Emergencia en el conurbano: los robos también son una preocupación en el barrio donde la prioridad es conseguir agua potable

Largas filas de personas esperan el reparto de bidones con agua que realiza la ONG Sal de la Tierra en Villa La Cava, en Lomas de Zamora
Largas filas de personas esperan el reparto de bidones con agua que realiza la ONG Sal de la Tierra en Villa La Cava, en Lomas de Zamora - Créditos: @Ricardo Pristupluk

Los datos sobre pobreza que el Indec publicó a fines de septiembre expusieron nuevamente que el conurbano bonaerense tiene índices más alarmantes que el promedio nacional, que es de 36,5% de pobreza y 8,8% de indigencia. En los partidos que componen el Gran Buenos Aires, hay un 42% de pobreza (5.321.473 personas) y un 11,9% de indigencia (1.509.538 personas).

El conurbano de la provincia de Buenos Aires es la tercera región con mayor pobreza del país; solo lo superan el Gran Resistencia (49,9%) y la ciudad de Concordia (49,2%). Son números que se verifican en el territorio, con escenas elocuentes como las filas que se forman cada nueve días frente a una modesta vivienda de ladrillos y techo de chapa en la que funciona la ONG Sal de la Tierra, en La Cava de Villa Fiorito, partido de Lomas de Zamora. El objetivo de las personas que esperan en la vereda, a metros de donde el asfalto encuentra su límite y deja paso a las calles de tierra, es hacerse de al menos un par de bidones de agua mineral para consumo personal. Todos dicen que las redes de agua que surcan el barrio, que se erige sobre tierras tomadas que fueron rellenadas con escombros y basura, ofrecen un volumen muy escaso de agua, en mal estado y que solo pueden utilizar hervida, para cocinar y lavar. El índice de pobreza del conurbano se hace tangible en este barrio apostado a un costado del Camino Negro, en el que abundan las casas de chapa, las zanjas a cielo abierto y la contaminación.

“La gente del barrio conoce el agua limpia por la ONG”, asegura Débora Blanco, que es recicladora urbana y tiene un comedor en La Cava, al que van “130 familias”, según afirma.

“Entregamos agua mineral una vez por semana o cada nueve días. La situación del barrio es muy complicada, hay muchos problemas respiratorios a causa de la contaminación. Entregamos unos 1200 o 1300 bidones. Hay un sector de ‘La Cava 1′ en el que prácticamente no sale el agua. Los otros sectores tienen conexión de red, pero muy deficiente. Estamos sosteniendo la parte más complicada del barrio”, explica Leonardo Álvarez, un pastor evangélico que es el máximo responsable de la ONG Sal de la Tierra y que se gana la vida como barrendero en la zona de Adrogué.

Llevarse cada nueve días dos bidones de agua de 6 litros y medio por familia es parte de la rutina de mucha gente en este barrio. Llegan a la calle Milán al 1800, donde está la ONG, munidos de changuitos para las compras y hasta carretillas. En el fondo de la casa -que fue la vivienda del pastor en su infancia- se almacenan bidones y botellas de agua mineral Sierra de los Padres y Villamanaos, que serán parte del reparto la semana próxima. También se depositan allí alimentos que abastecerán algunos comedores (aseguran que la cantidad de mercadería es insuficiente y solo cubren una pequeña parte), y escobas, que se repartirán en el barrio. En una pieza hay frazadas y otros elementos que utilizan cuando se incendia alguna vivienda, según afirma Álvarez. Las áreas de Desarrollo Social de Nación y de la provincia de Buenos Aires le envían el agua mineral que reparte un grupo de voluntarios, que registran en planillas a cada persona que retira un bidón (tienen 1800 familias empadronadas, en una población de La Cava que calculan en 12.000 personas).

La prioridad en Villa La Cava es conseguir agua potable
La prioridad en Villa La Cava es conseguir agua potable - Créditos: @Ricardo Pristupluk

Elbio Medina tiene 88 años y hace 66 que vive en La Cava. Aunque él no cree que el agua en el barrio está contaminada, dice que va a buscar los bidones porque su hija “no quiere que tome el agua de la canilla”. Se lleva dos bidones en un carrito. “Cuando entregan mercadería no retiro, para que les den a personas que necesitan más que yo”, aclara a LA NACION mientras emprende el regreso a su casa. En medio del reparto de agua mineral, se acerca un vecino que pregunta cómo tramitar una pensión por discapacidad.

“Si tomás [agua de la canilla], enseguida te agarra dolor de barriga”, asegura Ileana Ramos, desde la fila que se forma para hacerse de un bidón, poblada fundamentalmente por mujeres. “Los vecinos del otro lado de Unamuno [una calle que corre a una cuadra de la sede de la ONG] hicieron sus propias conexiones”, agrega.

A pocos metros de la esquina en la que está la ONG, la calle Milán deja de ser de asfalto y pasa a ser de tierra. Una breve caminata y una curva a la izquierda bastan para llegar hasta un playón despintado, con arcos de fútbol y algunos juegos, rodeado de bolsas de basura y viviendas en su mayoría de chapa. Es la zona en la que originalmente hubo una laguna, se rellenó con basura y escombros, y fue el centro de una toma en los años 90 que originó esa parte del barrio, según recuerdan el pastor y los voluntarios que lo acompañan.

El golpe de la inseguridad

El reparto del agua mineral se hace con presencia de un patrullero y efectivos de la policía bonaerense. En el barrio La Cava, los vecinos muestran preocupación por la inseguridad. “Hay que meterse adentro temprano”, indica Lidia Castillo, que espera su turno para llevarse unos bidones. Mabel Meza no fue a buscar agua a la ONG. En su casa frente al playón, advierte por la inseguridad: “Por lo menos, antes volvías de trabajar y tus cosas estaban. Hoy, algunos vecinos hasta traen coches que les roban a otros vecinos”.

Villa La Cava, un rincón de Lomas de Zamora donde golpea la indigencia
Villa La Cava, un rincón de Lomas de Zamora donde golpea la indigencia - Créditos: @Ricardo Pristupluk

Las problemáticas de seguridad están entre los diez primeros problemas incluso en el listado de denuncias que recibió la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires en lo que va del año. Figuran en noveno lugar y están encabezadas por quejas que llegan desde las cárceles más que desde la ciudadanía. Pero el ranking de reclamos en la defensoría lo lideran los inconvenientes con los servicios públicos y los temas de salud (con los problemas de acceso a los medicamentos como primer reclamo). En La Cava, los cuadros graves de salud, particularmente respiratorios, son moneda corriente. “Fijate que viejitos casi no hay”, advierte el pastor.

En la zona más postergada del barrio, Simona está conectada a un tubo de oxígeno, que recarga cada tres días por $3500 cada carga. Padece Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Desde la cama (recibió el alta de su última internación hace poco más de una semana), ella dice que su principal problema es la baja tensión de la luz y que con el agua no tiene inconvenientes. Pero el pastor Álvarez, con resignación, cuenta que el problema está en el agua, por la contaminación del suelo sobre el que está la casa de Simona, como las otras viviendas del barrio La Cava.