El invento más importante de los animales fue separar la boca del ano

El mayor “invento” en la evolución de los animales fue, según muchos expertos, el ano. Bueno, en realidad, separar la boca y el ano. Tener un orificio corporal designado para cada una de las acciones no sólo es una buena idea por cuestiones de higiene, si no que mejora la eficiencia con la que se asimilan los alimentos. Pero, cómo y cuándo surgió no está tan claro.

Antes de continuar, se hace necesario hacer una aclaración. En Biología tenemos cierta tendencia a emplear un lenguaje común, huyendo de términos técnicos. El problema es que las palabras que utilizamos no siempre tienen el mismo significado. Cuando decimos “invento” nos referimos a la aparición, por adaptaciones y mutaciones, de estructuras nuevas.

Una vez dicho esto, ¿para qué sirve realmente el ano? Sí, de acuerdo, para hacer salir la porción no digerible del alimento. Pero la cosa no es tan sencilla. En los animales más sencillos, como las esponjas o los cnidarios – pólipos y medusas – sólo existe una abertura. Que funciona al mismo tiempo como entrada y salida, boca y ano.

[Te puede interesar: Explican por fin qué es el extraño moco que cubre los fiordos noruegos]

Y en un momento dado, hace aproximadamente 600 millones de años, aparece otro orificio, justo en la punta opuesta del cuerpo. Es decir, el ano. Esto permite a los animales algo impensable hasta ese momento: comer mientras aún se está digiriendo el alimento anterior.

Los animales con un sólo orificio no pueden hacer esto. Una vez introducen la comida, esta debe procesarse, digerirse y eliminar los restos antes de poder introducir más. Si no, el alimento “nuevo” se mezcla con el “viejo” y empiezan los problemas.

Pero no es tener otro orificio lo que permite comer y digerir al mismo tiempo. Al aparecer el ano, el sistema digestivo se vuelve lineal. Esto permite hacerlo más complejo, regionalizando partes que se encargan de una función muy concreta. Es decir, especializarlo más.

El salto que se da entre pongamos esponjas y un gusano anélido es un salto desde una cavidad gastrovascular a un sistema digestivo complejo. La eficiencia, entendida como la cantidad de alimento que se puede aprovechar de cada comida, la cantidad de nutrientes que se absorben, es enorme.

[Te puede interesar: Halladas dos especies que no se parecen a ninguna otra conocida]

Hasta aquí, todo es muy sencillo de entender. Los animales más simples tienen un sistema más sencillo para obtener comida, y por su sencillez es menos eficiente. El problema está cuando miramos con detenimiento a estos animales simples.

Los metazoos – el término técnico para animales multicelulares – se dividen en dos grupos: diblásticos y triblásticos. Los primeros son los más simples, e incluyen a los ya citados poríferos – esponjas – y cnidarios – pólipos, medusas y corales. Y también a los ctenóforos, o medusas de peines.

Este último grupo demuestra, una y otra vez, ser el más distinto entre los simples. En este caso, porque tiene ano. O más bien “anos”, pequeños orificios por los que expulsan el alimento sin digerir. No se trata de un único orificio, si no varios de pequeño tamaño, situados en el extremo opuesto a la boca.

[Te puede interesar: El cerebro pudo aparecer dos veces durante la evolución]

Y esto, realmente, no debería pasar. No tanto que no debería, como que complica las explicaciones. Porque la idea que había hasta ahora era que el ano aparece en los animales triblásticos, que son “más evolucionados”, más complejos en su “arquitectura”.

Encajar los poros anales de los ctenóforos en la historia evolutiva es complejo. O bien el ano surgió al inicio de la evolución de los animales, y las esponjas, pólipos y medusas lo perdieron, o bien los ctenóforos llegaron a esa solucion “elegante” por su propia cuenta. Y ambas explicaciones resultan difíciles de encajar y demostrar.

Aún quedan muchos estudios para entender el origen del ano, pero quedémonos con que su aparición fue de vital importancia en la evolución.

Me enteré leyendo aquí

Crédito de la imagen superior: La imagen proporcionada por la Universidad de Florida es una composición que muestra diferentes vistas de un ctenóforo tentaculado conocido como Pleurobrachia bachei mientras nada. Los investigadores de la Universidad de Florida analizaron los genes de esta y otra especie de ctenóforos y hallaron que las misteriosas criaturas generaron un sistema nervioso único de forma distinta que la de cualquier otro animal. (Foto AP/Universidad de Florida)