El mundo puede morir de sed y no es una exageración

Una mujer trae baldes con agua potable a su casa el 19 de abril de 2017 en el barrio de Iztapalapa en Ciudad de México
Una mujer trae baldes con agua potable a su casa el 19 de abril de 2017 en el barrio de Iztapalapa en Ciudad de México

Por Carlos González Nieto para Yahoo Noticias.- Luego de años de sequía, aumento de la población y agotamiento progresivo de sus recursos hídricos, Ciudad del Cabo se acerca peligrosamente a un punto de no retorno en materia de agua potable. Con sus más de 4 millones de habitantes, el principal destino turístico de Sudáfrica podría convertirse en el primer gran conglomerado urbano del planeta en quedarse sin agua.

Las autoridades de la ciudad, después de fracasar en sus campañas de concientización, han tenido que apelar a medidas drásticas de racionamiento y penalizar los usos no autorizados del vital líquido. Desde el pasado 1º. de febrero se ha reglamentado el consumo diario a 50 litros por persona y ya desde enero está prohibido lavar autos, regar jardines o llenar piscinas.

Entre las recomendaciones están ducharse en no más de dos minutos o, mejor, hacerlo con un balde de agua; reducir o suspender el uso del lavavajillas automático; limitar la utilización de la lavadora a una o dos veces máximo por semana, entre otras. Quienes no las sigan y se excedan en el consumo estipulado se verán obligados a instalar, a un costo de casi 400 USD, un aparato controlador que limita el flujo de agua hasta el tope diario permitido.

Con estas medidas se aspira retardar el temido “día cero”, es decir el día en que las reservas lleguen al 13,5% (actualmente rondan el 27%) y la municipalidad se vea entonces obligada a cerrar los grifos y limitar el suministro de agua a actividades esenciales.

Lamentablemente, solo un 40% de la población está respetando las regulaciones. Mientras tanto, las personas con más recursos atiborran sus carritos de supermercado con botellas y botellones de agua mineral, al tiempo que los menos favorecidos buscan manantiales en las hermosas montañas de la ciudad y se forman inmensas filas de gente con recipientes frente a cualquier punto de suministro.

No obstante, las autoridades de Ciudad del Cabo han postergado hasta el 11 de mayo la fecha del “día cero”, que estaba previsto para el 16 de abril, gracias a que muchas granjas de la región ya utilizaron su cuota de agua. De todas formas, se prevé que la temporada de lluvias, que suele comenzar en mayo, será tan escuálida como en los años de sequía precedentes.

La amenaza de la sed

Con sus visos de distopía futurista, lo que está ocurriendo en Ciudad del Cabo, que los especialistas denominan “estrés hídrico”, no es una excepción, aunque tal vez sea hasta ahora la alerta más grande que haya tenido la humanidad con respecto a los estragos medioambientales y la cada vez más acuciante escasez de agua potable.

Mapamundi con los países en los que menos del 96% de la población tiene acceso al agua potable
Mapamundi con los países en los que menos del 96% de la población tiene acceso al agua potable

“Las proyecciones sobre el cambio climático predicen desde hace años que el área de Ciudad del Cabo será mucho más seca y caliente a medida que pase el tiempo”, declaró hace poco a la BBC Christine Colvin, activista sudafricana del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), quien vive en Ciudad del Cabo y confiesa que tuvo que cortarse el pelo porque no le daba tiempo de ducharse y lavarse la melena en menos de dos minutos, como sugieren las autoridades.

Y esas proyecciones se repiten en los cinco continentes. Según datos del World Resources Institute (WRI) citados por la Fundación Aquae, “cerca de una quinta parte de los países del mundo padecerán agudos recortes en el suministro de agua en 2040”. La zona más afectada, sin duda alguna, será el Medio Oriente, cuya crónica escasez de recursos hídricos empeorará aún más.

El WRI estima que el déficit podría llegar al 70% en apenas dos décadas en los países con menos fuentes de agua dulce. Además del Medio Oriente, países como Australia, Mongolia, Indonesia, Filipinas, Namibia, Botsuana, Sudáfrica, México, Perú, Bolivia y toda la franja norte del continente africano encaran un elevado riesgo de escasez aguda para el 2040 o incluso antes.

Alerta en América Latina

Al igual que en Ciudad del Cabo, los habitantes de Ciudad de México comenzaron el 2018 con una fuerte escasez de agua en numerosos sectores, un problema recurrente en esta megalópolis de más de 23 millones de personas.

Una mujer carga baldes de agua potable el 19 de abril de 2017 en el barrio de Iztapalapa en Ciudad de México
Una mujer carga baldes de agua potable el 19 de abril de 2017 en el barrio de Iztapalapa en Ciudad de México

La capital mexicana se asienta sobre antiguos lechos lacustres y obtiene más de la mitad del agua que consume de esos mantos acuíferos, lo cual acelera el literal hundimiento progresivo de la ciudad. El asunto es que estos depósitos no se reponen con suficiente velocidad, a pesar de que el DF tiene más días lluviosos al año que Londres.

Los expertos del Laboratorio Nacional del Agua, en el Instituto Politécnico Nacional, consideran que, precisamente, hay que desarrollar sistemas de recolección de aguas pluviales como una de las primeras medidas para empezar a contrarrestar el déficit, además de intensificar el tratamiento de aguas residuales, monitorear mejor todo el sistema para que el líquido no se pierda en el camino debido a fugas, y descontaminar los mantos acuíferos por medio de tecnología.

La paradoja del déficit de agua en Ciudad de México es que en esta urbe no solo llueve mucho, sino que las precipitaciones se han ido incrementando debido al cambio climático global, a la inversa de lo que ocurre en Ciudad del Cabo y en otras regiones y países.

Es el caso de Bolivia, donde a fines de 2016 el Gobierno se vio obligado a decretar una emergencia nacional por estrés hídrico y aún se mantiene en una situación delicada. Entre las razones que explican la escasez de agua en este país andino, como contaminación de los ríos, ineficiencia administrativa o falta de cultura ambientalista, resalta de nuevo el cambio climático: el calentamiento global ha hecho desaparecer numerosos glaciares.

EFE/Bienvenido Velasco
EFE/Bienvenido Velasco

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ya había alertado a mediados de 2013 sobre los problemas que padecería Bolivia. En el informe que el organismo presentó ese año se constataron cambios relevantes en los patrones de lluvia, con disminución de las precipitaciones en las zonas secas y un aumento en las regiones húmedas de la selva amazónica. A esto hay que agregar los efectos nocivos que ha tenido en los recursos hídricos del país el negocio indiscriminado de la minería.

En numerosos países de América Latina, como Colombia y Venezuela, se presentan problemas de déficit hídrico de manera crónica, pero no por falta de recursos acuíferos. Es lo que los expertos llaman “escasez económica”; es decir, imposibilidad o ineficiencia para utilizar a plenitud y correctamente las fuentes de agua disponibles.

Tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo, está claro que no hay que cejar en el empeño de racionalizar el uso del agua y desarrollar todas las alternativas disponibles para maximizar este recurso. La amenaza de la sed pende sobre todos.

En gotas

  • De acuerdo con la ONU, bajo el contexto actual de cambio climático, en el 2030 casi la mitad de la población mundial vivirá en áreas de estrés hídrico, incluidos entre 75 y 250 millones de personas de África. Además, la escasez de agua en zonas áridas o semiáridas provocará el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas.

  • Las dos tecnologías principales para enfrentar la escasez de agua son la desalinización y el tratamiento de aguas residuales.

  • Según cifras del Foro Económico Mundial, los países con más alto consumo de agua diario per cápita son Estados Unidos (575 litros), Australia (493 L.), Italia (386 L.), Japón (374 L.) y México (366 L.).

  • La extracción de agua para el riego de sembradíos representa dos tercios del total de extracciones del planeta, 20% lo gastan las industrias, 10% los hogares y alrededor de un 4% se evapora de los depósitos.

  • Tomando en cuenta toda la cadena productiva –desde que comienza el proceso hasta que comemos o bebemos un producto en la mesa–, se necesitan 75 litros de agua para elaborar un vaso de cerveza; 140 litros para una taza de café; 170 litros para un vaso de jugo de naranja; 185 litros para una bolsa de papas fritas; 2.400 litros para una hamburguesa y 7.000 litros para un bistec.