración este martes en la segunda sesión de el juicio con jurado popular por el asesinato del pequeño Gabriel Cruz. EFE/Audiencia Provincial Almería
Captura de video de la señal institucional de la Audiencia de Almería, de Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, durante su declaración este martes en la segunda sesión de el juicio con jurado popular por el asesinato del pequeño Gabriel Cruz. EFE/Audiencia Provincial Almería

Según se supo con el avance del juicio, Gabriel agonizó durante 90 minutos antes de morir y durante ese tiempo su homicida fumó un cigarrillo. Luego, al ver que todavía vivía, lo asfixió con una almohada.

Los forenses determinaron que el pequeño recibió fuertes golpes y que finalmente encontró la muerte por asfixia. En el intento por ocultar el cadáver, Quezada quiso descuartizarlo con un hacha. Pero solo consiguió romperle los huesos del hombro.

La fiscalía la acusa de homicidio premeditado y enfrenta una posible pena de prisión perpetua.

La defensa intenta hacer pasar los hechos como homicidio accidental para lograr una reducción de pena.

La acusada pidió perdón por haber matado al niño y sostuvo que no era muy consciente de lo que hacía. "Esos días iba yo muy medicada", sostuvo en su declaración.

Pero no parece que su tesis de la muerte por "accidente" sea aceptada. No solo por los indicios de saña y premeditación que vio la fiscalía sino porque hoy mismo mintió en su declaración.

Aseguró no tener "ningún problema" con su familia política y, a poco de decirlo, la fiscalía dispuso audios en los que hablaba pésimo de la madre del chico al que dio muerte.

"No cabe tanta maldad, hacer tanto daño a un niño", describió la acusación.

Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, este martes a su llegada a la Audiencia Provincial de Almería para declarar en la segunda sesión del juicio. EFE/ Carlos Barba
Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, este martes a su llegada a la Audiencia Provincial de Almería para declarar en la segunda sesión del juicio. EFE/ Carlos Barba

Lejos de la muerte por "accidente", la acusación se centra en que la acusada tuvo un doble móvil: uno económico, con el padre del chico, y otro estratégico, porque el pequeño "la molestaba" en su intento de afianzar la relación.

Durante la búsqueda del chico, la ahora asesina confesa fingía estar desolada y más de una vez habló por los micrófonos para pedir ayuda. La Guardia Civil sospechó de ella y terminó constatando su responsabilidad.