Hace 30 años, rechazaron la cultura de las dietas; ahora, sus ideas se han vuelto populares

Desde la izquierda, Evelyn Tribole y Elyse Resch en Los Ángeles, el 13 de diciembre de 2022. (Mark Abramson/The New York Times)
Desde la izquierda, Evelyn Tribole y Elyse Resch en Los Ángeles, el 13 de diciembre de 2022. (Mark Abramson/The New York Times)

LOS ÁNGELES — Son las seis de la tarde en el patio de Il Moro, un gastropub con luces alegres en el distrito de West Los Angeles, y Elyse Resch y Evelyn Tribole están comiendo su cena de manera intuitiva.

Empiezan con el pan crujiente y caliente, bañado en generosas cantidades de aceite de oliva, y luego pasan a la ensalada, la lubina europea y la pasta penne mezclada con pequeñas nubes de burrata que Resch ordenó para la mesa. En virtud de uno de los 10 principios de la alimentación intuitiva —“desafía a la policía de la comida”— ninguna de las dos moraliza acerca de los carbohidratos.

“Los primeros bocados de pasta son mágicos”, afirmó Resch. Tras otros más, se encogió de hombros, el encanto empezó a desvanecerse. Ese es otro principio: cuanto menos prohibidos sean ciertos alimentos, menos poder tendrán sobre ti.

La alimentación intuitiva, según la concibió esta dupla de dietistas-nutriólogas, es la práctica de renunciar a las dietas restrictivas y a la meta de perder peso y, en su lugar, motivar a la gente a escuchar la intuición que regía su alimentación en la infancia. Esto incluye saciar el hambre en vez de reprimirla o distraerla; sentir cuándo estás lleno (y hacer una pausa a media comida para evaluarlo); y saborear los alimentos, incluso buscar placer en ellos. Algunos de los otros principios son vigilar la alimentación emocional, enfatizar el movimiento por encima del “ejercicio militante” y practicar la “nutrición gentil”: cuidar la moderación y el equilibrio al comer, pero sin demasiado rigor.

“Puedes comer lo que quieras”, explicó Resch, de 77 años. “Puedes comerlo por el resto de tu vida”.

La idea de comer con libertad era atrevida en 1995, cuando Resch y Tribole, de 63 años, coescribieron “Intuitive Eating: A Revolutionary Anti-Diet Approach” (Alimentación intuitiva. El retorno a los hábitos alimentarios naturales), pues en esa época reinaba la alimentación baja en grasa. Veintiocho años después, su manifiesto, que insta a la gente a “rechazar la mentalidad de las dietas” y “respetar” sus cuerpos, se ha vuelto una piedra angular del movimiento moderno contra las dietas, pues reprende las dietas keto (cetogénica) y paleo (paleolítica), así como las depuraciones, y concede a los lectores —y a sí mismas— un “permiso incondicional de comer”.

El libro “Alimentación intuitiva” ha vendido más de 700.000 copias desde 1995, según St. Martin’s Press, que publicó la cuarta edición en 2020. La práctica se ha mencionado 1400 millones de veces en TikTok, pues la gente comparte los panes al vapor rellenos y bagels con todo lo que comen en videodiarios titulados: “Lo que como en un día de alimentación intuitiva”. Demi Lovato es una de las celebridades que ha declarado que la alimentación intuitiva sanó sus trastornos alimentarios.

Desde la izquierda, Evelyn Tribole y Elyse Resch en Los Ángeles, el 13 de diciembre de 2022. (Mark Abramson/The New York Times)
Desde la izquierda, Evelyn Tribole y Elyse Resch en Los Ángeles, el 13 de diciembre de 2022. (Mark Abramson/The New York Times)

Hay más de 100 estudios académicos sobre la alimentación intuitiva, entre ellos, un metaanálisis de 2021 que halló que el método se vinculaba de manera positiva a la imagen corporal, la autoestima y el bienestar psicológico de los participantes. Y aunque el programa en sí mismo no promete mejores métricas de salud, algunos estudios preliminares encontraron una correlación entre la alimentación intuitiva y niveles mejorados de azúcar en sangre y colesterol y un mayor consumo de frutas y vegetales.

Sin embargo, pocos médicos la promueven, ya que la medicina convencional sigue firmemente a favor de la pérdida de peso para las personas con sobrepeso, cosa que indigna a Tribole y Resch, y al ejército creciente de opositores a las dietas que las respaldan.

En 1993, cuando Tribole empezó a alquilar un espacio en la oficina en Beverly Hills de Resch, ambas dietistas certificadas se dieron cuenta de que incluso los regímenes alimentarios moderados que, por su formación, debían recetar a sus pacientes —como sugerir porciones determinadas de grupos de alimentos y recomendar “sustitutos saludables” como pollo en lugar de res— no se podían adoptar a largo plazo. Resch recuerda que pensó: “Ya no puedo hacerle esto a la gente”.

Juntas, Resch y Tribole imaginaron una alternativa basada en la idea contraria. “Cuando tienes permiso de comer y sabes que puedes volver a comer algo en particular, ya no lo ves como una especie de ‘última cena’”, dijo Tribole.

Quienes practican la alimentación intuitiva lo hacen por su cuenta o con ayuda de un dietista; hay 2000 especialistas certificados en alimentación intuitiva en 40 países. Se les dice a los adeptos que eliminen las aplicaciones de conteo de calorías y los regímenes alimentarios y que, más bien, estén atentos a las señales físicas del apetito.

Después, se dedican a comer lo que sea que se les antoje, sin juzgarlo como “bueno” o “malo”. Piensan que “el pay de durazno es equivalente a un durazno”, como reza el libro. “Observa cómo se siente tu cuerpo cuando comes este alimento y lo gratificante que es sentirlo en tu lengua”, y buscan de manera activa el placer en su comida, toman “varias respiraciones profundas” antes de sentarse a comer, y saborean los alimentos.

Tras el acto de comer, el libro indica que sientan cuán satisfechos están. “Escucha las señales corporales que te dicen que ya no tienes hambre”, aconseja. “Nota los indicios que muestran que estás lleno a un nivel cómodo. Haz una pausa mientras comes y pregúntate a qué sabe la comida y cuánta hambre tienes en ese momento”.

A las personas les suele preocupar que la alimentación intuitiva derive en gula. El consejo de Resch: sigue brindándote “total libertad” para comer. Agregó: “Come todos los paquetes de galletas Oreo que quieras. Una vez que las personas realmente comprenden que van a poder comer ese alimento de nuevo, y lo consumen y saborean con plena conciencia, se dan cuenta de que ya no lo desean tanto.

Un estudio longitudinal publicado en 2021 descubrió que la alimentación intuitiva conducía a un mejor estado de salud psicológica y conductual entre personas con anorexia y bulimia, así como a menores probabilidades de atracones, ayunos, ingesta de píldoras de dieta y vómito. “Pienso en la alimentación intuitiva como la meta de la recuperación de un trastorno alimentario”, afirmó Jennifer Gaudiani, internista en Denver que se especializa en trastornos de la alimentación y promueve este método entre sus pacientes; los refiere con dietistas y terapeutas que lo usan en sus tratamientos. “A la gente le sorprende saber que existe otra forma de pensar en la comida más allá de sentirse culpable y privarse de alimentos”.

Hay quienes consideran que la alimentación intuitiva es un concepto demasiado simplificado, una respuesta ineficaz a las complejas maneras en que tantas personas se relacionan con la comida. La idea resultó atractiva para Adina Kish, una actriz y gerente de redes sociales de 23 años en Nueva York que había tenido problemas de anorexia en la adolescencia. Cuando intentó comer intuitivamente durante 18 meses entre 2020 y 2021, terminó dándose “en esencia atracones de comida”, relató Kish, y resumió su mentalidad posterior como: “Debería poder comer todo lo que quiera, así que voy a comer todo lo que quiera”.

La alimentación intuitiva se volvió una “excusa” para ignorar alimentos nutritivos, lo cual llegó a hacerla sentir enferma físicamente. “Mi mente me decía: ‘Oye, deberías comerte una pizza entera en este momento’”, narró. Los típicos antojos nunca perdieron su fuerza. “Ojalá hubiera llegado a ese punto, pero nunca ocurrió”, reconoció Kish.

Pedirle a la gente que confíe en su propia intuición para saber qué debe comer es “una carga muy pesada para una sola persona”, comentó Andrew Kraftson, profesor clínico asociado en la división de metabolismo, endocrinología y diabetes, y director del programa de navegación del peso, en el centro médico Michigan Medicine. “Puede suceder una desregulación hormonal, neurobiológica y metabólica, tu cuerpo no siempre es la guía más confiable” al momento de reconocer qué te conviene comer, sostuvo.

Resch se muestra indiferente ante los argumentos que abogan por la pérdida de peso, incluso en casos de obesidad. “Pensar en perder peso solo desconecta aún más a la gente de su sabiduría interna sobre la alimentación”, escribió en un correo electrónico.

Además, agregó, hasta dos terceras partes de las personas que siguen una dieta determinada recuperan más peso del que perdieron, y el efecto rebote —perder y ganar peso una y otra vez— se asocia con tasas de mortalidad más altas, enfermedades cardiovasculares e hipertensión.

Cuando Resch y Tribole estaban presentando el libro de “Alimentación intuitiva” en reuniones con editoriales, algunas se mostraron renuentes a publicar un libro contra las dietas, según contó David Hale Smith, el agente literario de ambas desde hace tiempo. “Hubo muchos rechazos”, comentó, “la gente decía: ‘Esta información es genial, pero ¿cómo vamos a venderlo? No hay ningún plan de siete días para adelgazar”.

El concepto de comer con libertad como una forma de resistencia estuvo presente desde el inicio, aunque se expresaba de un modo particular a la época. En un principio, Tribole y Resch se inspiraron en la segunda ola del feminismo y conectaron la cultura de las dietas con la opresión de la mujer. El libro de Susan Faludi de 1991 “Backlash” (Reacción:
la guerra no declarada contra la mujer moderna) es uno de los textos feministas que ayudaron a dar forma a “Alimentación intuitiva”, cuyo título original era “Diet Backlash” (Dieta Reacción).

Casi 30 años después, las barreras sociales siguen ahí. “¿Quién puede darse permiso de probar todo con confianza y tranquilidad?”, preguntó Liz Brinkman, nutrióloga y dietista certificada, y asesora especializada en alimentación intuitiva en Phoenix. “Si eres una mujer obesa y pides una lasaña en un restaurante, lo más probable es que alguien te juzgue. Alguien incluso podría acercarse y decirte algo”.

A Brinkman le atrajo la “libertad y flexibilidad” de la alimentación intuitiva, afirmó, pero al incorporar el método a su consulta, se dio cuenta de que sus principios “se basan en suposiciones no declaradas” sobre las personas, como la noción de que “tienen los recursos adecuados de tiempo, dinero y un sentido de agencia”, escribió en una publicación de blog. Esas suposiciones corresponden a “un grupo de personas muy privilegiado (y pequeño)”.

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