Elisa Carrió: ¿está realmente loca, es una buena actriz, o quiere ser presidenta?

“Elisa Carrió es la dueña de Mauricio Macri”. Esta fue la idea que eligió el analista político Carlos Pagni para ilustrar el extraño momento que atraviesa el gobierno argentino, con una suerte de “enemigo interno” que socava la estabilidad política de una administración que ya parece tambalear por la fuerte crisis económica que no logra resolver. Ahora, Carrió embistió contra el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, al punto de presentar un juicio político y hasta pedirle al Presidente que lo eche. ¿Cuánto hay de sobreactuado y cuánto de proyecto político?

Lo que muchos se preguntan es si Carrió actúa su postura, si efectivamente piensa que Macri tiene que deshacerse de ciertos personajes, o si en el fondo ella quiere ser candidata a presidenta.

<em>En la imagen, el ministro de Justicia de Argentina, Germán Garavano. EFE/Archivo</em>
En la imagen, el ministro de Justicia de Argentina, Germán Garavano. EFE/Archivo

Al observar sus arranques sorpresivos, que obviamente capturan la atención mediática, surgen varios interrogantes: ¿Por qué hace lo que hace? ¿Por qué cuestiona al entorno del Presidente? ¿Por qué se ha peleado con tantos poderosos? Ricardo Lorenzetti, Daniel Angelici, Silvia Majdalani y hasta Gabriela Michetti son algunos de los nombres que desfilaron por la lista negra de Carrió.

Una figura clave de Cambiemos, una espada con un doble filo peligroso

Otra gran incógnita es por qué Macri no puede prescindir de Carrió. Lo cierto es que Carrió es una personalidad muy fuerte al interior del Gobierno, y Macri lo sabe: la diputada siempre llevó una batalla en contra de la corrupción y a favor de la transparencia, y esto es algo que Cambiemos capitalizó de manera cabal.

Macri escucha tanto a Carrió porque necesita una alianza política. Con su fuerza PRO no le alcanza para gobernar, como no le alcanzaba para ganar. Macri sumó a la UCR (radicalismo) y a la Coalición Cívica para llegar al poder. Además, la presencia de Carrió lo legitimó a Macri con el tema Transparencia, justo a él cuyo apellido -y la referencia a su padre Franco- siempre estuvo ligado al usufructo privado del Estado”, apunta Pablo de León, analista político de Diario Clarín.

En este sentido, Carrió incomoda a todo el poder: al de los grupos empresarios, de donde proviene el propio Presidente, también.

Pero las cosas se ponen más interesantes cuando pensamos por qué Carrió es una especie de “enemigo interno”.

“Elisa Carrió disputa poder dentro de la alianza Cambiemos. No pasa siempre por un tema puntual sino que sus enojos, rabietas o berrinches tienen que ver con disputarle poder a todos sus socios. Y en mi opinión, sustancialmente dirime poder con Mauricio Macri. Carrió sabe que no puede ser Presidente, no quiere ser Presidente pero sí quiere tener influencia y que esa influencia la note la opinión pública”, amplía el periodista y también conductor del ciclo político “Las cosas como son”.

Elisa Carrió, polemista de Cambiemos. (EFE)
Elisa Carrió, polemista de Cambiemos. (EFE)

El punto es que este perfil le ha valido a Carrió una figura más bien destructiva que constructiva: “Desafía el poder directo del Presidente. Siempre le ‘pega’ alrededor pero nunca directo a Macri”, señala De León.

Y acá la lista de apuntados por Carrió se ensancha. “Le bajó la candidatura en la provincia de Buenos Aires a Jorge Macri, primo del Presidente y de apellido Macri. En su momento, la criticó a Vidal cuando la gobernadora era la figura más fuerte de Cambiemos, después de Macri. Ahora le toca la ministro de Justicia pidiéndole la renuncia en un acto delante del propio jefe de Estado. Le pidió, además, que le entregue al titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, y siempre desafía el poder de influencia de Daniel Angelici, el presidente del Club Boca Juniors, del que Macri fue presidente, y quien maneja hilos judiciales en nombre del primer mandatario. Carrió apunta cerca de Macri, sin ir directo contra él”, explica el analista político.

En este sentido, el objetivo de Carrió es clarísimo: mantener su postura de la lucha contra la corrupción y, además, sacar un rédito de eso. “Elisa Carrió le dijo a un diputado amigo suyo que ella puede explicar la crisis económica, pero no la crisis y la impunidad al mismo tiempo. Si se indaga en lo que hay en la cabeza de la legisladora, se encuentra la preocupación de que haya una regresión en la lucha contra la corrupción, sobre todo en la causa de los cuadernos, donde ya hay signos de interrogación”, había dicho Pagni en un editorial en su programa de LN+.

El escenario electoral, las ambiciones de Carrió y su rectificación del Gobierno

Trazadas las características de este personaje, podemos ver que esta suerte de corrección moral que Carrió le hace a la gestión de Macri es funcional a los intereses del Presidente: Cambiemos llegó al poder con una promesa de mayor transparencia en contraposición al kirchnerismo, plagado de causas y acusaciones de corrupción, malversación de fondos, asociaciones ilícitas y enriquecimientos injustificados.

Pero en ese lugar, Carrió parece estar cómoda: no apunta a ser presidenta. “Su ego sí lo quiere pero ella sabe que es imposible eso, su personalidad le impide un cargo de tanta importancia”, explica De León.

Lo cierto es que el “estilo Carrió” instala la idea de un desafío al liderazgo de Macri. A pesar de que algunos ministros, como el del interior, Rogelio Frigerio, salieron a poner paños fríos (“el Presidente es el garante de la lucha contra la impunidad”, dijo), lo cierto es que todo el oficialismo sabe que el año que viene las elecciones estarán difíciles para el mandatario.

<em>Daniel Angelici, uno de los enemigos de Carrió. (La Nación)</em>
Daniel Angelici, uno de los enemigos de Carrió. (La Nación)

Y es precisamente allí donde la figura de Elisa Carrió aparece para salvaguardar al Presidente: lo blinda con su discurso, que se muestra crítico de su entorno bajo una mitología de limarle las malezas, las corruptelas que siempre están dando vueltas en el espectro político argentino.

El Presidente enfrentará un país en recesión, aún con inflación -cuando Macri dijo que “la inflación es lo más fácil de bajar”, allá por 2015 en plena campaña electoral-, y con un precio del dólar que, siendo Argentina, es una incógnita por más que las proyecciones lo ubiquen por encima de los 40 pesos.

Mientras, Carrió seguirá como una pieza calve al interior de un Gobierno que tiene grietas internas, donde la diputada de Cambiemos se mantiene como el norte de un jefe de Gobierno con serias dificultades para mantener el consenso social estable.

Pero siempre con una cuota de incomodidad que, a fin de cuentas, nunca se sabe para dónde puede disparar.