El mayor ecosistema de la Tierra se oculta bajo nuestros pies

Vida bajo nuestros pies. (Imagen gratuita vista en pXhere).
Vida bajo nuestros pies. (Imagen gratuita vista en pXhere).

No hace falta ser un astrobiólogo de prestigio, como el investigador español Juan Pérez Mercader, para inferir que la vida debe ser algo muy común en el universo. De hecho, un equipo internacional de científicos acaba de demostrar que la vida es mucho más abundante en nuestro propio planeta de lo que jamás hubiéramos imaginado.

¿Dónde se ocultan todas esas formas de vida cuya presencia ignorábamos entonces? Mira hacia abajo, hacia el suelo. Bajo tus pies se extiende un ecosistema gigantesco, que alcanza los 5 kilómetros de profundidad (incluyendo el terreno que subyace al lecho oceánico) que alberga al 70% de las bacterias y arqueas de la Tierra.

A pesar del extraño ambiente, carente de luz, envuelto en un calor más y más extremo a medida que profundizamos. A pesar de la falta de nutrientes, de las presiones insoportables. En el subsuelo la vida prospera en cantidades industriales. Entre 15.000 y 23.000 millones de toneladas de microorganismos extraños, diversos, lentos y longevos habitan bajo la superficie de nuestro planeta. Su peso combinado excede en cientos de veces al total de la humanidad.

El estudio, del que ahora comienzan a publicarse resultados, se realizó a lo largo de una década y por lo que puedo leer, el equipo responsable (véase la web de Deep Carbon Observatory) engloba a 1200 científicos procedentes de 52 países en un entorno multidisciplinar, ya que incluye a físicos, químicos, geólogos y microbiólogos.

Lo bueno de este enorme ecosistema recién descubierto es que está en unas condiciones prístinas, ya que hasta ahora los humanos hemos perforado una porción ínfima de la superficie terrestre. Allá donde los investigadores extraen testigos de roca, bien sea suelo terrestre o bajo el lecho marino, aparecen más y más especies.

Un nematodo (eucariota) sobre un biofilm de microorganismos. Esta criatura, aún no identificada, se encontró a 1,4 kms de profundidad en una mina de oro de Sudáfrica. (Crédito imagen Gaeag Borgonie/Extreme Life Isyensya, Bélgica).
Un nematodo (eucariota) sobre un biofilm de microorganismos. Esta criatura, aún no identificada, se encontró a 1,4 kms de profundidad en una mina de oro de Sudáfrica. (Crédito imagen Gaeag Borgonie/Extreme Life Isyensya, Bélgica).

Entre ellas y por citar algunas: altiarqueales con púas que viven en manantiales sulfúricos y un organismo unicelular llamado Geomemma barossii descubierto en un afloramiento hidrotermal en el fondo del mar, prosperando a una temperatura de 121ºC.

Otro de los microorganismos que han descubierto vive a 2.500 metros bajo la superficie del planeta, donde lleva enterrado millones de años al margen de la energía solar. Esta arquea metanógena obtiene su energía produciendo gas natural, el cual emplea para repararse.

Algunos de estos microorganismos echan por tierra todo lo que consideramos normal desde el punto de vista metabólico. Se puede decir que están activos, o vivos, aunque en estasis, consumiendo mucha menos energía de la que los científicos creían necesaria para soportar la vida. Estos organismos no se mueven apenas, salvo que se den movimientos tectónicos. Para ellos, la vida no se mide en ciclos noche-día como nos sucede a nosotros, sino que son parte de ciclos que persisten a lo largo de escalas geológicas.

Lo increíble es que si nos hemos dado cuenta de la presencia de algunas de esas nuevas especies es por los avances tanto en técnicas de perforación como en la tecnología de los nuevos microscópicos inteligentes, capaces de permitir la detección de formas de vida en cuestión de minutos.

Hasta ahora, los investigadores han encontrado formas de vida que soportan hasta 122ºC de temperatura, aunque creen que se podrá romper este récord si se continúa explorando y si nuestros instrumentos siguen sofisticándose.

Si en la Tierra acabamos de descubrir el mayor ecosistema del planeta (mayor aún que el océano), habitado por criaturas que merecerían ser estudiadas como “extraterrestres” por sus extrañas características, cómo no creer ahora que en Marte puede haber vida bajo su desolada superficie.

Vivimos tiempos fascinantes desde el punto de vista científico. ¡Quién puede dudarlo!

Me enteré leyendo The Guardian.