El debate basura de Salinas Pliego y Citlalli Hernández que muestra lo peor de México

La senadora de Morena. Citlalli Hernández y el empresario y dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego | FOTOS: Cuartoscuro |
La senadora de Morena. Citlalli Hernández y el empresario y dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego | FOTOS: Cuartoscuro |

Ricardo Salinas Pliego y Citlalli Hernández discutiendo en Twitter. ¿Qué puede salir mal? En el país de los pleitos baratos, todos los días se encuentran nuevos protagonistas. Aunque en realidad los personajes en cuestión ya son gente de confiar, una garantía de bochorno y de discursos incendiarios que deleitan a los trolls de cualquier bando. El motivo de los debates puede variar, pero siempre tiene que ver con algún asunto polarizador. Faltaba más.

En esta ocasión, los eruditos de turno han puesto leña en la hoguera sobre lo que piensan de Cuba y su régimen político. Para ninguno de los dos, el magnate todopoderoso y la senadora dueña de la razón, existen los matices. En sus universos políticos, aceptar un gris sería equivalente a abrazar la tibieza. Y los radicales, por si no ha quedado claro, no se llevan bien con la tibieza. Aborrecen los puntos de encuentro y jamás le darían la razón a alguien de la otra vereda.

Primero, Citlalli dejó claro su apoyo a ultranza al régimen cubano. Como distinguida egresada de la Facultad de Ciencias Políticas, la senadora se siente muy a gusto con la revolución de pupitre, esa que tan bien se enseña y memoriza en Polakas. Para ella y su unidireccional visión de la política, todo aquel que no valide lo que sucede en Cuba es un fifí, intolerante y oligarca. En su mundo, la discrepancia no existe: es el todo o nada de cajón. Blanco y negro, bueno y malo.

Quizá porque la senadora siempre gozó de libertad de expresión es incapaz de reconocerle defectos al gobierno de Díaz-Canel y a toda la herencia castrista en su conjunto. Seguramente en la época en la que fue estudiante, allá por el sexenio de Calderón, alguna vez participó en alguna marcha, como suele suceder en los países democráticos, y ciertamente es muy probable que en alguna de esas marchas hayan existido presos políticos de gobiernos anteriores.

¿Qué hubiera sentido ella, una joven revolucionaria, si la hubieran prohibido marchar o si alguien le dijera que los presos políticos son traidores a la patria? Porque eso es lo que pasa en Cuba, un país en el que se castiga la disensión. Ahora, que ya es senadora y no revolucionaria de pupitre, se siente muy cómoda repartiendo las etiquetas que hace no muchos años hubiera repudiado. Y con justa razón, porque la juventud revolucionaria adora la libertad y la pluralidad. ¿O no?

Y como en Twitter a cada argumento barato le sucede otro todavía peor, el respondón de la semana fue el magnánimo Ricardo Salinas Pliego, muy metido ya en su papel de Trump mexicano; la decadencia de la decadencia, para decirlo pronto. El empresario dueño de TV Azteca, Banco Azteca, Elektra y demás paraísos de los derechos laborales, recurrió al argumento típico de puberto preparatoriano: "Váyase a vivir a Cuba, se ve medio farsante escribir de comunismo desde un IPhone". Uno esperaría más del gurú del echaleganismo mexicano, del inteligentísimo zar de los negocios, que por algo es millonario, porque todos los millonarios son brillantes. ¿O no?

Pero es lo que hay. Salinas Pliego, el mismo que negó el covid y que impunemente orquestó una campaña mediática contra las políticas de sanidad, el que se regodea en TikTok dándole clases de negocios a varios miles de ingenuos; el que, casualmente y por amor a la democracia, impulsó una serie de reportajes en los últimos días sobre todo lo malo que hay en Cuba. ¿Cómo era la frase aquella? ¿Candil de la calle y oscuridad de la casa? Algo así. No la recordaba bien porque solo se aplica cuando se habla de políticos, aunque a muchos medios de comunicación esa definición les queda pintada. ¿Para cuándo un reportaje sobre el outsourcing?

El empresario hizo diversos chistes sobre el físico de Citlalli Hernández. Desde luego, en Twitter esas bajezas le fueron aplaudidas. Lo mismo que el chiste del iPhone, porque así es como piensa él y varios más: si pides un gobierno justo, si pides un poco de justicia social, entonces no tienes derecho a disfrutar de un buen teléfono ni a ir a ninguna plaza bonita o lujosa. Es la mentalidad del todo o nada, el juego de suma cero. Cuando la tormenta de likes y retuits termine, comenzará alguna otra función de similar temática. El radicalismo sonríe.

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