El elevado costo que paga el mundo por la política de defensa de EEUU y cómo podría revertirse

Ricardo Jose Rodriguez Vacas, Esq. – Abogado de Miami, Florida, Estados Unidos

¿A qué costo al ambiente se justifica la defensa de una nación? No existe ninguna duda en el mundo de hoy que Estados Unidos es la nación más poderosa militarmente. Una posición que se mantiene a costa de ser también el mayor contribuyente de contaminación no solo de su propia nación sino de todo el planeta. A nivel global, el país no lleva toda la culpa ya que otros países, y primordialmente las potencias mundiales como China, India, y Rusia, siguen el mismo modelo de expandir fuerzas de defensas y militares a un precio catastrófico para el medio ambiente.

-Cómo contamina el Departamento de Defensa de EEUU-

Bases militares del US Navy. (AP)
Bases militares del US Navy. (AP)

Existen más de 1,000 bases o instalaciones militares o de defensa americanas fuera del territorio nacional y adentro de sus limites existen más de 4,000. Desde plantas nucleares y químicas, fabricas de armamentos y vehículos, instalaciones tecnológicas, hasta las bases tradicionales, todas dejan sus huellas en el ambiente. Las pruebas de bombas y armamentos, el desgaste nuclear y basura en general producida por esta industria militar ha dejado suelos y aguas contaminadas con radiación, ha eliminado flora y fauna, y hasta ha alterado la naturaleza. Miles de personas han sufrido e incluso han muerto por la contaminación militar. El problema es tan serio que el Pentágono tuvo que crear un programa para limpiar y controlar estos lugares afectados.

Más allá de la contaminación real, que obviamente no es saludable ni sostenible, existe una contaminación filosófica sostenida por la doble moral y la hipocresía manifestada claramente en la ley y la política. Hay un péndulo oscilante entre la sobre-regulación y la ignorancia acerca de la contaminación. Por un lado se crean cada vez más regulaciones y leyes para proteger el medio ambiente, mientras por el otro, se hace la vista gorda a sectores privilegiados o del mismo gobierno que contaminan sin límite.

Dos distritos de agua en Sacramento, California, están demandando al gobierno de Estados Unidos por casi mil quinientos millones de dólares por la limpieza del agua subterránea contaminada por una base militar. (Getty)
Dos distritos de agua en Sacramento, California, están demandando al gobierno de Estados Unidos por casi mil quinientos millones de dólares por la limpieza del agua subterránea contaminada por una base militar. (Getty)

Enfocándonos en la sociedad estadounidense, tampoco hay unanimidad en el debate sobre cómo lidiar con la contaminación. La retóricas y regulaciones cambian dependiendo quién este en el poder pero lo que siempre se mantiene igual es que la industria militar sale intocable.

Desde el ámbito local hasta el nacional, aplicar limites o no de emisiones, promover transporte eléctrico, regular el reciclaje, controlar los sitios de basura, exigir permisos para construir, etc., son pasos de buenas intenciones que a veces tienen un impacto positivo y otras veces no. Lo que si es cierto es que esas intenciones y/o el cumplimiento de esas intenciones, para el medio ambiente, son anuladas por lo que hace el propio gobierno.

Por cada acto que se considere pro-ambiente, el gobierno hace algo enormemente más dañino. La expansión de armamento nuclear, armas, vehículos y tanques, barcos de guerra y portaaviones, helicópteros y aviones, y bases militares frenan y revierten cualquier avance ambiental.

-Leyes solo para algunos-

La ley no es la misma para los ciudadanos e industrias fuera del ámbito de la defensa que para aquellos que están vinculados al gobierno. Las regulaciones y leyes ambientales son esfuerzos que prácticamente solo se aplican a los que no están relacionados directa o indirectamente con el gobierno. Esto lamentablemente respalda la idea que el gobierno no sigue sus propias leyes, aunque la sociedad sí apoya controles y regulaciones lógicas.

La sociedad y políticos deberían forzar a que haya un cambio radical en la filosofía militar y de defensa. Sin un cambio real en ese sentido, la industria militar seguirá teniendo la llamada carte blanche para hacer lo que quiera.

Cada año vemos que el oficialismo (sea republicano o demócrata) y la oposición aprueban siempre más dinero y actividad militar para el Departamento de Defensa. Esto no sólo es la culpa del gobierno sino de la sociedad ya que el pueblo elige al gobierno. Es el pueblo el que acepta la doble moral. Sentirse bien imponiendo regulaciones, leyes, y protecciones contra corporaciones e industrias privadas (que hace cumplir el gobierno) es un acto estético y con impacto mínimo cuando se compara al real culpable de la contaminación ambiental.

-Qué podría revertir la situación-

El cambio real para detener el daño al medio ambiente de la industria militar estadounidense sería reducir el tamaño y presupuesto del Departamento de Defensa; eliminar y cerrar cientos de bases militares; frenar la expansión y el desarrollo de armas; y adaptar la tecnología para modernizar las fuerzas militares en una manera que no dependan de combustibles contaminantes.

Reducir el aparato militar del país a más de la mitad, además de ayudar al mundo, ahorraría a los estadounidenses miles de millones de dólares al año, sin afectar la supremacía armada y de defensa de Estados Unidos en el mundo. El gasto anual de este país en su fortaleza militar es mayor que el de China, Rusia, Arabia Saudita, India, Francia, Reino Unido, Japón y Alemania. Esto significa más de 600.000 millones de dólares anuales en gastos declarados (existe más presupuesto en negro). Lo único que sufriría si se hace un recorte y reforma sería el sector de industrias que se benefician del militarismo.

Presupuesto destinado a Defensa de los países líderes del mundo en 2016, en miles de millones de dólares. (IISS)
Presupuesto destinado a Defensa de los países líderes del mundo en 2016, en miles de millones de dólares. (IISS)

El progreso hacia un medioambiente más sano ha avanzado con más conciencia individual y social, pero aun falta un largo camino. Los avances personales y locales tienen que magnificarse y ser realmente adoptados por gobiernos-no solo en papel sino acción interna-. Hasta que eso no ocurra, el planeta y sus habitantes están condenados. Nadie toma en serio a un líder que no actúa como predica. El medio ambiente mejorará cuando todos, gobiernos y sus pueblos, vivan, respeten, y apliquen las mismas leyes de protección del planeta. Una nación puede ser fuerte y poderosa militarmente sin destrozar el planeta sin escrúpulos.