Fernando Carrera, otra víctima más del invento de causas judiciales en Argentina

Fernando Carrera recuperó su libertad luego de estar siete años preso. La policía le armó una causa porque no pudo dar con el culpable verdadero de una masacre. Pocos lo defendieron, en medio de acusaciones prematuras, aunque un filme puso en evidencia las contundentes pruebas. Un ejemplo de una realidad en Argentina: los presos inocentes.

Fernando Correa saluda a Enrique Piñeiro, director de cine que hizo una película sobre su caso. (Taringa)

Es un caluroso mediodía más en la Ciudad de Buenos Aires. Enero es, en estas latitudes, un horno húmedo de dimensiones desproporcionadas que llegan a los 42 grados. Aquella tarde del 25 de enero de 2005 ocurrió la llamada Masacre de Pompeya, una tragedia que le costó la vida un chico de 6 años, su mamá de 35 y otra mujer de 41 años. Aquel Peugeot 205 iba en contramano, a 60 km/h, y causó una masacre que terminó por condenar al autor del crimen a 30 años de prisión.

Así contada, la historia parece ser un caso en el que se hizo Justicia, por tener al autor del accidente tras las rejas. Pero nada más alejado de la realidad: lo que sucedió, en rigor, fue que dos policías de civil perseguían a un auto de un supuesto delincuente. Pero se equivocaron de objetivo y el desafortunado fue Fernando Carrera, quien manejaba un auto similar (pero no de la misma marca). 

Pensaron que él era a quien perseguían, y no que era un conductor más del populoso barrio ubicado en el barrio sur de la Ciudad de Buenos Aires. Fue entonces cuando le dispararon más de 25 tiros hasta dejarlo inconsciente, violando todo tipo de protocolo policial. Sin control de sus actos, Carrera perdió el conocimiento y fue allí cuando atropelló a los tres transeúntes, al chocar contra otro auto y herir al conductor y su acompañante.

La semana pasada, la Corte Suprema de Justicia absolvió a Fernando Carrera, luego de 7 años preso. El caso asoma como una referencia de una realidad de los procesos penales en Argentina: aún hay muchas personas inocentes tras las rejas.

Las pruebas que desnudaron la realidad

La causa que le armó la Policía Federal era por robo agravado -por utilizar armas de fuego- y homicidio culposo agravado -por la conducción imprudente de un vehículo automotor y por la cantidad de víctimas mortales- con “portación de arma de guerra” sin licencia. Todos cargos que, por las pruebas y ante la evidencia presentada por su abogado defensor, no son reales.

Lo primero que hay que entender es la versión oficial: el auto se dirigía por avenida Sáenz en contramano cuando ocurrió el hecho que la Policía detalla como un escape de un intento de robo. Lo que en realidad había sucedido es que habían habido dos robos a varias cuadras del lugar donde ocurrieron los hechos, y que estos habían sido realizados con un auto blanco pequeño. “Presumiblemente un Peugeot 205 o un Fiat Palio”, se escucha en la grabación de la central policial. La falta de precisión del automóvil ya denotaba una primera irregularidad.

Cuando la policía se encontraba en el lugar, se topó con Carrera. “Estaba en el momento equivocado en el lugar equivocado”, aseguró éste más de una vez. Mientras manejaba, vio que varias personas vestidas de civil lo atacaban con escopetas. Pensó que intentaban asaltarlo.

Por esa razón se metió en contramano, momento en el que le dispararon y una bala le pegó en el mentón, dejándolo inconsciente. En total, recibió en su cuerpo ocho de los 18 balazos disparados por la policía. Fue allí cuando se desencadenó la tragedia.

A Carrera le pusieron un arma taurus, por empezar. Curiosamente, el arma tenía el seguro puesto: algo extraño si se considera que, según la versión policial, Carrera disparó respondiendo al tiroteo de la Policía.

Imagen sin revolver

No se le hizo una dactiloscopía ni un dermotest, la prueba que se suele realizar sobre las manos de los implicados para ver si hay rastros de pólvora.

Tampoco se recogieron huellas dactilares. Las armas de la policía no se peritaron, y la hipótesis de la defensa de Carrera es que allí se encontrarían, en lugar de las huellas de él, las del comisario Villar, implicado en el caso.

El cineasta argentino Enrique Piñeyro (quien tiene una trayectoria por haber denunciado las irregularidades en el sistema de aviación argentino en el documental “Whisky, Romeo, Zulú”) realizó una película llamada “El Rati Horror Show”, que evidenció cómo se montó la causa para incriminar a Fernando Carrera.

Tirado en el suelo

Lo cierto es que a Carrea lo dejaron tirado 50 minutos, inconsciente, mientras los vecinos intentaban lincharlo por lo ocurrido. La ambulancia tardó ese tiempo en llegar, y luego tardó 40 minutos para hacer 9 cuadras hasta el hospital Penna.

El primer recuerdo que Carrera tiene es cuando lo suben a la ambulancia, junto a un bombero que lo cargaba. Y recuerda las trompadas y cómo le decían “hijo de puta, cómo no te moriste, mirá el desastre que causaste”.

El periodismo acusador

Apenas se conoció el caso, la opinión pública se volcó contra Carrera. Poco sabía la sociedad qué historia se ocultaba detrás, y que Carrera, lejos de ser el victimario, era la principal víctima. Una víctima que a la Policía le servía muerto, no vivo.

Nacido en 1978, Carrera no tenía antecedentes penales. Desempeñaba su actividad laboral como proveedor de artículos de gomería, y vivió un infierno junto a su mujer y sus tres hijos.

El 7 de junio de 2007 se conoció la sentencia por el juicio, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 14, compuesto por los jueces Hugo Cataldi, Beatriz Bistué de Soler y Rosa Lescano: 30 años de prisión. La injusticia comenzaba a imponerse por sobre la realidad y los hechos que habían ocurrido.

Fue entonces cuando el abogado de Carrera, Federico Ravina, apuntó a que se estaban fraguando pruebas y que se estaban tomando falsos testimonios, presentando incluso pruebas documentales de grabaciones donde los jueces “apretaban” a los testigos para que cambiaran sus relatos.

Larga lucha por la verdad

Fernando Correa en la cárcel. (http://micropsia.blogspot.com/)

La batalla fue difícil para dar con la verdad: en 2008 se rechazó el recurso ante Casación para liberarlo. Fue recién en 2011, ante la contundencia de las pruebas, que varios sectores sociales como Abuelas de Plaza de Mayo salieron a solicitar la liberación de Carrera. Hasta el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, salió a pedirla.

El 12 de agosto de 2013 la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por los jueces Mariano Borinsky, Liliana Catucci y Ana María Figueroa, le bajó la pena a Carrera. Peor lo seguía considerando autor penalmente responsable de los delitos de “robo” y “homicidio culposo” y lo condenó a 15 años de prisión.

En 2014 el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y el pasado miércoles fue absuelto definitivamente.

Así, el caso de Carrera se consolidó como una referencia en lo que son causas armadas en la Argentina. Como nota al pie, no es menor mencionar que flaco favor le hicieron a Carrera periodistas como Eduardo Feinmann, quien atacó tanto a la víctima como a Enrique Piñeyro, quien pudo tener la semana pasada un momento para hacer su descargo y dejar en ridículo al periodista.

Este es el tailer de la película “El Rati Horror Show”: