¿Dónde está Mike Pence? El bajo perfil del vicepresidente en medio de la estridencia postelectoral de Trump

Donald Trump ha mantenido una actitud de estridencia y desafío al clamar, sin base, que la elección presidencial del pasado 3 de noviembre fue fraudulenta, al negarse a reconocer la victoria del demócrata Joe Biden y al pretender utilizar el aparato gubernamental para aferrarse al poder.

En ello ha contado con la aquiescencia de figuras de su gabinete –como el secretario de Estado, Mike Pompeyo, o el de Justicia, William Barr– del legisladores republicanos, en especial el líder senatorial Mitch McConnell, y de su amplia base de seguidores.

El vicepresidente Mike Pence y el presidente Donald Trump en una conferencia en la Casa Blanca la madrugada del 4 de noviembre de 2020, la noche después de la elección presidencial del 3 de noviembre. (Getty Images)
El vicepresidente Mike Pence y el presidente Donald Trump en una conferencia en la Casa Blanca la madrugada del 4 de noviembre de 2020, la noche después de la elección presidencial del 3 de noviembre. (Getty Images)

Pero una figura clave de la administración ha mantenido un papel mucho más silencioso: el vicepresidente Mike Pence.

Mientras aliados del presidente difunden nociones equívocas sobre un fraude electoral inexistente y le dan cuerda a las obsesiones y desesperaciones de Trump al respecto, y mientras ellos instigan a los numerosos seguidores del mandatario a creerlas, Pence ha mantenido un perfil comparativamente bajo desde la madrugada misma del 4 de noviembre.

Esa noche en la Casa Blanca, mientras Trump se decía ganador sin serlo y clamaba sin base sobre votos y conteos ilegales durante una conferencia, Pence tuvo una breve participación en la que aunque no contradijo directamente al presidente, pareció distanciarse de sus afirmaciones más estridentes y equívocas. Ello sucedió antes de que la victoria de Biden fuera proyectada.

Con todo, a falta de declaraciones explícitas, no es claro, al menos de modo público, cuál es la posición de Pence ante la resistencia de Trump a reconocer la derrota ni ante el patente rechazo a propiciar una transición armónica con el equipo de Biden.

Este mismo miércoles tanto Trump como Pence tuvieron una aparición pública en el cementerio de Arlington, donde rindieron homenaje a los veteranos estadounidenses en su día, 11 de noviembre. Pero todo fue meramente ceremonial.

Y mientras en Twitter Trump lanza brasas ardientes alegando fraude, la cuenta de Pence en esa red social continúa aludiendo a eventos oficiales, datos estadísticos y demás. Y cuando ha hecho alusión a la elección, si bien ha dicho que respalda al presidente Trump lo ha hecho señalado con ambigüedad que se deben contar todos los votos legales y sin mencionar específicamente, al menos en esa red social, acusaciones de fraude e irregularidades masivas.

Así, una pregunta singular es por qué Pence, que ha sido un leal aliado de Trump, ha optado en esta ocasión por guardar una actitud discreta, apartado del estridente coro que sigue al presidente.

En realidad, como se señala en CNN, Pence no ha estado con los brazos cruzados: se reunió el martes pasado con senadores republicanos a puerta cerrada y él mismo no ha congratulado ni a Biden ni a quien le sucederá, la vicepresidenta electa Kamala Harris.

En ese sentido Pence sigue del lado de quienes no han reconocido la derrota, aunque él en lo específico no haya públicamente alegado fraude y demás en la escala que han hecho Trump y su entorno. Y se afirma que Pence canceló una vacación familiar, en parte por mal clima y en parte, presumiblemente, por la tormenta que ha desatado Trump con sus alegaciones sin fundamento, algo que hacía necesaria su presencia en Washington.

Algunos interpretan esa actitud de Pence como una forma de proteger sus propias ambiciones presidenciales, pues ciertamente él sería una de las figuras republicanas más destacadas que podrían buscar la candidatura presidencial en 2024. Pero esas aspiraciones requieren para persistir dos cuestiones clave: que Trump no busque también esa candidatura (una posibilidad que se ha mencionado recientemente) y que, en su caso, Pence reciba una suerte de aval trumpista para contar con el apoyo de los muy numerosos seguidores del aún presidente, que son una fuerza mayúscula en el Partido Republicano.

Al mantener ese bajo perfil, Pence estaría tratando de lograr un balance que le permita mantener el apoyo de Trump sin embarcarse abiertamente en sus descarrilamientos, sin reconocer a Biden pero sin mostrarse tampoco como un obstáculo en una transición institucional que es inevitable. Todo a fin de abiertas sus aspiraciones futuras.

Mike Pence tiene aspiraciones presidenciales propias y podría ser una de las figuras republicanas contendientes en 2024. (Getty Images)
Mike Pence tiene aspiraciones presidenciales propias y podría ser una de las figuras republicanas contendientes en 2024. (Getty Images)

Pero, como se señala en The New York Times, Pence tiene una función constitucional crucial que cumplir en próximas semanas, y al hacerlo pondrá a prueba su alineamiento con la institucionalidad republicana o con la figura de Trump. El 6 de enero de 2021, Pence deberá supervisar una reunión conjunta de ambas cámaras del Congreso para certificar el resultado de los votos del colegio electoral, cuya mayoría (y por ello la presidencia) le corresponde a Biden.

Fue una labor que, por ejemplo, en enero de 2001 el entonces vicepresidente Al Gore debió hacer en beneficio de su rival, George W. Bush, después de una muy disputada elección. Y el propio Biden lo hizo hace casi 4 años para certificar en 2017 el triunfo de Trump.

Aunque no hay nada seguro, es posible que para entonces, luego de que los estados hayan certificado el resultado de los comicios y el colegio electoral haya sido constituido con una mayoría pro Biden, muchos de los que aún apoyan a Trump cambien de rumbo, considerando que las demandas sobre irregularidades presentadas hasta ahora han sido débiles y sin evidencia y que ninguna de ellas ha mostrado posibilidad de revertir el resultado de la elección.

Pence, entonces, podría tener un margen mucho mayor de maniobra tanto para sus obligaciones presentes como para sus aspiraciones futuras.

Pero también podría ser que Trump mantenga su obstinación y llegue al 20 de enero de 2021, día del cambio de poder, firme en su rechazo al resultado y sin reconocer a Biden. De ser así, Pence tendrá quizá que elegir entre distanciarse de Trump y mantener un camino institucional o seguir dentro de su entorno, aunque eso ponga en entredicho sus propias aspiraciones, sobre todo si Trump se empecina en seguir políticamente activo e incluso en postularse en 2024.

Según analistas, el poder de los más de 70 millones de votos que logró Trump y la lealtad y entusiasmo de sus seguidores más entusiastas son una fuerza que intimida a muchos republicanos, y por ello su partido podría continuar bajo la sombra de Trump luego de que él deje la Casa Blanca.

Pence, en ese contexto, estaría por lo pronto ganando tiempo para dejar que progresen las cosas a fin de, en su momento, colocarse en una posición en la que retenga margen de maniobra, pues hasta el momento, pese a su derrota, el destino político de muchas importantes figuras de la derecha está aún en las manos de Trump. Pero también se le reprocha que no cumpla con la tradición democrática de reconocer al ganador de una elección, en este caso Biden, y que no actúe de modo más visible o público para propiciar una transición armoniosa.

Aún tiene la posibilidad de hacerlo.