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Entrevista a Nicolás Saldías, analista de The Economist: “El ataque contra la Corte es muy preocupante y puede dañar la calidad democrática de la Argentina”

La Comisión de juicio político a la Corte Suprema argentina en Diputados
La Comisión de juicio político a la Corte Suprema argentina en Diputados - Créditos: @Enrique Garcia Medina

La calidad de la democracia en América Latina sufre un retroceso continuo desde hace ya siete años, del cual parece imposible avanzar, e incluso podría empeorar. Así lo advirtió el último Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist, que evalúa anualmente la calidad democrática de 167 países en base a distintos indicadores.

La Argentina no escapa a esa actualidad regional. A pesar de haber mejorado su último puntaje en el ranking anual de la revista británica, Nicolás Saldías, coautor del reporte y analista uruguayo-canadiense especializado en la región, señaló que eso solo sucedió por el relajamiento de las restricciones del Covid-19, y advirtió que el país corre el riesgo de decaer en su calidad democrática en el próximo informe. “El ataque contra la Corte Suprema es muy preocupante, eso puede dañar el puntaje de la Argentina en el próximo año”, alertó.

En conversación con LA NACION, explicó que uno de los mayores problemas que enfrenta el país, que lo llevan a ser considerado una “democracia imperfecta”, es la falta de partidos fuertes y la presencia de figuras populistas, un gran desafío de cara a las próximaselecciones.

Además, la Argentina también sufre por otro gran enemigo para la democracia latinoamericana: el narcotráfico, que no solo golpea con fuerza a América Central, sino también a las “democracias plenas” del Cono Sur, Uruguay y Chile.

-América Latina parece estar inmersa en un círculo vicioso del que no puede salir. ¿Por qué la democracia va en caída libre?

-Si separás la región entre América del Sur, el Caribe y América Central, ves que hay una gran diferencia. En América Central y el Caribe baja el puntaje [que obtuvieron en el ranking]. En países como El Salvador, México y Haití ves un derrumbe en el score de esos países porque hay un proceso de autoritarismo en El Salvador, también en México, y Haití es un Estado fallido. En cambio, en América del Sur hay países que han mejorado, como la Argentina, que mejoró por el fin de las restricciones del Covid-19. Chile ahora es categorizado como un país de plena democracia, y Uruguay mejoró todavía más. Y además está el caso excepcional de Perú: bajó mucho por raciones obvias, por el intento de golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, y ahora pasó a ser categorizado como un régimen híbrido. Brasil también es un país donde vemos un score que bajó gracias a la elección presidencial, que tuvo altísimos niveles de polarización, y obviamente el ataque a los edificios de los tres poderes [en Brasilia] influyó también. Pero el punto es que la razón para explicar eso está más en América Central y el Caribe que en América del Sur.

Nicolás Saldías
Nicolás Saldías - Créditos: @Twitter

-¿Por qué entonces solo hay tres democracias plenas en América Latina, teniendo en cuenta que una de ellasm Costa Rica, está en América Central?

-En estos países que son considerados democracias plenas, Uruguay, Chile y Costa Rica, los partidos políticos son muy fuertes. En muchos países de América Latina no existe un sistema de partidos políticos y, si existe, son muy débiles. En Perú vemos esto, por ejemplo. Para tener una democracia fuerte necesitás partidos fuertes. En estos tres países hay partidos con raíces muy profundas en la sociedad y muy longevos. Por ejemplo, en Uruguay el Partido Colorado tiene más de 180 años, y el Frente Amplio ya tiene más de 50 años y fuerte presencia en la sociedad. En otros países esto no existe y resultan más vulnerables a líderes populistas. Vemos esto en la Argentina, en Brasil, en Colombia, en México. Además, hay razones socioeconómicas. En Costa Rica, Chile y Uruguay hay, en comparación con todos los otros países, niveles de pobreza muy baja. Esto es muy importante porque sus Estados son muchos más fuertes. Sus Estados de bienestar son fuertes, no como Canadá o Europa, pero todavía fuertes. Y la desigualdad, al menos en el caso de Uruguay, es muy baja. Y la tercera cosa importante es que son países chicos, con poblaciones chicas. Las demandas en Brasil, en Perú, por ejemplo, con varias regiones y sociedades totalmente diferentes, generan que sea muy difícil gobernar. Que no haya divisiones étnicas, culturales, hasta de idioma en estos tres países ayuda.

-Mencionó como primer punto la necesidad de partidos longevos. ¿En qué difiere el caso argentino con el peronismo?

-El peronismo no es un partido, es una realidad. Un partido no es solamente símbolos. El peronismo tiene símbolos: Evita, Perón, La Cámpora. Pero no es un partido, es decir, no es una organización con instituciones fuertes. El peronismo son gobernadores, personalidades en el Estado, que luchan por el poder. No es una pelea por instituciones y reglas. Es una batalla basada en acceso a recursos y acceso a votos. En ese sentido, la Argentina carece de un partido fuerte. El peronismo no es un partido fuerte, es casi un movimiento social. Y la batalla recae en quién liderará ese movimiento social y el aparato de Estado que el peronismo controle. Por ejemplo, provincias en el interior del país están cooptadas por el peronismo. El caso de Formosa por ejemplo. Eso no es liderar un partido, es capturar el aparato del Estado. Es diferente, muy diferente. Pero en la Argentina vemos algo interesante que, con el tiempo, se están dando movimientos que intentan construir un partido que apuntan a crear instituciones más fuertes. Por ejemplo, Juntos por el Cambio me recuerda a la coalición de [el presidente uruguayo, Luis] Lacalle Pou, en el sentido de que tiene muchos partidos dentro, pero ven un mismo objetivo. Y poco a poco, esa alianza ad hoc está transformándose en una institución que podría ser llamada un partido. Lleva tiempo, pero está pasando. Y si eso está pasando, puede influir al peronismo. Y especialmente si el kirchnerismo es más débil, porque con el kirchnerismo tan fuerte, especialmente con la influencia de Cristina Kirchner en el peronismo actual, es muy difícil ver al surgimiento de un partido desde el peronismo. Otra cosa interesante es ver qué pasa con Javier Milei. Milei empuja al sistema político para hacer las cosas más serias. No solamente ahora existe kirchnerismo contra macrismo. Ahora es kirchnerismo, macrismo, Milei, [Patricia] Bullrich, [Horacio] Rodríguez Larreta. Es importante que existan instituciones partidarias, porque sin eso, no son competitivos. Y yo creo que eso está pasando ahora. Ahora el Frente de Todos tiene intención de voto muy baja en la encuestas. Por eso Milei es interesante, porque puede alimentar la creación de partidos. Milei, si quiere, tiene la oportunidad para crear un partido. Es interesante su fenómeno. Él habla sobre la casta política, pero al mismo tiempo no veo, desde mi perspectiva, que esté creando un partido. Juntos por el Cambio sí, es ejemplar para crear instituciones partidarias. Pero el tema con Milei es que es populista. No es un partido basado en ideas, sino totalmente basado en Mieli. Los partidos existen independientemente de una figura populista, se basan en ideas, en intereses comunes. La Libertad Avanza carece de eso, se basa únicamente en la figura de Milei. No existe otra figura en Libertad Avanza que pueda ser competitiva para él. Pero a la vez, cuando surge un partido, surgen de estos líderes fuertes. Su tarea, para Milei, es transformar el apoyo en su persona en instituciones para crear un partido. La cuestión es si él es capaz de hacer eso. Y lo dudo. Porque su discurso es tan anti-política que es casi en contra de su ADN crear su partido. El peronismo siempre está en esta batalla entre peronismo y kirchnerismo. Ahora veremos qué pasa si Cristina no es candidata. Y por supuesto, queda ver qué pasa con Milei. La Argentina puede salir de esto, puede tener instituciones más fuertes, veo una ruta. Pero si no tiene partidos fuertes, no tiene democracia fuerte. Si no tiene partido fuerte, la gente vota a personajes, no vota ideas, no vota políticas… Y cuando se da esto, cualquier persona puede surgir como presidente.

-¿Por qué Argentina mejoró su puntaje en el ranking?

-Por el fin de las restricciones de Covid-19, fue eso nada más. Este año vamos a ver qué pasa con la Argentina. El ataque contra la Corte Suprema es muy preocupante, eso puede dañar el puntaje de Argentina en el próximo año. Hay un ataque muy feo a las instituciones judiciales. Los discursos de Cristina contra el Poder Judicial son muy dañinos para la democracia argentina. Y hasta el presidente [Alberto Fernández] dice lo mismo. El juicio político a la Corte Suprema es ridículo y totalmente politizado. Entonces la Argentina va a tener un año muy difícil para las instituciones democráticas. Pero lo bueno de todo esto es que las instituciones judiciales en el país son más fuertes ahora que en el pasado. El juicio a Cristina es muy importante para demostrar que la Justicia es mucho más autónoma y madura que en el pasado. En un sistema basado en el uso del aparato estatal para conseguir poder y riqueza, un sistema judicial fuerte va en contra de esto. Y por supuesto veremos una reacción, y la estamos viendo ahora. Lo importante es ver si hay suficiente apoyo político para respaldar al sistema judicial en la Argentina. A fin de cuentas, yo creo que sí lo hay. Pero estamos mirando con mucha precaución para este año.

-El atentado contra la expresidenta, ¿qué dice sobre la democracia argentina?

-La Argentina es un país muy polarizado desde Yrigoyen, podríamos decir, tiene casi 100 años de polarización. El atentado a Cristina es un caso lamentable, por supuesto. Todavía no se sabe bien qué paso, la organización de Revolución Federal... Ahora es interesante ver que con las redes sociales es mucho más fácil que la gente pueda organizar tanto cosas buenas como un atentando en contra de un vicepresidente del país. Eso señala no solo un problema de la Argentina, sino mundial. No encuentro solución que no atente contra libertades civiles. La gente tiene mucho más poder ahora que en el pasado. Estamos hablando de unas pocas personas que se pusieron de acuerdo en el AMBA y decidieron matar a un vicepresidente. Pero de la democracia argentina no dice mucho más de lo que ya sabemos: un país sumamente polarizado, inestable por esta razón, y también es importante notar la figura de Cristina como una líder populista, lo que es un problema. La gente, sin partidos fuertes, ve a los líderes populistas como un problema, no al sistema, no a las instituciones. Entonces quienes se oponen piensan en deshacerse de esa persona y todo va a mejorar. Cristina es una líder, pero no es el Estado. Los problemas del Estado están en una economía que no crece, en las instituciones, en partidos débiles. Si la gente realmente quiere un cambio, y la Argentina obviamente lo necesita, la única manera de hacer eso es tener un debate muy importante basado en ideas y también tener partidos programáticos, con ideas fuertes, con ideología fuerte que puedan ofertar reformas y cambios consistentes para el país. Sin eso, es difícil que la Argentina pueda progresar. Yo creo que ahora hay una oportunidad. La crisis ahora está tocando fondo. No sé cuánto más pueda aguantar la Argentina esa situación. Espero que la próxima elección ayude a crear cambios estructurales en el sistema político.

-¿Cuál es la principal amenaza a la democracia en América Latina?

-Pienso que es el narcotráfico. Obviamente el nivel de narcotráfico es mucho más alto en América Central, donde las rutas de las drogas a Estados Unidos van por esos países y hay mucha violencia para controlarlas. Pero también vemos en América del Sur un surgimiento del crimen organizado basado en el narcotráfico. Si ves a Chile, por ejemplo, tiene una explosión de crimen. [El presidente] Gabriel Boric tiene una aprobación por el piso. Y la razón principal es porque el gobierno no lo puede resolver. Chile es una democracia fuerte con una luz amarilla. Porque tenés un gobierno que no es muy popular y eso va a abrir la puerta a un populista de derecha a lo Nayib Bukele [en El Salvador]. Porque la gente quiere resolver los problemas urgentemente, ahora. Vemos ahora este problema en Uruguay. No tan fuerte, pero existe. Los países del Cono Sur ahora son consumidores de drogas, no solo un punto de tránsito, y eso cambia el tipo de violencia, porque las maras pelean por territorio. Y eso cambia la manera en la que la violencia afecta en la región. En la Argentina se ve en Rosario. El problema con el narcotráfico también es que es muy rentable. Con tanta plata, los narcotraficantes utilizan métodos de corrupción, desde coimas a corrupción a gran escala. Este es un problema que supera incluso a las democracias más fuertes. Es muy difícil combatirlo. No es solo un tema de aumentar la seguridad, necesitás crear políticas sociales que incluyen a un gran porcentaje de la población. La educación es pésima en la región. Se necesita crear caminos para el avance social. Pero el gran problema es que los resultados van a llevar décadas para ver. El problema fundamental es que a la hora de votar la gente no piensa en décadas, piensan en meses. Por eso se necesitan crear partidos fuertes. Porque así los partidos se ponen de acuerdo para aplicar medidas a largo plazo siempre, sin importar quién llegue al gobierno. Nuevamente, sin partidos fuertes, no vas a poder tener democracias fuertes, es imposible.

-El reporte expresa preocupación por el descenso de puntaje de los países con mayor población, México y Brasil. ¿Cómo podría afectar a la región que siguiera decayendo su calidad democrática?

-Obviamente va a ser muy dañino para la región. Porque le va a permitir a líderes de países más chicos a hacer cosas parecidas. El puntaje de Brasil no cayó mucho y no creo que esté en un mal sendero o que pueda convertirse en una autocracia. Pero México es diferente. Andrés Manuel López Obrador es el presidente que Jair Bolsonaro quería ser. Fue exitoso en integrar a los militares en el gobierno. Bolsonaro es excepcional, pero López Obrador es un modelo. Y en cuanto a líderes que son modelos, más preocupante aún es Bukele. ¿Por qué? Porque muchos líderes regionales dicen que Bukele es el modelo que ellos quieren para su país: en Jamaica, el ministro habla del modelo Bukele; en Honduras, Xiomara Castro, que es de izquierda, sigue las políticas de Bukele. En Guatemala, uno de los candidatos en las elecciones dice ser fan de Bukele. Y todo esto vuelve al tema del narcotráfico. Si vas a los datos, los homicidios en El Salvador cayeron rápido y mucho en estos tres años. Y si la gente quiere resultados ahora… Ahí está el problema. La amenaza más grande la región sobre la democracia, que genera temor, es eso: la interacción entre el crimen y un gobierno autoritario. Al mismo tiempo, es difícil imaginar una solución del problema, no hay una buena alternativa. Es difícil para la región solucionar el problema.