Una misteriosa enfermedad asola los campos de kiwis en Italia y tiene a los científicos desconcertados

Productores de kiwi y científicos italianos no saben a qué atenerse con la enfermedad que está asolando las plantaciones de este frutal desde hace algunos años y que no logran identificar para poder combatirla. Está llevando a la ruina a algunos agricultores, obligados a abandonar sus cultivos, y a la frustración de los investigadores, que no encuentran más que trabas en su camino.

Los campos de kiwi italianos llevan años peleando con una misteriosa enfermedad que desconcierta a los científicos. (Foto: Getty Images)
Los campos de kiwi italianos llevan años peleando con una misteriosa enfermedad que desconcierta a los científicos. (Foto: Getty Images)

The Guardian explica en un reportaje publicado esta misma semana que los síntomas visibles de esta enfermedad bautizada como morìa (podría traducirse como muerte) son hojas marchitas que se acaban oscureciendo y pudriendo dejando el fruto sin protección ante el sol. Es ahí donde se aprecian los efectos de la enfermedad, pero en realidad comienza mucho más abajo, en las raíces. Cuando esta arrasa con la parte superior del frutal, ya es tarde. En solo uno o dos años la planta acaba por morir.

El problema comenzó a detectarse en 2012 y desde entonces se ha intentando encontrar una solución, un tratamiento, sin éxito. Recientemente el Gobierno de Giuseppe Conte anunció la apertura de un grupo de trabajo centrado en el estudio de esta misteriosa enfermedad que está acabando con los cultivos del segundo productor a nivel mundial de kiwi. Solo China produce más que Italia.

Teresa Bellanova, Ministra de Agricultura, ha declarado que se enfrentan a una “emergencia” y necesitan “la ayuda de todos los expertos” porque “los daños a la producción están causando graves sufrimientos a las fincas”. En algunos lugares, como Verona, donde se detectó por primera vez la morìa, hay zonas de cultivo completamente abandonadas con agricultores que han desistido tras años de lucha contra un enemigo sin identificar y sin cura. Se les muere, vuelven a plantar y vuelta a empezar.

A día de hoy se calcula que un 25% de los campos de kiwis italianos están afectados y que donde más daño está generando el número de plantas enfermas puede llegar a suponer hasta el 80%. Gianni Tacconi, investigador del Consejo de Investigación y Economía Agrícola de Italia (Crea) que lleva años trabajando con esta fruta, sentencia que “es como el coronavirus, por así decirlo: cuando aparecen los síntomas, ya es demasiado tarde”. Tampoco se muestra demasiado optimista de cara al futuro más inmediato ya que argumenta que si “es difícil para los humanos sanar; para los árboles de kiwi, yo diría que es imposible”.

Durante estos años de investigación se ha dado con un considerable número de patógenos localizados en las plantas afectadas. El problema es que no están siempre presentes, no responden a un patrón y de ahí el desconcierto. Cuando se cree que se está cerca de encontrar una posible causa concreta que permita un tratamiento, todo se desvanece y complica de nuevo.

“Es muy difícil estudiar algo así. Cuando queremos entender la causa de algo, tratamos de aislarlo y realizar un experimento. Pero eso no funciona esta vez porque hay varios factores en juego [...] Todo parece contradecir algo más”, se lamenta el investigador Lorenzo Tosi.

Entres esos muchos factores se encuentran el agua, el nivel de oxígeno del suelo, el calentamiento global, los hongos… Pero algo ha cambiado cuando en zonas donde antes se cultivaba y recolectaba kiwi sin complicaciones ahora se ha tornado una misión de riesgo y casi imposible.

Italia es quién peor lo está pasando con la morìa, pero se han tenido noticias situaciones similares en otros países como Francia, España, Grecia, Turquía, Japón y China. Y al igual que los kiwis, también hay otras plantas y árboles frutales cuya producción se ha visto perjudicada por enfermedades. Sin salir de Italia, al sur, en Puglia una bacteria afecta a los olivos.

El cambio climático, el aumento de las temperaturas o las lluvias extremas han sido señaladas por algunos científicos como posibles causas, pero por ahora son todo teorías e hipótesis.

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