Con Edmundo González asilado en España, las esperanzas de democracia se reducen en Venezuela

González y María Corina Machado, líder de la oposición, en un mitin en Maracaibo, Venezuela, en julio. (Marian Carrasquero/The New York Times)
González y María Corina Machado, líder de la oposición, en un mitin en Maracaibo, Venezuela, en julio. (Marian Carrasquero/The New York Times)

La decisión del candidato opositor de solicitar asilo en España y el antagonismo del líder autocrático, Nicolás Maduro, hacia las potencias regionales reducen las posibilidades de una transición política.

La noticia de que Edmundo González, candidato de la oposición venezolana, había huido del país en un avión de la Fuerza Aérea Española este fin de semana tomó al país, y al mundo, por sorpresa.

El año pasado estuvo marcado por meses de represión que desembocaron en unas disputadas elecciones presidenciales. A la votación siguió una brutal represión por parte del gobierno autoritario de Nicolás Maduro.

Aun así, muchos venezolanos mantenían la esperanza de que, mediante una salida negociada, el gobierno de inspiración socialista pudiera hacerse a un lado y dejar que González, un exdiplomático de voz suave, asumiera el poder.

Su partida el sábado redujo aun más esa remota posibilidad. Y se produjo mientras las fuerzas de seguridad venezolanas rodeaban la residencia diplomática argentina en Caracas, donde seis altos dirigentes de la oposición se han refugiado desde marzo.

Una carretera vacía donde se ven vallas publicitarias de la campaña del presidente Nicolás Maduro en julio, dos días después de las elecciones presidenciales. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)
Una carretera vacía donde se ven vallas publicitarias de la campaña del presidente Nicolás Maduro en julio, dos días después de las elecciones presidenciales. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)

Según algunos analistas, Maduro se ha afianzado en el poder, aunque muchos venezolanos y gobiernos de todo el mundo no han reconocido su afirmación de que fue reelegido para la presidencia en los comicios del 28 de julio.

Los esfuerzos de los países de la región, como Brasil, México y Colombia, por mediar en la resolución del conflicto no han llegado a ninguna parte, y la oposición, que ha pedido a la comunidad internacional que la respalde, parece tener pocas opciones.

González, de 75 años y abuelo de cuatro nietos, fue lanzado a la carrera en marzo como suplente de la popular líder opositora María Corina Machado, después de que el máximo tribunal del país le impidiera presentarse a las elecciones presidenciales.

Machado, quien ganó las elecciones primarias organizadas por la oposición el año pasado, ha inspirado un fervor casi religioso entre sus partidarios, pero para el gobierno, su historial de décadas como opositora inquebrantable del sistema socialista de 25 años la convierte en una amenaza.

Muchos analistas veían la candidatura de González como un giro esperanzador, aunque inesperado, de los acontecimientos, y las encuestas indicaban que el candidato de la oposición tenía posibilidades de ganar, si la votación era libre y justa.

Sin embargo, el día de las elecciones, Maduro se proclamó vencedor sin hacer público el desglose de los resultados, algo que todavía no ha hecho. La oposición ha publicado miles de actas de las máquinas de votación que muestran que González ganó de forma contundente.

Maduro ha enfrentado numerosas críticas nacionales e internacionales por afirmar que había triunfado.

Sus fuerzas de seguridad han detenido a unas 2000 personas, desde activistas de la oposición a ciudadanos comunes, incluso por pequeños signos de disidencia. Dos decenas de venezolanos murieron en protestas en los días inmediatamente posteriores a las elecciones. El pasado lunes, un tribunal venezolano especializado en delitos relacionados con el terrorismo emitió una orden de detención contra González, acusándolo de sabotaje electoral.

El domingo, la oposición difundió un audio en el que el candidato explicaba su decisión de huir del país.

“Quería informarles que hoy en horas de la mañana llegué a Madrid”, dijo González. “Mi salida de Caracas estuvo rodeada de episodios de presiones, coacciones, y amenazas de no permitir mi salida. Confío que próximamente continuaremos la lucha por lograr la libertad y la recuperación de la democracia en Venezuela”.

Un día antes, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, dijo que el gobierno le había concedido permiso para salir del país “en aras de la tranquilidad y paz política”.

Los planes de Machado, la candidata a la que no se le permitió aparece en la papeleta electoral, no estaban claros. Ha permanecido oculta desde las elecciones, aunque ha hecho algunas apariciones públicas.

En una declaración el domingo, dijo que González se había marchado porque su vida corría peligro, pero que ella seguiría luchando “hasta el final”, como rezaba el lema de su campaña.

En una entrevista el mes pasado, un alto dirigente de la oposición, Perkins Rocha, dijo: “Mi conocimiento de María Corina Machado es tener la seguridad de que nunca abandonaría el país”. Posteriormente fue detenido por hombres encapuchados y trasladado a un lugar desconocido.

Machado se encuentra ahora en la posición de ser la figura más prominente de la oposición en un país donde todos sus predecesores recientes han sido encarcelados o forzados al exilio, dijo Francisco Rodríguez, profesor venezolano de asuntos internacionales en la Universidad de Denver.

La estrategia del gobierno de Maduro, dijo, es expulsar a las voces más fuertes de la disidencia, y luego retratarlas como débiles e ilegítimas.

“A Maduro le resulta más fácil escribir la narrativa sobre la oposición”, dijo Rodríguez. “Quieren pintarlos como que no están dispuestos a luchar, que no son valientes, que no son fuertes”.

El enfrentamiento en la residencia argentina puso de relieve la disminución de las posibilidades de que la oposición pueda obligar al gobierno de Maduro a negociar una solución a la crisis política.

Brasil asumió la custodia de la residencia el mes pasado después de que Maduro ordenara a los diplomáticos de Argentina y otros países que disputaron su victoria electoral que abandonaran el país. Muchos habían puesto sus esperanzas de una transición negociada en potencias regionales como Brasil, con líderes políticos de izquierda que han sido amistosos con Maduro.

Pero el sábado el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela anunció que estaba revocando la custodia de Brasil de la residencia argentina porque, dijo el ministerio, estaba siendo utilizada para planificar “actividades terroristas” y para planear el asesinato del Maduro.

El enfrentamiento, combinado con la noticia de la salida de González, dejó a algunos venezolanos que votaron por la oposición abatidos y temerosos. Pidieron que no se utilizaran sus apellidos por temor a represalias.

Chiquinquirá, secretaria de 60 años, dijo que estuvo a punto de desmayarse cuando se enteró de la marcha de González. “¿Y qué va a pasar con nosotros?”, dijo. “Yo me siento como un barco a la deriva”.

Lucía, administradora de 28 años, dijo sentirse triste, dolida y desmoralizada.

“Siento que nos desampara a todos los que decidimos quedarnos y dar una última oportunidad a unas elecciones en Venezuela”, dijo. “¿Cómo defiende uno que esta lucha sigue si el que es el presidente electo abandona el país?”.

Ahora que González ha abandonado Venezuela, ella también ha decidido irse.

“Yo no quiero seguir gastando mi juventud y esperar que algo se decida”, dijo.

Jorge Valencia colaboró con reportería desde Bogotá. Mike Ives y Orlando Mayorquín también colaboraron con reportería.

Jorge Valencia colaboró con reportería desde Bogotá. Mike Ives y Orlando Mayorquín también colaboraron con reportería.

c. 2024 The New York Times Company

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