El médico casado, con hijos y trabajador de la seguridad social británica que abandonó todo para unirse al ISIS

Issam Abuanza tenía una vida cómoda. Trabajaba como médico en el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, vivía en una casa en la ciudad inglesa de Sheffield, estaba casado y tenía dos hijos. Pero algo se torció en 2014 porque este hombre, de 37 años, decidió dejar atrás todo y marcharse a Siria.

Su destino era unirse al Daesh, popularmente conocido como Estado Islámico o ISIS. Su vida y la de sus allegados estaba a punto de cambiar radicalmente. Su carta de presentación a los terroristas fueron sus habilidades: un doctor especializado en endocrinología (diagnóstico y tratamiento de enfermedades hormonales).

Issam Abuanza hace un gesto asociado con el ISIS (Facebook).

Le avalaban sus años de experiencia en tierras británicas: primero en un hospital en Gales del Norte entre 2007 y 2009; después en el Hospital Scarborough entre octubre de 2012 y agosto de 2013.

Realmente no necesitaba estas cualificaciones, ya que el Daesh necesita personal y en el caso de los médicos es aún más necesario ya que los continuos combates por el control del territorio sirio hacen necesarias siempre unas manos con capacidad de operar.

Se había graduado en Medicina en 2002 en Bagdad, un año antes de la invasión estadounidense de Irak que cambió radicalmente el rumbo del país. Quién sabe si desde ese momento la idea de terminar formando parte de un grupo terrorista germinó en su mente, pero lo cierto es que en 2009 obtuvo la licencia para practicar la medicina en el Reino Unido, labor que realizó hasta 2013.

Pero ya en los meses antes de su partida a Oriente Medio había cambiado su dedicación, administrando una tienda online de ropa que vendía fundamentalmente caftanes (túnicas de algodón o seda que llega hasta los tobillos). Pero el negocio no floreció y Issam lo cerró tres meses antes de marchar.

Desde entonces, muchos cambios que se pueden observar en su Facebook. Imágenes en las que sale con utensilios médicos, mientras que lleva un arma en su funda y sonríe haciendo un gesto con el dedo normalmente asociado al ISIS. Otras con uniforme de combate, leyendo el Corán y sujetando un fusil.También celebrando la muerte de un piloto jordano o los ataques sobre la sede de Charlie Hebdo en París. Pero desde octubre de 2015, el silencio.

Issam Abuanza leyendo el Corán con un fusil (Facebook).

Su propia familia, en boca de su hermana, no han tardado en criticarle. “Mis padres nunca le perdonarán. El deseo de mi padre es verle antes de morir. Ha gastado todo su dinero en su educación y esto es lo que él ha hecho”, concluye.

Javier Taeño (@javiertaeno)