El fuego y el humo de enormes incendios forestales, el otro desastre natural (poco atendido) en EEUU
La opinión pública nacional ha estado en gran medida fija y consternada por los fuertes azotes de los huracanes Harvey e Irma, y su ruda devastación humana y material en Texas, Florida y el Caribe. Pero al mismo tiempo, en el otro extremo del país, no es el agua y las ráfagas de viento sino el fuego y densos humos lo que se ha convertido en una emergencia de escala mayor.
Incendios forestales de tremendo tamaño e intensidad se han registrado en los últimos días en estados de la costa noroeste, sobre todo en Oregon, Washington, Montana y Wyoming y, como se comenta en el portal Vox, han sido tan severos que las concentraciones de partículas y humos en el aire producidos por ellos han deteriorado severamente la calidad del aire y oscurecido amplias regiones en las áreas afectadas.
Eso ha provocado que el ambiente sea inadecuado para la salud en grandes extensiones de esos estados, y en algunos puntos el aire, por sus niveles de contaminación, sería peligroso, como ha sido el caso hace muy poco en Montana, Wyoming y Dakota del Sur. Los humos, por el impulso del viento, incluso llegan a afectar zonas donde no hay incendios a gran escala.
La situación, señala Vox, ha mejorado un poco recientemente (era mucho más crítica hace una semana) y se espera que las lluvias aminoren tanto la cantidad de incendios como la polución del aire. Y eso es crucial porque, en varios casos las partículas de los humos pueden suscitar enfermedades respiratorias severas y algunas de ellas, en el largo plazo, han sido asociadas con cáncer, de acuerdo al citado portal.
Es poco, con todo, lo que puede hacerse una vez que se han desatado incendios masivos y sus humos se han esparcido en grandes extensiones y concentraciones.
Las autoridades ciertamente luchan para contener el fuego y prevenir en lo posible que se amplíe, pero la capacidad de respuesta es limitada. Y aunque el poder de la naturaleza es desde luego el factor mayor (y los cambios en el clima y en las temperaturas tienden a hacer los incendios forestales más frecuentes y extensos) en ello existen también otros factores.
Por ejemplo, de acuerdo al periódico The Oregonian, el senador Ron Wyden, de Oregon, ha pedido al Congreso corregir el modelo de financiamiento para prevención y reacción en caso de grandes incendios, que mantiene a instancias como el Servicio Forestal en constante penuria por insuficiencia de fondos. Wyden pide que los recursos en este caso de grandes incendios se asignen de modo similar a lo que sucede con desastres naturales como los huracanes.
Por añadidura, la recuperación y mejora de bosques en amplias zonas del oeste, entre ellas Oregon, ha sido lenta, también por insuficiencia de fondos y renuencias sociales. Todo ello hace más vulnerables a los bosques al fuego.
La conservación de la naturaleza, los bosques estadounidenses son clave para los ecosistemas de Norteamérica, no es el único factor de relevancia. Por ejemplo, en la industria del vino, que es una actividad económica mayúscula en el noroeste del país, se teme que la gran cantidad de humo de fuegos forestales y su expansión a vastas áreas de la región pueda dañar los viñedos y afectar la producción y la calidad del vino. Según productores entrevistados por la radio NPR, el humo y las cenizas pueden afectar el sabor y la calidad de la uva, y con ello los del vino. Si eso se diera a gran escala los productores vinícolas podrían enfrentar severas pérdidas.
Con todo, el problema de los incendios forestales en amplias zonas del oeste es un fenómeno que, aunque sus efectos pueden mitigarse hasta cierto punto, no puede ser evitado ni, en muchos casos, contenido antes de que se convierta en catástrofe. Al respecto, el investigador Paul Hessburg, experto en ecología e incendios forestales, indicó que las actuales condiciones climatológicas y las tendencias provocadas por sus cambios sugieren que los incendios podrían ser cada vez más frecuentes y mayores, según se detalló en el periódico Independent Record de Montana. Ante ello, el trabajo de prevención y mejoramiento en bosques para evitar la expansión de los incendios son imperativos, pues las tareas para tratar de apagarlos por sí mismas no son una solución.
Y, en general, como en el caso ante huracanes y otros desastres naturales, la sociedad y los gobiernos deben comenzar a caer en la cuenta de que se requiere más preparación, protección, recursos y acción. La evidencia científica del cambio climático es real, y aunque no puede atribuirse solo a ello la incidencia de fenómenos como los recientes huracanes o incendios forestales masivos, quedarse cruzado de brazos en el mero alegato político-ideológico no ayuda. Acción basada en el rigor científico es lo requerido pues la naturaleza, la que, en realidad, solo sigue sus propias leyes.