Ella encontró en la Sierra Gorda la misión de su vida: proteger este "tesoro nacional" mexicano mano a mano con las comunidades

Llamado a la Tierra es una serie editorial de CNN comprometida con reportar los desafíos ambientales que enfrenta nuestro planeta, además de mostrar las soluciones a esos retos. La Iniciativa Perpetual Planet, de Rolex, se ha asociado con CNN para crear conciencia y educación sobre los asuntos de sostenibilidad claves y para inspirar acciones positivas. Martha Isabel Ruiz Corzo es laureada de los Premios Rolex.

(CNN Español) – Martha Isabel Ruiz Corzo, conocida como la Maestra Pati, llegó en la década de los ochenta a la Sierra Gorda de Querétaro en plena búsqueda de su misión de vida. Y allí la encontró: proteger, mano a mano con las comunidades locales, este ecosistema diverso reconocido en México y el mundo.

Sierra Gorda “es la última área bien conservada en el centro de México y es el territorio más ecodiverso en el país”, explica Ruiz a CNN en Español. Además califica esta zona como un “tesoro nacional” de biodiversidad en el que se conjugan las influencias neárticas y tropicales.

Allí creó décadas atrás el Grupo Ecológico Sierra Gorda, una organización de base que trabaja en la protección y el desarrollo sostenible de un área que es hogar de 100.000 personas organizadas en 638 comunidades.

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Los desafíos que han enfrentado en el largo camino recorrido son múltiples, según explica: la basura, la apertura de caminos, la cacería furtiva, la tala, los incendios provocados.

Sin embargo, como parte de la Iniciativa Perpetual Planet, de Rolex, Pati se ha enfocado fuertemente en la educación ambiental, involucrando a las comunidades locales y logrando la protección del área, que hoy tiene el estatus de Reserva de la Biósfera y forma parte del Programa sobre el Hombre y la Biosfera de la Unesco.

Las reservas de la biósfera se caracterizan por tener tres funciones principales: conservar la diversidad biológica y cultural, promover un desarrollo económico que sea sostenible y asegurar al área un apoyo logístico que implica educación e investigación, según la Unesco.

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De maestra citadina a protectora de la sierra

Hasta los 30 años, Ruiz vivió en la ciudad de Querétaro, donde se desempeñaba como maestra de Música. La mujer de entonces tenía “muchas dudas interiores existenciales” y buscaba respuestas para poder vivir una “vida espiritual que realmente fuera intensa”, recuerda. Buscaba servir, pero no hallaba a quién.

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Eso cambió tras la mudanza a Sierra Gorda.

Llegó allí con su esposo, Roberto, oriundo de la zona, quien en palabras de Ruiz aunque tenía mucho éxito en la ciudad, llevaba “una semillita de vaquero”. “Si bien en Querétaro se nos ofrecía una mesa de la abundancia, los dos estábamos listos para salir corriendo y por eso llegamos a Sierra Gorda”, cuenta.

“Yo llegué a Sierra Gorda buscando una causa donde poner la pasión que me rebasaba de corazón. Yo siempre fui así, en la ciudad busqué en los asilos, en los orfanatos y pues nomás no, no era mi lugar. Entonces yo llegué aquí pidiéndole a la vida que me dijera para qué era yo buena”, recuerda.

La situación que se encontraron era una “ofensa”, dice, recordando “ese desorden, ese territorio sin dueño, cada quien jalando las sábanas para su lado”.

Entonces decidieron poner en marcha su organización: “Habíamos entendido muy bien a qué habíamos llegado en la Sierra Gorda y era a proteger, a proteger este territorio […] Yo encontré respuestas a todo lo que andaba yo buscando”.

Alternativas económicas sostenibles

Un pilar del proyecto al que Ruiz ha dedicado su vida es el desarrollo de actividades económicas sostenibles para beneficio de las comunidades locales.

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Una de ellas es la cosecha responsable de orégano, con el que fabrican todo tipo de productos, desde culinarios a farmacéuticos.

Otra salida económica son los certificados de carbono, mediante los cuales se paga a los dueños de tierras que se comprometen a su cuidado en lugar de convertirlas en potreros o sembradíos.

Ruiz destaca el proceso para la certificación de la reducción de la huella de su carbono, que se hace tomando en cuenta las condiciones locales, a diferencia de herramientas de este tipo que se gestionan en los grandes mercados mundiales.

“Sierra Gorda trabaja con certificados de reducción de huella de carbono que te garantizan a ti como comprador que tu producto es real, que tiene tejido social, que hay todo este trabajo de monitoreo, de vigilancia, de participación local, que el dinero se va al bolsillo del propietario, de los ejidos o de las pequeñas propiedades”, dice.

“Cuidar lo que nos queda como sagrado”

Ruiz acepta que su visión de futuro puede ser muy pesimista porque “el cambio climático ya nos alcanzó” y se está manifiestando con violencia a lo largo y ancho del planeta.

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Sin embargo, cree que aún podemos actuar para “adaptarnos, prepararnos, cuidar lo que nos queda como sagrado”. Yo me mantengo entusiasta porque creo que en estos momentos tan críticos en todos los aspectos de nuestra sociedad del planeta es cuando los mejores seres humanos pueden emerger”, agrega.

Su mensaje es muy directo: “Amen al planeta desde donde estén, movilicen todas las posibilidades de liberarle presión, la presión de su negocio, de su ejercicio, de su vida diaria, la de sus hijos, la de su consumo. Bájenle, bájenle”.

“Dentro de nosotros hay fuerzas que no han sido utilizadas. Creo que es el momento de que cada uno desde su nicho de acción en la vida, las ponga en juego y juntos levantar una ola de amor por el planeta”.

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