El pueblo de EEUU que vive sin celulares, Wi-Fi ni hornos de microondas

Los teléfonos inteligentes, las conexiones de datos vía redes celulares o inalámbricas, la vivencia de las redes sociales, las videconferencias y la navegación por Internet en dispositivos móviles… Wi-Fi, 4G y otros acrónimos son, para millones, referencias a productos y servicios de uso cotidiano, que para muchos resultan hoy indispensables, una parte indisoluble de su vida.

Eso no siempre ha sido así. Hace unos cuantos lustros todo eso sonaba a mera ciencia ficción, y en muchas zonas poco desarrolladas del planeta aún esas tecnologías e infraestructuras aún son limitadas o inexistentes.

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Una casa en Green Bank, Virgina del Oeste, poblado sin celulares, Wi-Fi y otras tecnologías emisoras de ondas electromagnéticas. (Going of Grid Discovery)

Incluso en Estados Unidos existen todavía curiosos desiertos de conexiones inalámbricas, lugares donde el Wi-Fi y el celular no están permitidos. Y no por tratarse, por ejemplo, de entornos penitenciarios o de reductos de sectas antitecnológicas herederas de los ludistas de los inicios de la Revolución Industrial o de congregaciones renuentes a los aparatos de la vida moderna como los Amish.

Por el contrario, en un pequeño pueblo de Estados Unidos no pueden usarse celulares ni redes de datos inalámbricas porque una tecnología aún más poderosa reina allí, y lo impide. Se trata, como relató Today de NBC, de la localidad de Green Bank, en Virginia del Oeste, ubicada dentro de la llamada ‘National Radio Quiet Zone’, un área de 12,000 millas cuadradas en torno a un inmenso radiotelescopio, dedicado a estudiar las emisiones de radio del espacio exterior.

Así, como en Green Bank se ubica un enorme radiotelescopio de investigación astronómica de tremenda sensibilidad, para evitar interferencias en sus mediciones en sus alrededores no está permitido que existan torres o antenas de radio, televisión o telefonía celular. Tampoco se permiten redes Wi-Fi o Bluetooth. Y ni siquiera hornos de microondas o juguetes de control remoto están autorizados. Todo porque sus emisiones, así fuesen pequeñas, mínimas como un solo emoji en un mensaje de texto, causarían interferencias con la operación y las mediciones del radiotelescopio. Y, como cuenta Today, la cosa se toma allí en serio y un camión especial recorre el poblado para detectar y acallar emisiones indeseadas.

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El radiotelescopio de Green Bank. (National Radio Astronomy Observatory/AUI)

Hay quien vive en ese singular desierto de telecomunicaciones inalámbricas. Ciertamente no tienen allí celulares con acceso a Internet, pero sí pueden conectarse a la red vía cables, como era lo normal hasta hace no muchos años. Y algunos adolescentes, que por lo general son entusiastas usuarios (a veces hasta la obsesión) de las comunicaciones móviles, se toman la cosa con tranquilidad.

Uno de ellos dijo a Today que no le molestaba no tener acceso inmediato a lo que se dice en las redes sociales y para dos de ellos eso no es problema, pues para interactuar con sus amigos simplemente pueden “ir a verlos” y “hablar con ellos”. Por añadidura, muchos de sus residentes dicen apreciar que allí el contacto persona a persona sigue muy vigente, sin interferencia (como el telescopio) de ciertas tecnologías intrusivas.

Como en los viejos tiempos.

El ‘silencio’ inalámbrico de Green Banks ha llamado incluso la atención de personas que sufren un peculiar y controversial padecimiento conocido como hipersensibilidad electromagnética. Como relatamos hace algunos meses, se trata de una especie de alergia a las ondas de radio, de celular o a las redes Wi-Fi que llegaría a causar daños severos a la salud de quienes la padecen. Para ellos Green Banks es un paraíso, y allí se han mudado personas afectadas por esa hipersensibilidad: la ausencia de emisiones electromagnéticas en ese pueblo les significa una especie de oasis, de refugio.

Así, además del sosiego que Green Banks les ofrece y del entorno de comunicación persona a persona que en general brinda a sus habitantes, ese silencio de emisiones permite una investigación maravillosa: su radiotelescopio, el mayor de su tipo en el mundo, contribuye a revelar los secretos del universo.

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