Ernesto Benítez, el maestro torturado en 2003 al que el Estado paraguayo pidió perdón

Asunción, 24 jun (EFE).- Ernesto Benítez, el activista que se define como docente popular, escuchó este lunes del Estado paraguayo una disculpa pública por las torturas que sufrió tras ser detenido en una protesta de campesinos en junio de 2003, que se saldó con la muerte de Eulalio Blanco, cuya responsabilidad también reconoció Asunción, y dejó a otros siete heridos.

Uno de los ocho hijos de un activista contra la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) y de una agricultora de hoy casi 90 años, Benítez recordó en el acto oficial que es sobreviviente "a dos intentos de asesinato y una tortura".

"En 8 años, el Estado, a quien creía representar, dejó grabado en mi cuerpo 9 marcas, cicatrices, sin contar las dolorosas huellas sicológicas. Mi cuerpo es la síntesis, la radiografía del dolor, la violencia y el terror que durante siglos soporta nuestro pueblo", se dolió este hombre, que dejó claro en su discurso que no guarda rencor ni siente odio contra nadie.

En 2003, según la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), Benítez "fue víctima de tortura por agentes del Estado" durante su detención.

Ocho años antes, en 1995, cuando aún era director de la escuela "de la Libertad, José Gaspar Rodríguez de Francia", que fundó a sus 22 años como docente estatal en la lejana comunidad de Tava Guaraní, recibió un disparo de escopeta por el que le fue extirpado parte de un pulmón.

Esa vez perdió la vida Pedro Jiménez, de 18 años, y otras 21 personas resultaron heridas, relató Benítez a EFE.

También reclamó en esta jornada al Estado que presenció con apenas 3 y 5 años las torturas que sufrió su padre en 1973 y 1975, en su propia casa.

Un llamado por la vida y la naturaleza

Y aunque en su discurso, que leyó entre lágrimas, mencionó a algunos de los asistentes y frases en guaraní, se quejó de que el conjunto de instituciones del Estado no puede ser "garante pleno de los derechos humanos" por actuar "en forma parcialista en favor de una minoría", se concentró mayoritariamente en defender el amor, la tierra y la naturaleza.

"Yo sueño con un país, una sociedad diferente. Yo sueño con un Estado que tenga como base, como esencia, como valor supremo, la solidaridad, la hermandad, el humanismo, el amor y el sagrado respeto a la vida", afirmó este docente, que salió en defensa de los indígenas, campesinos, mujeres, niños y jóvenes e incluso abogó por el respeto a los adultos mayores.

(c) Agencia EFE