Han encontrado algo extraño en Marte… ¡y no es vida!

El róver Perseverance tomó este selfie en 2024. A su izda., cerca del centro de la imagen, la roca con forma de punta de flecha apodada Cheyava Falls, en la que han encontrado las manchas de leopardo. <a href="https://d2pn8kiwq2w21t.cloudfront.net/original_images/PIA26344-Perseverance-selfie-at-Cheyava-web.jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:NASA/JPL-Caltech/MSSS;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">NASA/JPL-Caltech/MSSS</a>, <a href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">CC BY</a>

El ya venerable róver Curiosity, que cumple este mes doce años de exploración en Marte, y el más reciente róver Perseverance no han parado de enviar innumerables imágenes, análisis e interesantes hallazgos de su exploración.

Hasta el momento, ninguno de esos hallazgos es una prueba directa o indirecta de vida presente o pasada en el planeta. Pero sí son extraños y de alto interés científico.

Azufre nativo y su origen biológico en la Tierra

Hace poco, el róver Curiosity encontró las primeras muestras de azufre nativo cristalizado fuera de la Tierra. El azufre es abundante en la superficie de Marte, mayoritariamente en forma de sulfato, pero no se había encontrado hasta ahora en forma nativa. Este hallazgo es importante para entender la geoquímica de Marte y añade más complejidad a nuestro vecino cósmico.

El azufre nativo es frecuente en la Tierra y se encuentra en numerosos ambientes: volcanes, desiertos salados, fondos lacustres y formaciones sedimentarias. En nuestro planeta, gran parte de ese azufre nativo tiene un origen biológico: es el resultado de la respiración de bacterias.

Muchas bacterias en la Tierra usan sulfatos (sales o ésteres provenientes del ácido sulfúrico) para respirar, del mismo modo que nosotros usamos el oxígeno. Como deshecho de la respiración, las bacterias generan especies reducidas (con menos oxígeno) de azufre, como sulfuros o azufre elemental.

En ocasiones, el azufre biogénico se ha formado en tal cantidad que se ha explotado en minas, como las de La Serrata de Lorca (Murcia, España) o Agrigento (Sicilia, Italia).

El azufre nativo de Marte

Que en la Tierra exista azufre nativo de origen biológico en abundancia no quiere decir que el que ha encontrado Curiosity en Marte haya sido producido por bacterias.

En la Tierra, el azufre es frecuente en volcanes, en los que se forma químicamente a partir de las emanaciones de gases, generándose depósitos en los que abundantes sulfatos acompañan al azufre. Este podría ser el caso de Marte, ya que el azufre nativo se ha hallado en una zona muy rica en sulfato.

Algunos científicos piensan que, por las reacciones químicas que implica, en algunas de las cuales interviene el oxígeno del aire, el azufre nativo no debería haberse encontrado en el planeta rojo. Otros pensamos que su hallazgo era esperable, pues hay varias reacciones que podrían producirlo durante el rico vulcanismo marciano, sin necesidad de bacterias ni oxígeno atmosférico.

Manchas de leopardo

Otro extraño hallazgo reciente en Marte lo ha protagonizado el róver Perseverance. Se trata de una peculiar roca, que han llamado Cheyava Falls.

En esta roca se observan unas pequeñas manchas, bautizadas como leopard spots (manchas de leopardo), formadas por un centro claro rodeado de una banda oscura en la que hay hierro y fosfato. También se observa un mineral rojo que forma bandas y costras, que podrían ser hematites, y que es uno de los componentes importantes para estudiar.

La roca está atravesada por venas blancas de sulfato de calcio –probablemente no es yeso, sino una fase menos hidratada, pero no sabemos cuál– que parece rellenar fracturas en la roca.

Se observan, además, muchos cristales redondeados de olivino.

No hay mucha información pública aún y habrá que esperar a que se publiquen en un artículo científico con los datos analizados. De momento, esta roca lo que sugiere es lo que ya sabíamos: que en Marte hubo agua líquida y diversos procesos de alteración.

Pero lo que aún no nos dice Cheyava Falls es si hay o hubo vida en Marte.

Especulaciones superpuestas

La NASA, en su comunicación pública inicial, explica que “las reacciones químicas que dieron lugar a estas manchas podrían haber servido como fuente de energía para la vida microbiana en Marte, en caso de que hubiera existido”.

El comunicado incluye varias especulaciones, incluso superpuestas: “quizá” procesos geoquímicos que dieron lugar a estas pequeñas manchas “podrían” haber sostenido vida microbiana en Marte ( quimiolitótrofos: organismos que obtienen energía mediante las transformaciones de minerales), “en caso de que” existieran.

No se puede afirmar ni descartar que estas manchas puedan haber sido producto o soporte de actividad biológica, pero tampoco son evidencias de un pasado con vida en Marte. Al menos de momento.

Traer muestras a la Tierra

Estos hallazgos y, sobre todo, las preguntas sin respuesta que generan subrayan las limitaciones de la exploración robótica. Es necesario traer muestras a la Tierra para analizarlas adecuadamente.

Este hito es uno de los objetivos de la próxima misión Mars Sample Return, una ambiciosa gesta en la que se enviarán a la Tierra muestras preparadas por el róver Perseverance, incluyendo la roca en la que se encontraron las “manchas de leopardo”.

La buena noticia: su habitabilidad

Que ambos hallazgos no sean pruebas de vida podría parecer una mala noticia, pero para los científicos es igualmente interesante.

No hay duda de que Marte reunió condiciones de habitabilidad (en el sentido astrobiológico, las condiciones para que se diera el origen y evolución de la vida), tales como agua líquida formando ríos y lagos, y minerales, resultado de la alteración de rocas por el agua. Pero habitabilidad no implica vida.

Con vida o sin ella, Marte nos ayuda a comprender las condiciones necesarias para su origen. Más aún, un planeta en el que hubo habitabilidad, pero en el que la vida nunca llegó a progresar nos ofrece un escenario geológico prístino en el que la vida no ha transformado e impregnado con sus huellas (biofirmas) la superficie del planeta.

En cierto modo, es como si comparamos una casa que se terminó hace 30 años, pero en la que no llegó a vivir nadie, con una casa habitada durante todo ese tiempo.

La importancia del rigor

No sólo la vida motiva la investigación de Marte. Intentamos entender su historia geológica, sus minerales y su medio ambiente. Al final, el origen y evolución de la vida no se puede entender sin geología. Por ello, los róveres son, sobre todo, robots geólogos preparados para observar su geomorfología, analizar rocas y minerales, obtener datos medioambientales y tomar muestras.

En esta gesta hay hallazgos curiosos, interesantes, rarezas, como los que nos han ofrecido recientemente estos exploradores. Pero no prueban la existencia de vida, por mucho que en estos días se hayan publicado en medios de comunicación y redes sociales titulares entusiastas, exagerados o incorrectos.

Al menos de momento no se ha encontrado vida en Marte. Y es importante contarlo.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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César Menor-Salván no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.