El sufrimiento de tres madres enfatiza el drama humano tras la crisis migratoria en EEUU

El recrudecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos bajo Donald Trump ha provocado a lo largo de 2018 situaciones dramáticas para las personas que llegan a las fronteras del país buscando una vida mejor.

Este año han sido muchas las historias bajo el escrutinio público que, indudablemente, nos han mostrado el rostro humano de una crisis para la que no se vislumbra solución en el corto plazo.

Claudia Maquín, de 27 años, muestra una fotografía de su hija, Jakelin Amei Rosmery Caal Maquín, en Raxruhá, Guatemala, el sábado 15 de diciembre de 2018. La menor, de siete años, murió en un hospital de Texas, dos días después de quedar bajo custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, tras ser interceptada por agentes en una zona remota del desierto de Nuevo México. (AP Foto/Oliver de Ros)

La más reciente, y una de las más tristes, fue la muerte de la niña Jakelin Caal. La pequeña, de 7 años, había llegado con su padre hasta la frontera en México junto a la caravana de migrantes después de caminar más de 2.000 millas desde su hogar en Guatemala.

Apenas 48 horas después de haber sido detenida por los agentes de migración y permanecer en una de sus facilidades, Caal perdió la vida. Aunque aún no se conoce el reporte exacto de las causas de su fallecimiento, un informe del hospital señala que pudo haber tenido un choque séptico.

Esta infección generalizada ocasiona una insuficiencia en los órganos y baja potencialmente la presión sanguínea. Requiere atención médica de inmediato.

El padre de la menor, Nery Gilberto, quien ha relatado las condiciones extremas de pobreza en las que vivían en Guatemala, también ha dicho que no tiene quejas del trato recibido por parte de las autoridades fronterizas.

Pero aún así, sus abogados están pidiendo que se realice una investigación privada para determinar cuáles fueron los factores que condujeron a la menor hacia la muerte y para exigir que los migrantes detenidos reciban una atención médica adecuada.

Las autoridades del consulado de Guatemala en Texas aseguraron que el cuerpo de la niña había sido liberado el 16 de diciembre y que, después de pasar dos días en una funeraria en El Paso y obtener el certificado de defunción, comenzaría el proceso para repatriar el cuerpo a su país.

REUTERS/Kim Kyung-Hoon/
REUTERS/Kim Kyung-Hoon/

Otra de las historias de vida conmovedoras fue la de María Meza, la migrante que quedó inmortalizada en una imagen por el fotógrafo Kim Kyung-Hoon mientras huía con sus pequeñas hijas de los gases lacrimógenos lanzados por los policías estadounidenses que vigilaban la frontera en Tijuana.

Meza había llegado hasta esa ciudad al norte de México con la caravana migrante, y como los demás, esperaba en los albergues que las autoridades habían acomodado cuando otras personas comenzaron a saltar el muro para llegar a suelo estadounidense. Momentos después, se vivió un gran caos en esa zona.

Fue en esos instantes que Meza quedó inmortalizada en la icónica foto, mientras intentaba huir de los gases agarrando a algunos de sus hijos de la mano.

Los últimos reportes indican que Meza, de 39 años, y sus cinco hijos, fueron aceptados temporalmente en EEUU tras ingresar por el puerto de entrada de Otay Mesa para solicitar asilo. Recibió el apoyo de activistas y legisladores estadounidenses para lograr ese fin.

El último caso, el de Melissa Flores, tuvo un final feliz aunque después de muchas penurias. La madre migrante hondureña había pasado dos meses detenida sin poder ver a su hija Dana, de apenas cinco años.

Al momento de su llegada a la frontera estadounidense, las leyes migratorias del país se habían recrudecido con la política de tolerancia cero implementada por Trump, que ordenaba que los padres fueran separados de sus hijos una vez que tocaran suelo en Estados Unidos.

Bajo este proceder, miles de familias se vieron afectadas y meses después de que un juez detuviera la práctica, todavía había niños que no habían podido reencontrarse con sus padres.

Flores, una de esas víctimas, contó cómo la separación la había afectado a ella y principalmente a su niña, quien sufrió abusos físicos por parte de los cuidadores.

Los momentos fueron los más difíciles de su vida, había dicho a varios medios de prensa. Al momento de ser liberada, Flores había pasado 11 años sin ver a su hermana, quien reside en EEUU, y otros 18 sin abrazar a su madre, quien había tenido que abandonar su país natal por problemas de violencia e inseguridad.

Ese reencuentro valió las lágrimas. Ambas, junto a otros familiares, volvieron a abrazarse en el aeropuerto de Houston.

————