El plan que sumió a Nueva Zelanda en el día más triste de su historia

Uno de los heridos en una de las mezquitas de Christchurch es trasladado al hospital / AFP
Uno de los heridos en una de las mezquitas de Christchurch es trasladado al hospital / AFP

La consternación en Nueva Zelanda y Australia es total después del ataque terrorista contra dos mezquitas en Christchurch, NZ. La cifra de fallecidos creció por momentos durante el viernes en lo que ha sido el peor ataque de la historia del país. Las autoridades instan a los ciudadanos a que no vean ni compartan las imágenes de un atentado que fue retransmitido online por uno de los presuntos autores materiales de la masacre, y los medios de comunicación no muestran el horror de las escenas como sucede en otros países que sufrieron este tipo de desgracias. El civismo es una de las virtudes de las dos naciones oceánicas, por eso, este suceso ha dejado petrificados a la cuidadanía.

“Es demasiado personal, ésa es la razón por la que no lo publican. Tampoco nos apetece verlo. Nadie quiere ver eso en Nueva Zelanda, es demasiado irrespetuoso”, afirmó a Yahoo Noticias la neozelandesa de 38 años de edad, Keely Scheiber. “Nos ha agarrado por sorpresa, especialmente a Christchurch, después de los terremotos pasados. La gente se va a levantar y a ayudar a la comunidad. No es un ataque a musulmanes sino contra nosotros. 49 neozelandeses han muerto, no importa que religión tengan”, agregó.

La policía recomendó a todos los ciudadanos permanecer en sus hogares / AFP
La policía recomendó a todos los ciudadanos permanecer en sus hogares / AFP

Aunque los hechos hayan sucedido en Nueva Zelanda, Australia también ha salido tocada y ambos países sufren a partes iguales. Por un lado, porque el hombre al que las autoridades señalan como el ideólogo de este atentado contra la comunidad musulmana es australiano, y por el otro, porque ‘aussies’ y ‘kiwis’ son más que primos, son como hermanos.

El sentir de los neozelandeses queda reflejado en el gesto torcido de su primera ministra, Jacinda Ardern, quien compadeció ante los medios en dos ocasiones desde el atentado. Su tristeza, su indignación, su enfado y su incomprensión coinciden con el sentir general, porque además del luto por las víctimas también sienten que los terroristas han traicionado las convicciones de la nación.

“Muchos de los que han sido afectados directamente por este tiroteo puede que sean migrantes, puede que haya refugiados aquí”, declaró Ardern ante la nación. “Esas personas eligieron Nueva Zelanda como su hogar y ésta es su casa. Son parte de nosotros. La persona que ha perpetuado esta violencia contra nosotros no lo es. No tiene lugar aquí”, esgrimió.

El país oceánico goza de una multiculturalidad ejemplar con 200 etnias y 160 lenguas habladas entre los 4.2 millones de habitantes que componen la isla norte y la sur. Nueva Zelanda es uno de los 37 países miembros del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y acoge a 1,000 refugiados al año, una cifra que no se acerca a las decenas de miles de otros países, aunque en este caso, a los que llegan en esa condición se les ofrece una visa permanente y en el futuro pueden optar por la ciudadanía.

La mezquita, Masjid de Wellington recordó a las víctimas de Christchurch.
La mezquita, Masjid de Wellington recordó a las víctimas de Christchurch.

“La inmigración ha sido un tema de debate en los últimos años por el coste en la salud pública. El argumento es que hay más gente y menos medios para los que nacieron aquí en Nueva Zelanda. La ciudad más grande tiene un millón y los contrarios a la inmigración dicen que se nota”, aseveró Scheiber. “Hay racismo, hay un poco de sentimiento de supremacía blanca en en Christchurch, aunque moderado. Pero no es con una religion en particular sino contra razas. Este tipo representa claramente a la derecha radical”, apuntó.

Ese racismo del que habla Scheiber es un racismo de barbacoa y barra de bar, no de un ataque de esta envergadura. Hay muchas preguntas que quedan por responder y que al final de la noche en Christchurch aún no encontraron respuesta. ¿Cómo logró o lograron operar con semejante armamento y conseguir lo necesario para fabricar explosivos caseros sin levantar sospechas? ¿Cómo fue la actuación de la Policía a la hora de detenerlos y cuán agresiva fue la intervención?

Lo único claro es que la Nueva Zelanda pacífica y garante del civismo se ha tambaleado. Esta vez no ha sido un terremoto, sino un hombre que planeó al milímetro su acción. Desde el país en el que operó, menos vigilante por no tener antecedentes en terrorismo, al día elegido para hacer más daño: viernes, día de rezo en la comunidad musulmana. No hubo lugar para la improvisación en la peor masacre de la historia del país. Y ahora solo queda reponerse de un golpe inolvidable para esta remota nación que, hasta este viernes, vivió convencida de que ese tipo de violencia solo se veía por la televisión.