El polémico activismo de senadores mexicanos para la elección de EEUU

En el muro de honor del Senado de la República destacan en letras doradas las palabras de Vicente Guerrero LA PATRIA ES PRIMERO que pronunciara cuando su padre le pidió tomar partido a favor de la causa de la Independencia de México o de su familia. Este es el lema que preside los debates en la cámara alta y posiblemente también este en la conciencia del presidente Enrique Peña Nieto cuando afirma que ningún presidente se levanta pensando en cómo joder a México y sin embargo sucede.

En los meses recientes la política exterior mexicana ha estado atenta, preocupada y extraviada tomando determinaciones erróneas relacionadas con las campañas que en los Estados Unidos llevaron a cabo Hillary Clinton y Donald Trump, este último en sus discurso de proselitismo adoptó la estrategia de culpar a las minorías de migrantes, destacadamente los mexicanos, así como el rechazo a la política de tratados de libre comercio, en particular el TLC con México y Canadá, con lo que enardeció los sentimientos nacionalistas de una importante porción de la población de ese país, que se siente marginada y despojada de las oportunidades que siempre promete el sueño americano.

Para los gobiernos mexicanos las elecciones en los Estados Unidos siempre han sido importantes, pero en esta ocasión al ser tema de la propaganda del candidato republicano Donald Trump, se generó una percepción que conforme avanzaba la campaña y se multiplicaban las expresiones de desprecio en contra de los mexicanos y las políticas migratorias, el nerviosismo del presidente Enrique Peña Nieto creció y eso lo llevó a tomar determinaciones en un estado de ánimo que lo sustrajo de la consulta prudente que se recomienda llevar a cabo con los expertos en estos temas, de los que en México existen muchos debido a la experiencia histórica, política y de negocios acumulados por siglos de relación vecinal.

En reciente entrevista el presidente Enrique Peña Nieto calificó como precipitada la decisión de reunirse con Donald Trump y sostuvo que si tuviera que tomarla de nuevo sería diferente “el hubiera no existe, y asumo la responsabilidad de la decisión y el costo que esto representó para el Presidente, para mi gobierno”. (Excélsior, 7 noviembre 2016)

A partir de ese error y como si fuera el inicio de una carrera para enmendar lo negativo de ese hecho, los mexicanos, desde diferentes ambientes, iniciaron una especie de campaña para tratar de nivelar la balanza que el presidente “sin querer” (joder) inclinó a favor de Trump y, por consecuencia, en contra de Hillary Clinton.

La invitación al candidato republicano fue rechazada dentro y fuera del país y  demandó el sacrificio de un “chivo expiatorio”, el operador de la instrucción presidencial, Luis Videgaray, renunció a la secretaria de Hacienda. Con ello se buscó enmendar el embrollo que provocó el nerviosismo de la voz alzada y el insulto de Trump.

El senado de la República es la parte del Estado Mexicano que atiende y sanciona la política exterior de México, pero en medio de esta tormenta de confusiones que generaron las palabras y ofensas de Donald Trump no salió públicamente a fijar una posición en defensa del país y los mexicanos amenazados por el candidato republicano.

Algunos integrantes del Senado de la República (Mariana Gómez del Campo del PAN; Hilda Flores del PRI; Zoé Robledo del PRD y Dolores Padierna del PRD), faltando cinco días para las elecciones en los Estados Unidos, expresaron su simpatía a favor de Hillary Clinton, no lo hicieron de manera institucional y si algunos senadores y senadoras utilizaron el tema para imprimir camisetas y posar para la prensa para que se publicaran fotos en las que manifiestan su apoyo a la candidata demócrata.

Este hecho fue reprobado por la opinión pública, que se expresa por medio de las redes sociales, que descalificó la actitud de los legisladores que como institución no dieron la cara en defensa de los millones de mexicanos que fueron amenazados e insultados por Donald Trump.

Para México los efectos de las elecciones en los Estados Unidos no terminarán con el resultado que arrojen. Este episodio abrió la puerta para que en el turno del proceso de la sucesión presidencial mexicano, se justifique la intervención de los legisladores, políticos y empresarios “Gringos” que tienen intereses grandes en nuestro país y desean un presidente “afin” a sus políticas y negocios.

Ningún presidente ni senador mexicano se dedica conscientemente a “joder” al país, y eso debemos agradecerlo, porque si se lo propusieran las circunstancias serían peores. Lo que queda es no olvidar la recomendación que dice que el que pregunta no se equivoca, aunque sea el presidente que, por serlo, no significa que todo lo sabe. La soberbia es mala consejera y solo enseña que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

Por lo que hoy pasa no debemos extrañarnos que en 2018 también hagan campaña en México los demócratas y republicanos que se disputan el poder en Estados Unidos y que terminarán definiendo el futuro de nuestro país en dos años. No será fácil.