La dura labor del intérprete de solicitantes de asilo: "No interpretamos cuentos de hadas"

Madrid, 1 may (EFE).- "No interpretamos cuentos de hadas, son historias muy duras", asegura a EFE Hassan Handi sobre la complejidad del trabajo de los intérpretes de solicitantes de asilo.

Sus cerca de 25 años como intérprete de demandantes de protección internacional en España le avalan como una de las voces que ayudan en esta difícil labor a organismos como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

ACNUR acaba de traducir al español su manual para estos profesionales, que enfrentan relatos muy duros de quienes huyen de sus países en busca de refugio.

Impacto emocional

"Algunas historias son demoledoras y no es lo mismo verlo en la tele que estar al lado de esa persona", advierte: "Es muy difícil que uno no sufra ese impacto".

Hay compañeros que "acabaron mal, no podían soportar tanta carga" emocional, un factor psicológico que se va teniendo en cuenta en este tipo de manuales, algo que no había cuando él empezó, recuerda.

Handi trabajó 18 años para la Oficina de Asilo y Refugio del Ministerio del Interior de España, además de organizaciones no gubernamentales -es fundador de Abrazando Ilusiones-, atendiendo en árabe, bereber y francés a solicitantes de protección internacional de Marruecos, su países de origen, Costa de Marfil, Mali, Senegal, Sudán, Siria, Irak o Palestina.

"Nuestro subconsciente acaba protegiéndonos", comenta, para gestionar esa carga emocional, ante el reto de "hasta dónde puede llegar el intérprete" cuando traduce lo que los solicitantes cuentan en una entrevista con policías, abogados o asistentes sociales, quienes tienen en sus manos el destino de una persona vulnerable y en medio está el intérprete.

Por ello tiene que ser un trabajo en equipo acorde a cada situación: "Si hay que hacer las preguntas indagatorias de una en una o a la vez, si hay que hablar en primera persona, si hay que hablar despacio, qué tipo de interpretación, si es susurrada, si es simultánea".

"Una persona confusa puede estar contando su historia, pero con saltos en el tiempo, con divagaciones, hablando sin decir nada. El intérprete en este momento lo tiene que hacer de forma simultánea, porque si no, no hay un hilo conductor", explica.

Sus "grandes profesores" han sido los propios entrevistados, con sus "palabras, frases, expresiones y, sobre todo, la geopolítica" que te enseñan, comenta.

Los silencios, los gestos

Todo ello contribuye a forjar la "sensibilidad" indispensable para traducir esos relatos cargados de sufrimiento, aunque a veces "es imposible al cien por cien" e incluso conviene no hacer "una interpretación literal".

"Nosotros no cambiamos palabras", observa, pero es determinante tener en cuenta "cómo se dice, si se hace en primera persona o en segunda, el acento, también los silencios y no solamente las palabras, los gestos, la expresión no verbal, es decir, nosotros comunicamos por entero".

Una neutralidad absoluta "es imposible, somos personas", prosigue, y cita una entrevista a una mujer víctima de una agresión sexual o a quien ha sido torturado: "Llegaba a casa y me volvía loco por la noche, no podía dormir, tenía pesadillas".

"Habré visto muchas películas de ficción, pero la realidad supera una ficción (...) e intentas crearte ese caparazón ficticio" para hacer lo mejor posible tu trabajo, añade.

Autor de numerosas publicaciones con recomendaciones para el trabajo de los intérpretes, si se viera al otro lado, en el del entrevistado, sentencia: "si tuviera cien euros, pagaría veinte al abogado y ochenta al intérprete".

Pues su trabajo tiene tal plus de responsabilidad que puede condicionar que se acepte o rechace la petición de asilo de quien huye del horror de una guerra o de la persecución por un sinfín de motivos, desde políticos a su identidad sexual.

"La entrevista es la columna vertebral del proceso", sentencia Hassan Handi: "Estás prestando tu voz a esas personas tan necesitadas".

Luis Ángel Reglero

(c) Agencia EFE