El cazador de tesoros que asegura haber olvidado dónde ocultó millones en oro

Es un fantástico relato de oro y memoria perdidos, de hazañas submarinas y clandestinidad esforzada, de fama y triunfo, de muerte y caída, de fraudes y desacatos judiciales. De millones de dólares recuperados y luego desaparecidos para maravilla y consternación a escala nacional.

Una historia que bien puede decirse supera la ficción.

Todo comenzó hace casi 160 años cuando un buque estadounidense, el SS Central America, cargado de toneladas de oro de California naufragó estrepitosamente cerca de la costa de Carolina del Norte en 1857. Fue un desastre marítimo tremendo: el naufragio causó la muerte de 425 personas, destruyó fortunas y agudizó una crisis económica nacional. Junto a los restos del buque en el fondo del mar quedaron millones de dólares en oro, al parecer perdidos para siempre. Lingotes y monedas en una cuantía inusitada, un tesoro mayúsculo pero que lucía irrecuperable.

Tommy Thompson (izq) durante su época de oro de cazador de tesoros. (AP/Columbus Dispatch)
Tommy Thompson (izq) durante su época de oro de cazador de tesoros. (AP/Columbus Dispatch)

Pero todo cambió a finales de la década de 1980, cerca de 130 años después del naufragio, cuando un ingeniero que, se afirma, participó en la construcción de submarinos nucleares determinó encontrar el buque hundido y hacerse de su tesoro.

Tommy Thompson logró, con ello, momentos de gloria e infamia, de riqueza y miseria.

Se narra en los diversos recuentos de la historia, que Thompson poseía una aguda inteligencia y una determinación implacable y que en su afán de recuperar el oro del SS Central America, hundido a más de 2,000 metros en el fondo del Oceáno Atlántico, diseñó un submarino robot de alta tecnología. Con él logró ubicar los restos del navío y procedió, apoyado en artilugios adicionales, recuperar sustanciales cantidades de oro.

Cuando el hallazgo fue hecho público Thompson logró súbita fama. Por la complejidad del rescate y el valor del botín, Thompson era ya uno de los máximos, quizá el mayor y más brillante, cazador de tesoros.

Pero todo tuvo un lado oscuro.

El SS Central America, hundido en 1857 frente a Carolina del Sur con un inmenso cargamento de oro. (AP)
El SS Central America, hundido en 1857 frente a Carolina del Sur con un inmenso cargamento de oro. (AP)

Para financiar su aventura, inmensamente costosa, Thompson convenció a un grupo de inversionistas, muchos ellos de Ohio, de apoyarlo económicamente. Logró recaudar, como relata la agencia AP, 12.7 millones de dólares. Ese dinero le permitió a Thompson, entre 1988 y 1989, obtener equipos submarinos de alta tecnología y extraer sustantivas cantidades de oro del SS Central America.

Pero poco después, Thompson y el oro se apartaron de los reflectores públicos mientras compañías que aseguraron al SS Central America en el Siglo 19 reclamaban ser propietarias de parte del oro.

Por añadidura, en 2000 Thompson al parecer vendió la mayor parte de los lingotes y las monedas recuperadas a una compañía de California en 50 millones de dólares, de acuerdo a The Columbus Dispatch, pero no pagó a los inversionistas que financiaron su expedición submarina ni un centavo de lo prometido.

Esas empresas lo demandaron para recuperar su dinero y también reclaman el resto del oro que, al parecer, Thompson mantiene escondido. Pero el cazador de tesoros súbitamente convertido en buscada presa desapareció de la luz pública y por muchos años nada se supo de él.

Lingotes de oro y otros objetos en los restos del barco SS Central America, recuperados a finales de los 80 por Tommy Thompson. (AP)
Lingotes de oro y otros objetos en los restos del barco SS Central America, recuperados a finales de los 80 por Tommy Thompson. (AP)

Como narró The Washington Post, Thompson y su novia, Alison Antekeier, se esfumaron y, gracias a los muchos millones de dólares a su disposición, vivieron de modo discreto en una mansión en Vero Beach, Florida, cuya renta pagaban, se cuenta, con billetes enmohecidos tras haber permanecido enterrados mucho tiempo. Usaban celulares ‘desechables’ para no ser rastreados y todo lo pagaban en efectivo.

Pero en 2012 se emitió una orden para su arresto y la suerte de Thompson cambió.

Cuando un agente que representaba al casero de Thompson se apareció por la casa, él los recibió sucio y en calzoncillos y, al poco, Thompson y su novia reunieron algunas pertenencias y dejaron el lugar. Cuando un trabajador de la casa finalmente se percató de quiénes eran los que vivían en ella, ellos ya habían huido.

La policía registró la mansión pero no halló muchas pistas. Sí encontró, por ejemplo, cintas vacías que alguna vez contuvieron fajos de 10,000 dólares en billetes, 12 celulares desechables y un libro titulado ‘Como hacerse invisible’.

Por varios años más Thompson y Antekeier vivieron ocultos, buscados por la policía. Fueron hallados finalmente en enero de 2015 en un hotel del área de Boca Ratón, al que pagaban 200 dólares diarios por una habitación de la que salían poco y, cuando lo hacían, se desplazaban a pie o en taxi.

Ambos fueron arrestados luego de que la policía identificó en la calle a Antekier y la siguió hasta el hotel.

Tommy Thompson, en una foto durante su reclusión en la cárcel del Condado Delaware, Ohio. (AP/Delaware County Sheriffs Office)
Tommy Thompson, en una foto durante su reclusión en la cárcel del Condado Delaware, Ohio. (AP/Delaware County Sheriffs Office)

Thompson llegó entonces a un acuerdo con la corte: aceptó revelar el paradero de una parte del oro que él aún tendría oculto, y que según él comentó estaría depositado en Belice.

Según el Dispatch, se cree que se trataría de unas 500 monedas de oro, con un valor que podría alcanzar los 4 millones de dólares. Un tesoro que los inversionistas defraudados por Thompson desean obtener, junto a todo otro valor en posesión del detenido, para compensar los muchos millones que invirtieron y nunca recuperaron en la expedición de rescate submarino.

Pero pese a su juramento, Thompson se negó a cooperar con las autoridades y, actualmente, se encuentra en una prisión en Ohio por cargos de desacato. A sus 63 años de edad, es una sombra del carismático aventurero que deslumbró al mundo con un inmenso hallazgo submarino. Incluso, según él mismo habría dicho ante un juez, la memoria le está fallando.

Acusado de desacato, y con una multa de 1,000 dólares por cada día que no colabore con la justicia, Thompson lleva ya casi un año alegando que no recuerda dónde ocultó las monedas de oro. El monto de sus multas ha superado ya los 350,000 dólares y él podría permanecer recluido por mucho más tiempo hasta que acepte colaborar con la justicia, recupere la memoria o se determine aplicarle una pena de cárcel.

El problema es que esa ‘pérdida de memoria’, que sus acusadores consideran es una mera simulación, podría llegar a permitirle ser sentenciado por desacato y, tras algunos años en prisión, salir libre nuevamente. Si eso sucediera, se afirma, él podría nuevamente desaparecer, viajar de incógnito incluso a un país extranjero y vivir allí en el anonimato gozando de los millones de su dorado tesoro escondido.

Pero por lo pronto Thompson sigue en la obligación de cooperar con la justicia y permanece en prisión, con mala memoria y un secreto de valor exorbitante oculto en sus profundidades mentales.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro