Edinson Cavani regaló su camiseta y su pantalón de Boca en conmovedores gestos para con dos rivales

Los futbolistas de Boca aplauden a los hinchas después de la victoria sobre Almirante Brown por Copa Argentina; Edinson Cavani tuvo dos acciones por las que el aplaudido debió ser él.
Los futbolistas de Boca aplauden a los hinchas después de la victoria sobre Almirante Brown por Copa Argentina; Edinson Cavani tuvo dos acciones por las que el aplaudido debió ser él. - Créditos: @LA NACION/Marcelo Aguilar

Doscientos goles en Paris Saint-Germain. Una huella muy profunda en Napoli. Pasos por Manchester United y Valencia. Y una trayectoria dorada en el seleccionado de Uruguay. Más este presente alto en Boca. Edinson Cavani es una estrella internacional en el fútbol local. Y por eso su camiseta está entre las más codiciadas en las canchas argentinas.

Su equipo acababa de ganarle (2-1), y de eliminar, al modesto Almirante Brown en el gran Malvinas Argentinas, de Mendoza, por Copa Argentina. Modesto fue también el pedido de la prenda al delantero xeneize. Un chico, un desconocido, se animó a la solicitud al prócer. Y el prócer es modesto en sus formas, también. Lejos de estar subido a un pedestal, aceptó la solicitud del muchachito y se sacó la camiseta azul y oro. Con nada menos que el número 10 en la parte dorsal.

La noche de Mendoza fue positiva en lo futbolístico para Cavani, tanto en lo colectivo, por la clasificación de Boca, como en lo individual, por su gol.
La noche de Mendoza fue positiva en lo futbolístico para Cavani, tanto en lo colectivo, por la clasificación de Boca, como en lo individual, por su gol. - Créditos: @LA NACION/Marcelo Aguilar

La sencillez del uruguayo, un tipo de campo que suele andar con boina entre tranqueras mientras colegas se muestran en redes sociales en playas paradisíacas y con mujeres llamativas, replicó con una frase esperable de cualquiera, pero quizás no de un coloso a un ignoto: “¿Vos me podés dar la tuya?”. Edinson Cavani, figura máxima de Boca, le pedía la camiseta a Lautaro Elías, una pieza más de Almirante Brown, que es uno de los equipos peor ubicados en la Primera Nacional, categoría del fútbol de ascenso.

Parecía claro que el goleador estaba haciendo un gesto con el chico, que lo miraba como incrédulo, como a un tótem: pedirle la prenda al jovencito era valorarlo. Darle identidad a un cualquiera de este ambiente. Ponerlo a la par de sí. Camiseta por camiseta era estar, de algún modo, a una misma altura. El aristócrata de este deporte y el proletario del anonimato más absoluto, en un mismo plano.

Pero Cavani recibió una negativa, no verbalizada. El más gentil, modesto y tierno de los rechazos. Lautaro Elías no quería darle su vestidura. Después de mirarlo por medio segundo, de dudar, le dijo el porqué, musitando una oración que explicó todo: “Debuté hoy”, balbuceó, tímido. Como pidiendo perdón. Y Edinson entendió todo.

Sonrió. Asintió con la cabeza. Le puso una mano en la nuca al chico de 19 años, lo palmeó y lo abrazó. ¿Cómo iba a quedarse con esa camiseta? Tenía que estar en casa de los Elías, encuadrada por siempre.

Lautaro, mediocampista, había tenido sus primeros minutos como profesional tras reemplazar a los 39 de la segunda mitad a Santiago Vera, justo el autor del gol del descuento de Almirante Brown. Era una situación de cierta presión, porque la Fragata estaba 2-1 abajo. El objetivo grupal no se cumplió para el chico, pero sí uno personal: llevarse la camiseta del futbolista de mayor prestigio que actúa en el medio local.

Y no sólo él se quedó con una prenda de Cavani. El pantalón del uruguayo quedó en poder de Brian Fernández, otro suplente que ingresó en el equipo mirasol, pero mucho más temprano, a los 17 de la parte final (0-2, por Tomás Díaz, hijo de Daniel, “Cata”). Ese segundo regalo de Edinson también fue especial: Fernández tuvo serios problemas de consumos indebidos, y ahora parece estar en una senda de firme recuperación. Es un buen jugador, a tal punto que pasó por Europa. De hecho, actuó en Francia en una época en que el uruguayo brillaba en el mismo país.

El argentino y el oriental se cruzaron en un partido de 2017 y Fernández se quedó con la camiseta de PSG de su adversario. Con el tiempo, decidió regalarla a un hermano que cumplió 18 años. Pero quiso agregarle un ingrediente del que en ese momento no disponía: la firma del propio Edinson sobre la tela. El encuentro con Boca en el Malvinas Argentinas era una oportunidad estupenda para saldar la deuda, entregarle la prenda a su hermano y que la vestidura quedara enmarcada. Así la quería Brian; así de grande considera a Cavani.

Brian se quedó también con la camiseta de Pol Fernández

Pero hubo un inconveniente: Brian se olvidó en su casa la camiseta de PSG. Se lo dijo al uruguayo en Mendoza. Y éste, lejos de cerrarle la puerta, redobló la oportunidad: invitó a Fernández a tomar mate algún día en el predio de Ezeiza donde se entrena Boca.

“Me puso contento. Todo el plantel de Boca me dio un abrazo y me preguntó cómo estaba. Eso me deja querer seguir jugando a la pelota. Es algo lindo, una caricia al alma”, se abrió Brian Fernández, el hombre que, a los 29, está saliendo de un infierno. Y la mano tendida de Cavani y de sus compañeros lo ayuda a alejarse de ese lugar terrible.

Con una camiseta a un adolescente y un pantalón a un hombre que antes de cumplir 30 años pasó por situaciones bravas, Edinson Cavani hizo un doblete en la noche de Mendoza. Un doblete humano, más importante que el gol que hizo para la clasificación por Copa Argentina.