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El muro fronterizo de Trump no frenaría ni el mayor flujo de indocumentados ni el de drogas a EEUU

Donald Trump ha justificado su plan de muro fronterizo en la urgencia de detener el flujo de inmigrantes indocumentados y drogas ilícitas que, según él, invaden y amenazan al país de modo catastrófico. Incluso, en un reciente mensaje a la nación, no dudó en señalar que esa crisis es causante de multitud de muertes de estadounidenses, ya sea a manos de criminales indocumentados o por sobredosis de narcóticos.

Donald Trump frente a uno de los prototipos para su plan de muro fronterizo. La negativa del Congreso a darle fondos para ello y el empecinamiento de Trump en lograrlo tiene al gobierno federal parcialmente cerrado desde hace casi un mes. (Reuters)
Donald Trump frente a uno de los prototipos para su plan de muro fronterizo. La negativa del Congreso a darle fondos para ello y el empecinamiento de Trump en lograrlo tiene al gobierno federal parcialmente cerrado desde hace casi un mes. (Reuters)

El problema es que, aunque se han dado trágicos asesinatos cometidos por indocumentados y la epidemia de sobredosis por opiáceos es severa, en realidad a escala nacional los datos y las realidades no coinciden con el diagnóstico presidencial de que el muro fronterizo, y los 5,700 millones de dólares que pide este año para su construcción, son la solución a esas lacras.

Varios estudios y testimonios muestran que la obsesión presidencial con el muro fronterizo va a contrapelo de la realidad y de los propios objetivos declarados de la Casa Blanca.

Por ejemplo, un estudio reciente del Center for Migration Studies halló que entre 2016 y 2017 el 62% de todos los nuevos indocumentados en Estados Unidos entraron en el país de modo legal, vía aeropuertos o cruces fronterizos formales, y perdieron su estatus al permanecer en el país más allá de la expiración de sus visas. Solo el 38% de los nuevos indocumentados ingresó por fuera de las vías de entrada legales.

Quedarse en el país más del tiempo permitido por su visa, tras haaber ingresado legalmente, es con mucho la principal fuente de indocumenatdos de EEUU. (NewsBytes)
Quedarse en el país más del tiempo permitido por su visa, tras haaber ingresado legalmente, es con mucho la principal fuente de indocumenatdos de EEUU. (NewsBytes)

En ese sentido, el muro fronterizo de Trump solo sería útil para frenar una porción del flujo de indocumentados, los 190,000 que se estima entraron irregularmente al país en 2016, pero nada podría hacer contra las 320,000 personas que entraron legalmente y se volvieron indocumentadas ese año al exceder su tiempo autorizado de permanencia en el país, según publicó la revista Newseeek.

Si a eso se añade de que por años se ha conocido, vía diferentes investigaciones, que el índice de criminalidad entre los inmigrantes es menor que entre la población estadounidense en general, es patente que la estigmatización que Trump hace de los indocumentados, al presentarlos como peligrosos invasores, no tiene sustento y es más bien una expresión de xenofobia, racismo y manipulación política.

El flujo de drogas

Otros elementos a considerar se desprenden, por ejemplo, de revelaciones y testimonios surgidos del juicio que se realiza en Nueva York al capo mexicano de las drogas Joaquín ‘Chapo’ Guzmán y que ponen en dimensión su enorme poder.

Como se comenta en The Conversation, los cárteles del narcotráfico obtienen inmensas ganancias del frenético apetito de los estadounidenses por drogas y recurren al soborno y a la violencia para realizar sus operaciones de tráfico ilícito y, también, a tecnologías y artilugios diversos para superar las barreras que se les oponen.

Suponer que un muro va a frenarlos, mientras exista la inmensa demanda de drogas en el norte, resulta, por lo menos, excesivamente optimista. Por ejemplo, excavan túneles para cruzar subterráneamente sus cargamentos hacia Estados Unidos (se han descubierto decenas de ellos) y también hacen volar paquetes de drogas con catapultas por encima del borde fronterizo. Así, sea por abajo o por arriba, vuelven inútiles los muros fronterizos, incluso en segmentos como en Arizona donde la barrera física está apoyada con tecnologías de vigilancia sofisticada.

Además, como se ha reiterado recientemente, en realidad la mayor parte de los cargamentos de droga eluden el muro existente o por existir pues entran ocultos por la frontera en los puertos legales de entrada.

Grandes cantidades de droga entran a EEUU por túneles bajo las barreras fronterizas y, ocultas, a través de los cruces legales en la frontera con México. (AP)
Grandes cantidades de droga entran a EEUU por túneles bajo las barreras fronterizas y, ocultas, a través de los cruces legales en la frontera con México. (AP)

Y la corrupción que el narco ha desatado en México no es exclusiva de ese país. Como indica The Conversation, los narcotraficantes también soborna extensivamente a policías y autoridades estadounidenses y, según reportó a The New York Times a finales de 2016, ese flujo de dinero corruptor llegó en una década al menos a 200 empleados y contratistas del Departamento de Seguridad Nacional con sumas que llegaron a unos 15 millones de dólares.

Esos ingentes pagos, a un lado y a otro de la frontera, proveen a los narcotraficantes protección e impunidad para realizar sus delitos en ambos países. Un muro en sí mismo tampoco puede frenar ese ominoso y repudiable efecto de la corrupción.

Ciertamente es imperativo abatir la criminalidad, sea quien sea quien cometa los delitos, frenar el flujo y el consumo de drogas que produce imperios delictivos y epidemias de adicciones y muertes y controlar los flujos migratorios para que se apeguen a la normatividad y su manejo sea respetuoso de los derechos humanos.

Pero nada de eso aportaría cabalmente el plan de muro fronterizo de Trump. El empecinamiento presidencial en ello es más una muestra de su afán egoísta, de sus intereses políticos particulares y de un grupo reducido, pero va en contra de los hechos y del interés y la opinión mayoritaria de la sociedad estadounidense.

En ese sentido, un programa amplio e integral, que incluya ciertamente seguridad fronteriza pero también muy amplios esquemas para abatir la demanda de drogas, atender a los adictos y propiciar una inmigración más ordenada y humana es imperativo, y en ello serían mucho mejor invertidos los miles de millones que exige el presidente.

El cierre del gobierno al respecto, y los padecimientos que eso ha causado a los empleados federales sin paga y a quienes requieren de sus servicios, es por ello improcedente y destructivo. Esos 5,700 millones por los que Trump ha mantenido cerrado el gobierno serían mejor usados y con mejores resultados, para reducir el crimen y controlar la inmigración, en otros rubros diferentes al muro.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro