En sus encuentros con líderes negros, Trump ha preferido las sesiones de fotos en vez del contenido

El presidente Donald Trump se reúne con Kanye West en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el 11 de octubre de 2018. (Gabriella Demczuk/The New York Times)
El presidente Donald Trump se reúne con Kanye West en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el 11 de octubre de 2018. (Gabriella Demczuk/The New York Times)
Ja'Ron Smith, asistente del presidente en política nacional, ofrece un discurso en la Convención Nacional Republicana en Washington, el 27 de agosto de 2020. (Pete Marovich/The New York Times)
Ja'Ron Smith, asistente del presidente en política nacional, ofrece un discurso en la Convención Nacional Republicana en Washington, el 27 de agosto de 2020. (Pete Marovich/The New York Times)

En el día de Martin Luther King Jr., en enero de 2017, Donald Trump, en ese entonces presidente electo, le dio la bienvenida a su oficina en la Torre Trump a un grupo de dirigentes defensores de derechos civiles, liderados por el hijo mayor de King.

Luego de un recorrido por la colección de curiosidades de celebridades (las zapatillas deportivas talla 40 de Shaquille O’Neal fueron un punto a destacar), los visitantes le presentaron una propuesta destinada a evitar que las leyes estatales de identificación de votantes privaran de sus derechos a las personas de color.

La delegación no tenía muchas expectativas. Trump había impulsado la mentira de que el presidente Barack Obama no había nacido en Estados Unidos y, en opinión de ellos, había apelado a miedos raciales durante la campaña de 2016. Trump rápidamente destrozó incluso esas modestas esperanzas, al declarar que la baja participación de los votantes negros le había ayudado a derrotar a Hillary Clinton.

“Muchas personas no salieron —muchas personas negras— a votar por Hillary porque yo les agradaba. Eso fue casi tan bueno como obtener sus votos”, afirmó Trump, bajando la voz al momento de decir “personas negras”, en una grabación proporcionada por un participante de la reunión y confirmada como real por otras tres personas. (Un portavoz de la Casa Blanca no cuestionó la veracidad de la grabación).

Trump prometió que consideraría seriamente la propuesta de los invitados. Al final, no llegó a ningún lado.

“Seré mejor para el pueblo afroestadounidense que cualquier otra persona en esta habitación”, declaró justo antes de bajar por el ascensor para aparecer frente a las cámaras con sus invitados, de acuerdo con la grabación, la cual fue compartida con varias organizaciones de noticias el mes pasado.

Para Trump, esto no era mucho más que una sesión de fotos protocolaria: dos antiguos asistentes recordaron que Trump quería ser visto con un grupo de líderes negros para así poder refutar una afirmación realizada por el representante John Lewis, el fallecido gran defensor de los derechos civiles, quien en ese momento dijo que no “veía a este presidente electo como un presidente legítimo”.

Mientras la campaña electoral de 2020 entra en su recta final, Trump ha estado afirmando ser el mejor presidente para los afroestadounidenses desde Abraham Lincoln. Ha intentado ocultar su historial de comentarios racistas haciendo que algunos de sus simpatizantes de raza negra aparecieran en la convención republicana apoyando su presunción de que es “la persona menos racista del mundo”.

La verdad es que Trump ha contratado muy pocos funcionarios negros en cargos de autoridad en la Casa Blanca y en su equipo de reelección. Su campaña ha atizado las divisiones raciales a un grado que no se veía desde la candidatura presidencial de George Wallace en 1968. Ha intentado bloquear u obstaculizar los esfuerzos por ampliar el acceso a las boletas de votación. Según su exabogado Michael Cohen, Trump dijo que las personas negras eran “demasiado estúpidas” para votar por él.

Cuando se le preguntó sobre la acusación de Cohen, un vocero de la Casa Blanca envió por correo electrónico un comunicado de la secretaria de prensa Kayleigh McEnany, el cual calificaba a Cohen como “un delincuente caído en desgracia y un abogado inhabilitado que le había mentido al Congreso”.

Además, como revela esa reunión de 2017, muchas de las interacciones de Trump con líderes negros han seguido un patrón similar: ha convertido oportunidades para la reconciliación, o incluso para debatir diferencias políticas, en encuentros vacíos frente a las cámaras, según entrevistas a más de 30 funcionarios negros, líderes de derechos civiles y funcionarios antiguos y actuales del gobierno en turno.

Los funcionarios de campaña de Trump les dijeron a los periodistas la semana pasada que estaban trabajando arduamente para superar un poco su desempeño con los votantes afroestadounidenses en 2016, cuando obtuvieron alrededor del 8 por ciento de sus votos. El presidente también ha intentado apaciguar a los blancos moderados que podrían sentirse desmotivados por su retórica racial.

El resultado es discordante, digno de una pantalla dividida: el presidente hace alarde de sus amistades con afroestadounidenses (por lo general famosos como Kanye West) mientras promueve una campaña cuyo objetivo es asustar a los votantes blancos de los suburbios, afirmando que una presidencia de Biden traerá los problemas de los centros urbanos de Estados Unidos a la puerta de su casa.

“El objetivo de estas cosas era salir rápido de las reuniones y obtener la fotografía”, dijo Anthony Scaramucci, exasesor de Trump y en la actualidad crítico abierto del presidente, quien organizó varias reuniones entre Trump y estrellas deportivas negras, como la leyenda del fútbol americano Jim Brown.

Al principio, algunos líderes negros parecían dispuestos a aceptar las invitaciones del presidente. Sin embargo, dijeron que cualquier posibilidad de tener una conversación significativa con Trump se canceló, con la finalidad de un portazo, cuando declaró que había “gente muy buena en ambos lados” luego de que supremacistas blancos causaron disturbios en Charlottesville, Virginia, en agosto de 2017.

Para Martin Luther King III, el hijo de King, el momento crítico llegó pocos minutos después de iniciada la reunión de enero 2017, cuando Trump afirmó falsamente que “cientos de miles de personas” habían cruzado la frontera para votar de forma ilegal por Clinton.

“Mi esperanza, porque creo en el espíritu humano en la mayoría de las personas, es que Trump reconozca que hay un ajuste que tiene que hacerse”, dijo King en una entrevista. “Pero no tiene ningún interés en hacer nada por nadie que no lo apoye. La gran mayoría de la población negra no lo apoya, así que Trump no tiene nada que ofrecerle a la mayoría de la gente negra”.

Theodore Mukamal, un abogado de derechos civiles que grabó la reunión, dijo que había entrado al lugar asumiendo que el presidente quería superar el rencor de las elecciones.

“Fue un desastre”, dijo Mukamal. “No hubo seguimiento, y resultó ser todo lo contrario a lo que podríamos haber predicho”.

Ja’Ron Smith, un asistente adjunto del presidente, afirmó que los esfuerzos de Trump han estado orientados a garantizar que “los patriotas trabajadores de la comunidad negra no sean nunca más olvidados”, en lugar de buscar la simpatía de los críticos.

“Desde hace décadas, los líderes demócratas se han escudado con promesas vacías respecto de los afroestadounidenses”, escribió Smith en un correo electrónico. “Las políticas de estancamiento y dependencia gubernamental han sido desmanteladas y remplazadas por prosperidad económica y nuevas oportunidades”.

Trump continuó sus acercamientos luego de ser electo. En marzo de 2017, Omarosa Manigault Newman, la exestrella de “El Aprendiz” convertida en asesora de la Casa Blanca, invitó a miembros del Caucus Negro del Congreso para hablar de su agenda política.

Trump los llevó alegremente al salón del Gabinete. Los invitados, serios, se sentaron del otro lado de la mesa, con carpetas azules. El representante demócrata por Carolina del Sur James Clyburn recuerda que Trump interrumpió tres veces para sugerir que se reubicaran en el Despacho Oval.

Finalmente, cuando Clyburn comenzó su exposición sobre un plan nacional de infraestructura y banda ancha, el vicepresidente Mike Pence apareció para anunciar que tenían que desocupar la sala para dar paso a otra reunión, dijo Clyburn.

“¡Vamos!”, dijo Trump.

El grupo lo siguió al Despacho Oval, pero se reunieron cerca de la chimenea. El representante demócrata por Luisiana, Cedric Richmond, quien presidía el caucus, rechazó la petición de Trump de tomarse una fotografías, pero accedió a que se tomaran algunas que mostraran la negociación del caucus, lejos del lugar favorito de Trump para las fotos, el escritorio Resolute.

“Conozco a su tipo”, dijo Clyburn en una entrevista. “Ha sido siempre lo más cáustico posible. Trump te insulta en público y luego te hace una llamada telefónica en privado para decirte que eso no fue realmente lo que quiso decir. He estado rodeado de este tipo de personas blancas toda mi vida”.

Trump siguió buscando concertar reuniones de alto perfil. Al mismo tiempo, sus representantes políticos comenzaron a sabotear de modo sistemático el cumplimiento de leyes de derechos civiles en los sectores de educación, vivienda, atención médica y en el Departamento de Justicia.

El presidente pareció poner especial énfasis en borrar sistemáticamente el legado del primer presidente negro; uno de sus asistentes imprimió una lista de los logros de Obama para atacarlos, uno por uno.

Richmond rechazó una invitación para una segunda reunión meses después en 2017, y escribió que haber asistido habría sido inútil, “dadas las acciones tomadas por su gobierno desde nuestra primera reunión”.

Los partidarios de Trump creen que el fracaso del Partido Demócrata en cumplir con sus promesas a los afroestadounidenses ha creado un espacio para el enfoque poco ortodoxo del presidente.

Wayne Dupree, un presentador de radio conservador en Baltimore, dijo que “las cosas no habrían sido diferentes” si Trump hubiera hecho un esfuerzo más coordinado en el contacto.

El canal extraoficial más importante para la comunicación ha sido Smith, quien ha jugado un papel clave en los tres logros que el presidente promocione con más frecuencia: un programa de crédito fiscal diseñado para incrementar la inversión en vecindarios de bajos ingresos, un aumento del financiamiento para universidades históricamente negras y el proyecto de ley bipartidista de reforma del sistema de justicia penal.

Smith —quien se resistió a las peticiones de tener un papel público más notorio antes de acceder a hablar en la convención el mes pasado— también ha contactado de forma silenciosa a algunos grupos de derechos civiles incluso mientras el presidente publicaba tuits incendiarios, de acuerdo con un funcionario de la Casa Blanca con conocimiento de sus acciones. También es uno de los pocos funcionarios de la Casa Blanca que busca crear una respuesta que aborde las disparidades de salud de las personas de color durante la pandemia. Además, intentó, con relativo éxito, negociar una legislación bipartidista de reforma policial, según otro funcionario.

El presidente intentó proyectar una imagen más empática justo después del asesinato de George Floyd en Minneapolis en junio. A pesar de los esfuerzos de Smith, Trump no ha abordado de forma sustancial la violencia policial. En junio, convocó a un grupo de conservadores y presentadores de radio de raza negra a la Casa Blanca para debatir frente a las cámaras. Trump comenzó con una evaluación optimista de las relaciones raciales y oportunidades económicas.

Sonnie Johnson, una presentadora de radio conservadora, lo retó. “La comunidad negra no está bien. Entiendo la perspectiva y el deseo de posicionar este tema de conversación, pero no está bien”, dijo.

Cuando Johnson terminó su intervención, Trump afirmó: “Buen trabajo”.

Sin embargo, no abordó ninguna de sus preocupaciones específicas.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company