El millonario mexicano al que todos debemos pedirle perdón

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Twitter: @geniomutante​
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Nunca como ahora me queda claro que Los ricos también lloran. Es más sienten, se ofenden. Pese a los miles de millones de dólares en su cartera no son ajenos al dolor humano, ese que viene cuando, ante la ausencia de una botella de Acqua di Cristallo tributo a Modigliani de 57 mil euros por unidad tienen que conformarse con una de Fillico de 192 euros o ya de plano pagar miserables 20 euros por una Veen, porque Evian y Perrier si acaso sirven para enfriar el radiador.

Lo anterior viene a cuento después de ver que debido a la volatilidad del maldito dólar y la mano invisible de Adam Smith el más milloneta de México perdió alrededor de 22 mil millones de dólares de su fortuna pasando a ser solo el cuarto hombre más rico del mundo, pero más que nada, ante los argumentos de ese prócer de la televisión mexicana y contenidos de alta alcurnia que es Ricardo Salinas Pliego.

A través de una columna en el periódico El Financiero don Richard no se anda con medias tintas y pregunta ¿La riqueza es perversa? A partir de ese título, el propietario de TV Azteca, Elektra, Banco Azteca, los equipos de futbol Atlas y Morelia y las kekas del Ajusco se envuelve en la bandera del gran capital para defender la plusvalía y de paso a los millonarios.

En su tesis, Salinas Pliego esgrime que los ataques a la gente con dinero (pero muuucho dinero) es prácticamente un lugar común derivado de un problema cultural latinoamericano donde se sataniza a los que cuentan con enormes fortunas casi como si se tratara de inmigrantes en una tierra gobernada por Donald Trump.

Él, que con sus 4 mil 300 millones de dólares se sitúa en el lugar 351 de la lista de personas más ricas en el planeta se molestó más que nada por las “notas tendenciosas” de los medios que ventilaron en algún día de 2015 que cuatro empresarios mexicanos concentraban con sus fortunas el equivalente al 9% del Producto Interno Bruto de México. Po supuesto, en este cuarteto estaba él.

Lo que más parece haberle calado es el hecho de que esa información, derivada de un estudio publicado por una ONG llamada Oxfam-México, señalaba que ese cuarteto totalmente palacio había llenado sus bolsillos debido a la privatización de bienes públicos en la década de los 90.

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En ese sentido, Salinas Pliego argumenta que todo el vertido de ese análisis estuvo aderezado con vil y puro maniqueísmo al no señalar –cómo él sí lo hace- que lo que vendió el gobierno mexicano en ese entonces fueron paraestatales poco o nada rentables que gracias a las maniobras de “empresarios exitosos” (sic), ahora generan mucho más valor en manos privadas, sin representar un costo para el Estado en las múltiples ocasiones en que se han visto en problemas financieros, como es el caso del sector minero y su desplome por la caída de precios en las materias primas y la misma TV Azteca, cuya rentabilidad “se ha visto erosionada por cambios muy profundos en la industria de medios a nivel mundial” (nada tiene que ver la programación de productos como Tempranito, Cosas de la Vida y La Academia XXX -léase 30, por favor-).

Hasta ahí vamos bien. Yo, que soy un acólito del valor del mercado aunque el mercado no me valore, reconozco que en esto de los de arriba y los de abajo siempre ha habido una dosis de tremendismo y golpes de pecho que enarbolan los resentidazos sociales no hacia el rico, sino al que tiene más que uno, sin detenerse a mirar si alguien que estrena un flamante y lujoso Tsuru modelo 2016 lo está pagando bajo un convenio con el diablo en “abonos chiquitos para pagar poquito”.

Por supuesto que sirve como estandarte político de ciertas personas (cuyo nombre no voy a mencionar porque no me cabe poner aquí Andrés Manuel López Obrador) que exacerban la tragedia de Nosotros los pobres y Ustedes los ricos porque ven que funciona como discurso de impacto, sin mencionar que justo lo que no quieren es que no haya pobres, porque entonces se les acaba el negocio y los seguidores.

Decía que todo iba más o menos bien con las opiniones de Ricardo Salinas hasta que le salió lo Cristiano queriendo ser Messi. Y no eso fue literal.

De pronto, en el mismo texto se empezó a dar su taco (su importancia, para usted que gusta de leer tragicomedias mexicanas siendo extranjero) y empezó a dar ejemplos de cómo los países cuyos gobiernos han ido en contra de la clase empresarial como Venezuela (¡ay, parfavaaaar! cualquiera puede poner ese ejemplo), Brasil, Argentina o Francia han perdido lo más valioso del mundo que no son los bienes confiscados sino el capital humano (ajá, como se salen con lo que traen puesto) que va a refugiarse a otros lares para ganancia de otros países.

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“Propagar este confuso ideario anti-empresarial probablemente pretende conducir a los países al socialismo, que es una forma de gobierno que destruye nuestra libertad y nos hunde en la miseria”, dijo en su texto.

¡Ayyyy, tú tan Montgomery Burns y uno tan Karl Marx! En otras palabras, valórenme o me les pelo. Y eso que aún no han leído esta siguientes cita ilustre:

“La desigualdad existe en toda sociedad humana donde el talento y otras cualidades se distribuyen o se adquieren de maneras exponencialmente distintas. Simplemente consideremos un músico como Yo-Yo Ma, un futbolista como Lionel Messi, un cineasta como Spielberg o un escritor como Mario Vargas Llosa. Todos ellos son extraordinarios en lo que hacen. Nunca hemos visto a los músicos manifestarse porque Yo-Yo Ma “concentra demasiado talento”, sería absurdo. Naturalmente, los ingresos de este violonchelista corresponden a su maestría”.

Justo es aquí donde la cosa se pone candente, pues vemos a un Ricardo Salinas Pliego con una distorsión del mundo donde él mismo se ve como un Messi, un crack de los negocios, un mírame y no me toques que debe ser horrible perderme, pero más horrible tenerme y después perderme.

En términos prácticos y de acuerdo a sus analogías (que en su caso parecen metáforas dadaístas) él está en los mismos niveles del Olimpo que Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Bill Gates. Y es aquí donde la Región 4 nos traiciona, porque en efecto, la manera en que muchos empresarios mexicanos han acumulado riquezas es al amparo de ese sector al que tanto le tira piedras Salinas Pliego cuando le conviene: el Estado. Por poner un ejemplo, omite decir que muchas de esas empresas producto de las privatizaciones crecieron al amparo de prácticas monopólicas durante muchos años (Telmex es un ejemplo; los ferrocarriles y sus excesivos cobros por derechos de paso, es otro), porque el gobierno así lo permitió.

En el caso de la televisión, que es donde Ricardo Salinas es más conocido, el duopolio formado por Televisa y TV Azteca pugnó y mucho para retrasar la entrada de la televisión digital a sabiendas de que eso significaría una merma enorme en ingresos de publicidad ante menos espectadores. Tampoco podemos olvidar la vez, hace ya varios años, cuando un grupo de empresarios (cuyo negocio principal es el farmacéutico) quiso entrar al negocio de la televisión abierta y lo que recibió fue una lección de poder mediático con ‘reportajes reveladores’ sobre negocios cuestionables con el sector salud, ‘trabajos periodísticos’ que curiosamente salían al unísono en las dos cadenas que en ese entonces no se podían ver ni en pintura hasta que encontraron un enemigo común.

Porque si algo evita decir es que, más que por sus abofeteadoras y sensuales fortunas, los poseedores de las riquezas más grandes de México y de muchos países latinoamericanos son criticados por hacer uso del poder fáctico que ellos mismos han construido, controlando ya no solo su ‘exitoso y talentoso’ negocio, sino el rumbo de un país, aunque éste vaya siendo miserable.

Justo es decir que el mismo Salinas Pliego ha hecho a lo largo de los años una acción loable en la educación a través de su Fundación Azteca que brinda oportunidades de alcances universitarios a jóvenes talentosos. Yo personalmente he conocido personas excepcionales emanados de ese centro.

Pero eso no borra el hecho de que gran parte de la clase política ahora sea tan deplorable y mediocre porque así es como se ha hecho bajo el nuevo estándar de no pelearse jamás con la televisión en vistas de futuras campañas y posibles huesos.

Si a eso se le agrega que sus ‘innovaciones’ para cambiar el mundo (por aquello de su talento excesivo al nivel de Spielberg) van de ver a Pedro Sola anunciando mayonesa a poner la primera piedra y nada más de una fábrica de autos para no pagar aranceles de importación de autos chinos usando cupos de importación destinados a empresas productoras, pues como que a ese tipo de talento en mi pueblo se le llama de otra forma.

Si bien el evangelio de la fortuna según San Ricardo fue publicado hace ya casi un mes, esta semana volvió a surgir debido a que uno de los autores del estudio (Gerardo Esquivel) de Oxfam salió a defenderse recordándonos un bonito episodio de la historia nacional de México: que Salinas Pliego compró TV Azteca al Estado mexicano con un préstamo de 29 millones de dólares por parte de Raúl Salinas de Gortari, hermano del presidente de México en ese entonces, Carlos Salinas de Gortari, un préstamo que aceptó, nunca aclaró de dónde vino y que tampoco se sabe si le regresó algún día (el zar anticorrupción de Peña Nieto señalaría que como la casa de Angélica Rivera, aquí tampoco hubo conflictos de interés).

Quizás lo más curioso de todo este asunto no es si Ricardo Salinas se defiende a él y la élite que conforma. Eso más bien hasta resulta lógico, aunque lo haya hecho de una forma que casi se pone el traje de Ironman para defender al mundo del socialismo con todos sus millones. No, lo más curioso es que él reconoce que el problema del mundo no es que haya gente que tenga mucho, sino que exista gente que nada tiene, es decir, que la pobreza y la desigualdad sea lo único seguro para el 99% de la población mundial (eso y que Eugenio Derbez no ganará nunca un Oscar).

Pero más que curioso es preocupante, porque si en esa distorsión de la realidad él se ve como se ve, es posible que a la pobreza la vea como algo mitológico; es decir, quizás ser pobre para él y muchos de ese grupo de talento no es ganar menos de 4 dólares al día y vivir con eso, sino no tener para rentar el jet y tener que subirse a un helicóptero, tener menos de 20 guardaespaldas, ir a Punta Mita en lugar de Mónaco o tener una American Express Dorada cuando la que pesa y todos quieren por ser la más poderosa, es la negra.

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