Educación vs ideas como base de la competitividad regional


Frecuentemente he escuchado a empresarios muy exitosos decir “lo que le falta a México es educación”, como la solución a todos los males del país. Estoy de acuerdo en lo fundamental que es la educación, pero creo que para México no es suficiente; considero que tenemos un problema más grave de ideas. No me refiero a la creatividad, ni mucho menos a nuestra impresionante habilidad de hacer memes, sino a las ideas como forma de pensar, nuestra idiosincrasia, nuestros paradigmas, creencias y costumbres que rigen nuestro comportamiento.

Sin duda, nos falta invertir más en educación. En el último examen a estudiantes de 15 años del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA), de los 81 países que participaron, México ocupó el sitio 51 en matemáticas, lectura y ciencias, retrocediendo 14 escaños. De los 28 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), obtuvimos el penúltimo lugar. No se diga la falta de inversión en ciencia y tecnología, considerando que México es la decimoquinta economía del mundo y nuestra inversión en este rubro es inferior al 0.5% del PIB, comparado con los países de ese grupo que invierten entre el 1.5 y el 4% del PIB.

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) define la competitividad de las regiones (o países) como “el cúmulo de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”, y lo considera el principal factor de bienestar y prosperidad económica. Enfatiza el rol de las instituciones, refiriéndose al sistema legal, los derechos de propiedad y la transparencia gubernamental. Otros factores clave son la infraestructura, la estabilidad macroeconómica, la salud y la educación básica, entre otros. La interacción de estos factores finalmente se refleja en la capacidad de innovación y generación de valor de las regiones.

Más allá de la educación, se requiere la chispa de la innovación, que es el resultado de la evolución sociocultural de las regiones, incluyendo sus creencias, principios y comportamientos que parten de las ideas. Las ideas son la chispa invisible que enciende el espíritu competitivo de una nación. Si bien una fuerza laboral calificada es fundamental, como lo destaca el enfoque del Foro Económico Mundial, una cultura que abraza y fomenta nuevas ideas es el motor que impulsa a una nación hacia adelante. Esto se alinea con el concepto de las sociedades WEIRD de Joseph Henrich, donde la innovación florece gracias a las normas culturales que valoran el pensamiento analítico, el individualismo y la cooperación (confianza entre extraños). Estas características no se dan fácilmente en las culturas latinas. De acuerdo con Geert Hofstede, tendemos a un bajo individualismo y preferimos el colectivismo, poniendo la confianza dentro de nuestro grupo social y desfavoreciendo la cooperación con otros. También preferimos estructuras jerárquicas, esperando que las ideas fluyan de arriba a abajo, lo cual inhibe la iniciativa propia. Adicionalmente, evitamos la incertidumbre (inherente a la innovación) y priorizamos el corto plazo.

Las naciones competitivas cultivan entornos donde las ideas pueden prosperar. Douglass North nos recuerda que las instituciones, las reglas formales e informales que gobiernan una sociedad, juegan un papel crucial. Las instituciones sólidas que protegen la propiedad intelectual y fomentan la colaboración crean un espacio seguro para que las empresas inviertan en innovación. Al mismo tiempo, las naciones competitivas están abiertas a nuevas ideas y perspectivas diversas. Esta polinización cruzada del pensamiento alimenta la creatividad y la resolución de problemas, fomentando una economía dinámica y adaptable.

En conclusión, las ideas son las semillas de las que surge la ventaja competitiva de una nación. Al fomentar una cultura de innovación a través de instituciones de apoyo y la apertura a nuevas ideas, las naciones pueden empoderar a sus ciudadanos para desarrollar las soluciones y tecnologías que impulsan el progreso en el panorama global en constante evolución.

Para México, urge el incremento de la productividad y el valor agregado, basados en el conocimiento, la innovación y el desarrollo tecnológico. Es necesaria la descentralización de la inversión en I+D hacia los centros productivos del país con mayor crecimiento industrial, en vez del centralismo en la CDMX y los mega centros universitarios UNAM y Politécnico.

Las elecciones del 2 de junio en México, en gran medida, son una elección de ideas. Por un lado, ideas de paternalismo, dependencia, conformismo, antagonismo y desunión. Por otro lado, las ideas del esfuerzo, la apertura, la cooperación y la valoración de la creatividad y el talento de las personas. ¿Qué ideas prefieres?

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